La ley 2370 del pasado 12 de julio aprueba el acuerdo entre Venezuela y Colombia para la “promoción y protección recíproca de inversiones”, pacto suscrito en Caracas en febrero del año pasado con la firma de Nicolás Maduro y del exministro de Comercio de Colombia, Germán Umaña.
Promoción y protección recíproca de inversiones, así como se oye y se llama. No es chiste, es pura realidad hilarante. Es que se trata de un acuerdo, como muchos otros de este género que desde hace años se suscriben con países serios, pero en este caso con un régimen fraudulento, criminal, capaz de toda clase de mentiras, capaz de especializarse en terribles formas de violación a los derechos humanos, capaz de robarse ante la mirada del mundo unas elecciones como las que acaba de saquear el fin de semana pasado. Pero, tranquilo, venga a invertir en Venezuela.
¿De verdad, invertiría usted algo, un centavo, una ficha de juego, una semilla en un país con un régimen de ese calibre; un régimen que ha lanzado a andar por el mundo a cerca de 8 millones de personas, la gran mayoría en condiciones de hambre?; ¿invertiría usted allí en donde tiraniza un sistema aliado con narcotraficantes, un régimen que encarcela opositores y los somete a tortura, una camarilla de criminales con la vocería siniestra de Maduro o de Diosdado Cabello o de una fila de matones con brazalete gubernamental, de verdad invertiría usted allí?
¿Estaría usted sereno en crear empresa amparado en el flamante tratado de promoción y protección recíproca de inversiones suscrito por ese gobierno?
¿Estaría usted sereno en crear empresa amparado en el flamante tratado de promoción y protección recíproca de inversiones suscrito por un gobierno de ese nivel de criminalidad, por un gobierno que desconoce la más mínima norma de respecto a los actos internacionales, un transgresor enfermizo de los derechos civiles, un líder de la más hedionda corrupción estatal?
Las víctimas del capital, del capitalismo, que especula y roba como nosotros, dijo en un discurso grabado, esta suerte de sicópata, este mitómano con visibles insuficiencias mentales, este que volvió a robarse unas elecciones presidenciales a la vista de todos. Pero no lo dude, traiga su plata a Venezuela, este gobierno que respeta las reglas internacionales, este Gobierno que firma (casi sin saber firmar o leer) el tratado de “promoción y protección recíproca de inversiones”, le ofrece garantías.
La bestia que es este tipo que se dice de izquierda, y que no es nada más que un atracador grotesco que avergüenza cualquier mínimo sentido ideológico, este ser degradado que habla con pájaros a los que les atribuye haber sido poseídos por el alma de Chávez, pagará un día como Pinochet, como Husein, como los más terribles genocidas nazis.
Esta misma bestia, óigase claro y fuerte, es la que firma el juicioso tratado de promoción y protección de inversiones. Y mañana, más cuentachistes.
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