La mañana del 11 de abril de 2016, Suang Moreno, una joven bogotana, politóloga de la Universidad Nacional de Colombia y miembro activo de la Junta Directiva de SINTRACULTUR, recibió en su domicilio una carta firmada por la Oficina de Gestión Corportativa de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, en la que se le comunicó que a partir del 31 de mayo del año en curso, perderá su trabajo en dicha entidad, en donde tiene el cargo de Profesional Universitaria y sirve como Gestora Local de Kennedy, para lo cual había sido nombrada en el cargo de planta temporal desde abril de 2013, en un proceso de selección por meritocracia.
“Hago parte de la población joven de Colombia que cree que la política no puede cambiar al mundo. Soy Politóloga y perdí la fe en la política y en los políticos; sin embargo, aprendí a abanderar causas, a construir y a defender los proyectos en los que creo” – Dice Suang, mientras reflexiona sobre la posibilidad de perder su empleo, situación que en este momento atormenta a otros trabajadores y contratistas distritales.
Desde hace algunos años su causa ha sido abanderar procesos juveniles que se gestan en diferentes territorios a través de las expresiones artísticas y las prácticas culturales. Por eso su trabajo como servidora pública en la Secretaría de Cultura, como Gestora Local de la localidad de Kennedy / Techotiba le ha permitido, en sus propias palabras “encontrar la felicidad laboral y la realización de su proyecto de vida”.
En la actualidad, la anunciada pérdida del trabajo que afecta a Suang Moreno es una realidad compartida por miles de personas en Bogotá, concretamente de 393 que trabajan en el Sector Cultura, Recreación y Deporte, y 3809 en todo el sector público del Distrito, situación que, aunque era de esperarse, muchos y muchas creían no tener que vivir amparados en las promesas de campaña que el actual Alcalde Mayor de Bogotá, Enrique Peñalosa Londoño, sobre la continuidad de los funcionarios del Distrito.
Promesas de político en Campaña
Precisamente la esperanza de continuidad en sus cargos de muchos empleados y contratistas distritales fue una alocución de octubre de 2015, del entonces candidato Enrique Peñalosa, en la cual se dirigía “a los empleados del Distrito, a los contratistas, quiero decirle que una de tantas calumnias que se ha inventado es que nosotros vamos a llegar a acabar entidades, a sacar a miles de personas, a hacer lo que hacen precisamente los politiqueros” – decía el aspirante. Sin embargo, hoy, cuando el candidato ahora es el gobernante e implanta su Plan de Desarrollo Bogotá Mejor para todos (y quién sabe si para todas, al menos no en el caso de Suang Moreno), se están cumpliendo los vaticinios que Peñalosa aducía como calumnias de quienes querían desprestigiarlo: miles de personas despedidas.
Por otra parte, Peñalosa justificaba su promesa de continuidad de los contratistas y empleados distritales porque “nosotros tenemos claro que el conocimiento que hay en las miles de personas que trabajan con el Distrito es un tesoro”. Tesoro que hoy se está echando de la casa, pues muchas de las personas que serán despedidas tienen una experiencia que, a pesar de ser aplaudida por el candidato del año pasado, hoy es desechada por el burgomaestre.
Así mismo, prometía que no se recortarían ni acabarían programas sociales y culturales en el Distrito, pero la realidad actual muestra que la continuidad de los mismos corre peligro porque la asignación presupuestas para su funcionamiento es mucho menor.
Más allá de las pérdidas de los empleos, derechos sin garantía
Si bien es cierto que con la actual administración distrital se están perdiendo puestos de empleados y contratistas, lo que también se va con éstos es la garantía de los derechos de las ciudadanías en Bogotá. En el caso del desarrollo de los procesos culturales de las comunidades, para los próximos 4 años, se está proyectando una propuesta que dista mucho del apoyo real a las comunidades y el fortalecimiento y construcción del tejido social a través de la cultura, las artes o el patrimonio. En dicha propuesta no sólo se disminuye la cantidad e personas; además hay una rebaja significativa en el presupuesto para que se puedan generar desde el Estado alternativas de transformación de vida de niños, niñas, jóvenes y adultos y mayores en la ciudad.
Si bien es cierto que el proyecto de Plan de Desarrollo Distrital Bogotá Mejor para Todos, y ojalá para todas, tiene como objetivo principal que Bogotá sea “una ciudad que propicia la felicidad, entendida como el desarrollo pleno del potencial del ser, superando el principal obstáculo para la felicidad, que es el sentimiento de inferioridad o de exclusión”, Suang Moreno dice que “es curioso, conozco muchos excluidos que son más felices que quienes han tenido una vida llena de privilegios”.
Sin embargo, la pregunta central que se hace a sí misma es “¿Qué planes, programas y proyectos son las más pertinentes para propiciar la felicidad que los liderados por el Sector Cultura? Qué puede hacer más feliz a la ciudadanía que propiciar que sus niños y niñas toquen violín, jueguen fútbol como James o asistan a una obra de teatro”. Lo expresa mientras conversamos sobre la posibilidad de que el ejercicio de la cultura pueda hacer más feliz a la gente que la construcción de un bolardo.
Mira unos documentos en los que ha gastado horas de reflexión en la formulación de proyectos de formación artística y cultural. Los señala y comienza a leer con énfasis un texto del pensador francés contemporáneo llamado Gilles Lipovetsky, que puso en uno de esos proyectos: “Hemos considerado que la educación artística era lo último: primero las matemáticas, las ciencia, un poquitico de arte, ahí, salpicado… Y creo que es un error. Es un error porque el hombre del mañana tendrá cada vez más aspiraciones estéticas: el amor por la belleza y la necesidad de expresarse por eso el autor afirma que la expresión artística, el amor al arte, a la fotografía, al video, al cine, le dan a la gente felicidad, una felicidad más personal, algo que se siente por dentro.
La cultural: de sueño a pesadilla
Desafortunadamente en el “Proyecto de Plan de Desarrollo 2016-2020” se debilita aun más el desarrollo de la política cultural de la ciudad. Analizando las cifras se puede evidenciar que en el cuatrenio se hace una reducción considerable al presupuesto del Sector Cultura, Recreación y Deporte, el cual contará con una inversión de apenas el 3,06% del presupuesto general de la ciudad en los 4 años, incluyendo los proyectos misionales de cada una de las entidades y la construcción de parques, que abarca la mayor parte de la inversión en el recurso del sector, lo que constituye un panorama es desolador.
La Secretaría de Cultura, por ejemplo, en sus convocatorias públicas a la ciudadanía, reducirá de 500 a 225 las becas del programa distrital de estímulos. Por otra parte, la ilusión de una Jornada Única enfocada en la educación artística y deportiva se convierte en tiempos escolares ampliados, y en cuanto al emprendimiento sólo se beneficiará a las industrias culturales, es decir, a las grandes empresas de la cultura, a las cuales se favorecerán con proyectos grandes gestados para lograr alianzas público privadas, como en el caso de la construcción de la nueva sede de la Cinemateca Distrital, que así como se plantea terminará siendo una de las miles de salas de cine de Salas de cine comerciales en Bogotá. Proyectos a los que, por supuesto, no podrán acceder las organizaciones culturales comunitarias de los territorios de la ciudad.
En este estado de las cosas, los recursos de los proyectos que llegan realmente a las comunidades tendrán un recorte sustantivo, con lo que el fortalecimiento de los procesos culturales en los territorios se verá restringido; llegará la nave del olvido a las comunidades y organizaciones que dinamizan la infraestructura pública a través de sus proyectos culturales, artísticos y deportivos, generalmente auto-gestados. En su lugar se plantean alianzas público privadas, inversión por cooperación internacional y la gestión de recursos para sostener los programas que son la columna vertebral del arte, la cultura y el patrimonio de la ciudad, con lo cual se deja la suerte de estos procesos a la voluntad del capital privado. ¿Qué pasará con ellos si no se consiguen esos recursos?
La metamorfosis laboral en el Sector Cultura, Recreación y Deporte
Como cuando Gregor Samsa, protagonista de la inmortal novela de Kafka, La Metamorfosis, “se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto”, Suango Moreno se despertó en la mañana del 11 de abril de 2016 con una desagradable metamorfosis tras la decisión de la administración distrital actual de dar por finalizado su trabajo.
