Cuando el martes pasado se conoció la detención domiciliaria ordenada por la sala de instrucción de la Corte Suprema de Justicia dictada contra Álvaro Uribe Vélez, el país se incendió. Desde ese momento no se habló de nada más en las redes sociales, unos para rechazar la medida y otros para celebrarla. Apenas una catástrofe internacional como la explosión en Beirut ocupó unos pocos minutos de los noticieros. Hasta Iván Duque sacó tiempo para salir en los medios a proclamar su fe ciega en la honorabilidad de su jefe y se conoció una carta de ministros y exministros uribistas expresando solidaridad con el expresidente.
Por el otro lado se lanzaron voladores al aire para festejar la medida y felicitar la independencia de los magistrados. Fue una verdadera batalla verbal en la que hubo de todo. Los senadores del Centro Democrático se retiraron de la plenaria virtual en señal de respaldo a Uribe y lanzaron la propuesta de convocar una Asamblea Constituyente dizque para reformar la justicia, lo que puede interpretarse como una retaliación, o una amenaza, contra la Corte.
Sin embargo, hubo voces, pocas, pero significativas, que llamaron a la calma. Los fallos judiciales, y más si son del más alto tribunal judicial del país, se acatan. En eso consiste la democracia. Debe existir un equilibrio de poderes, con pesos y contrapesos. No podemos reemplazar las sentencias por cacerolazos, ni mucho menos por tuiterazos. ¡Que siga el debido proceso!
Entiendo el dolor de Duque y de la fanaticada del expresidente. Para ellos Uribe es un ídolo y a los ídolos no se les ve defecto, así tengan los pies de barro. Pero, claro, una cosa pueden decir los seguidores anónimos, que no tienen cargo público que los inhabilite para participar en política y otra cosa deben hacer el presidente de la República y su gabinete. A estos últimos no les queda bien desconocer el fallo.
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Una cosa pueden decir los seguidores anónimos, que no tienen cargo público que los inhabilite para participar en política y otra cosa deben hacer el presidente de la República y su gabinete
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En el otro lado tampoco se ha tenido la serenidad necesaria. Eso sí, destaco los comentarios de Iván Cepeda, reposados y sin triunfalismos. Él, que fue acusado inicialmente por Uribe de comprar testigos, salió libre de esta acusación y logró que la torta se volteara contra su acusador. Pero la barra brava antiuribista no se detuvo en buenas maneras, ni en consideraciones.
En este momento, cuando todavía falta terreno por recorrer y, sobre todo, cuando en el proceso contra Diego Cadena no ha culminado la etapa de instrucción, es prematuro cantar victoria. El abogado del “Aboganster” Cadena, Iván Cancino, aseguró, después de conocer la orden de captura, que la pruebas a favor de su defendido eran tan contundentes, que Cadena no correría la misma suerte de Uribe y que seguramente serían incorporadas en la defensa del expresidente a cargo del abogado Jaime Granados. Esto se debe decidir ayer y esta columna fue escrita antes.
Así que falta mucho alegato jurídico por presentar. El ahora senador Uribe no está condenado todavía, ni Cadena tampoco. Hay que dejar que ambos procesos avancen, sin intentar amedrentar a la Corte o al juez que lleva el caso del presunto autor material de los delitos de soborno y obstrucción a la justicia por los que Uribe está acusado como determinador.
Pero no debemos acabar con nuestro país y mucho menos en la crisis económica y de salud por la que atravesamos. Colombia no soporta una guerra más. Ya tenemos la que se libra contra el covid-19, contra el ELN y las disidencias de las Farc, contra los gatos de todas las pelambres, contra la pobreza y la inequidad, como para meternos en un conflicto por Uribe. ¡Tranquilos! Dejemos actuar a la Justicia. Creamos en la institucionalidad y que cada cual se ocupe de lo suyo.
Nota final: Ah, y al Partido de las Farc le queda muy mal salir a aplaudir la sentencia de la Corte Suprema sin haber respondido, por ahora, a los requerimientos de la JEP. Eso sería como un burro burlándose de las orejas de otro burro.
El ahora senador Uribe no está condenado todavía, hay que dejar que el proceso avance, sin intentar amedrentar a la Corte o al juez que lleva el caso. Foto: