Muchos estudios confirman que los niños que han leído y escuchado la tradición oral desde muy temprana edad tienen más probabilidades de éxito en la escuela y en la vida. De hecho, puedo dar cuenta de eso, desde muy niña estuve rodeada por distitnas expresiones de la tradición oral (canciones, juegos disparatados, adivinanzas, poemas, leyendas, mitologías, narraciones e historias) que configuraron mis inicios en la literatura.
Ahora bien, es muy importante compartir este secreto para que los niños vuelvan a jugar o para que sigan jugando a transformar y multiplicar la palabra. Por eso es necesario que en las aulas se irrumpa con palabras, juegos rítmicos, el absurdo, el disparate, las adivinanzas, la poesía y los cuentos, entre otros. Resulta muy elocuente la expresión del rostro de los adultos cuando se les invita a una sesión de trabajo y se les sugiere antes de comenzar que exploren en su memoria su relación con la tradición oral. Un silencio muy particular sobreviene y casi al instante se empiezan a oír poesías, adivinanzas, juegos disparatados, trabalenguas, historias, cuentos y leyendas, todas aprendidas en la infancia.
Estas breves reflexiones nos llevan a pensar que recuperar la tradición oral permitirá que nuevas generaciones conozcan estas historias pérdidas o, mejor, escondidas. Yo no escribo porque esté de moda o porque me parezca que eso está bien: al contrario, lo hago porque eso es lo que yo guardo y porque lo he disfrutado. Esa fue mi experiencia, la que llevé al visitar los Jardines de ICBF; conocía lo que hacían sin herramientas y empecé a conversar con las madres comunitarias sobre la necesidad de recuperar la tradición oral.
La tradición oral entró a nuestro mundo de lo literario y ojalá en él se mantenga. Yo estoy comprometida con seguir contando en mis libros relatos y otras historias tradicionales de Tío Tigre y Tío Conejo, que han sido publicadas por Panamericana Editorial. Son historias que muestran la lucha de Tío Tigre con Tío Conejo y en ellas se narra la lucha del poderoso y del débil, en la que el considerado menos fuerte es más inteligente que el opresor y por ello termina siempre burlándolo.