Y esta metamorfosis no es sólo para ella; el panorama no es claro en el Sector Cultura, Recreación y Deporte, pero en los pasillos se escucha que la tercerización y los contratos de prestación de servicios son la salida; a pesar de los acuerdos con las centrales obreras en el orden nacional que prohíben el retroceso en las garantías laborales y de los hallazgos de la Contraloría que aseveran que los contratos de prestación de servicios desnaturalizan el empleo público y van en contra de la moralidad administrativa, la administración distrital insiste en que la salida son los despidos masivos en los 13 sectores.
“Amo mi trabajo, de verdad me hace feliz y soy de las pocas personas que puede afirmar eso, trabajo de domingo a domingo, en horas por fuera de la jornada laboral sin importar que no tenga el derecho a horas extra, porque en verdad me siento plena cuando estoy trabajando con la comunidad de la localidad en la que además vivo hace 20 años”, dice Suang. Sin embargo, este trabajo que contribuía a su felicidad hoy se ve seriamente amenazado en su continuidad; como si después de todo este tiempo de felicidad, Suang Moreno, al levantarse una mañana, tras recibir una carta, sintiera que todo se ha transformado.
Precisamente el amor a su trabajo y la convicción de que es un elemento que le permitió crecer dignamente como persona feliz, la llevó a hacer parte del Sindicato de Trabajadores de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte (SINTRACULTUR), y luego a postularse a la Junta Directiva, porque creía poder negociar con la administración sus sueños y los de sus compañeras y compañeros. “Pero desafortunadamente el sueño no va a hacerse realidad. Por ejemplo, los técnicos del Teatro Jorge Eliecer Gaitán que llevan 30 años prestándole sus servicios al teatro más grande del país, no pueden soñar con pensionarse del trabajo al que le entregan su vida de domingo a domingo. Los gestores territoriales, dinamizadores de las comunidades culturales y actores importantes en los espacios interinstitucionales por su alto nivel de cualificación y su experiencia territorial no podrán seguir sirviéndole a la comunidad desde su ejercicio como servidores públicos” dice Suang con un gesto de profunda decepción.
Pero su preocupación no sólo es el no cumplir con el sueño del trabajo decente. “Me preocupa más como funcionaria, la prestación del servicio a la ciudadanía; yo le pregunto a la doctora López –María Claudia López, la Secretaria de Cultura, Recreación y Deporte- quién representará a la entidad en los espacios de participación y ante la comunidad después del 31 de mayo”, dice Moreno, a quien su mayor preocupación es la falta de los equipos locales de cultura, precisamente en estos momentos en los que se proyecta la participación ciudadana en la formulación del Plan de Desarrollo.
En este momento, en que la ciudadanía deberá participar en lo que se llaman los Encuentros Ciudadanos, cuando la gente propone lo que necesita y desea quede plasmado en el Plan de Desarrollo, no habrá quiénes sean los intermediarios entre las entidades y los ciudadanos y ciudadanas, los Gestores Locales. “Lo lógico sería que se pensara en la prestación del servicio a la ciudadanía, pero no, fue más fuerte la fuerza que los argumentos” dice Suang Moreno ante esta situación. Cómo se desarrollará entonces la estrategía de abordaje territorial desde la SCRD, de la que habla el artículo 112 del Plan de Desarrollo Distrital, y como hará efectivo el seguimiento a la concurrencia y complementariedad en la gestión local de la que habla el numeral 7 del artículo 121 del mismo Plan, es un despropósito sin el personal que haga de esas dinámicas una realidad.
En medio de esta situación, aunque se pensaría que lo lógico es que en entidades como el IDARTES (Instituto Distrital de las Artes), donde hoy se cuenta con 45 funcionarios de planta permanente, 115 temporales, 765 contratistas y 461 artistas formadores tercerizados, se iniciaran procesos reales de formalización, que no sólo respondieran a un plan de desarrollo determinado, sino que fueran una política de ciudad, con lo que se garantizara el derecho a las culturas en la ciudad.
Estos recortes a los presupuestos y el personal dedicados a la cultura, en realidad se convierten en un escollo a la felicidad que tanto predica la actual administración, pues como dice Suang Moreno, parafraseando a una sabia de cuyo nombre no se refiere: “La cultura no es una actividad del tiempo libre; es lo que nos hace libres todo el tiempo”.