Aunque el presidente Juan Manuel Santos todos los días habla de lo cerca que se está de la firma de un acuerdo de paz, habitantes de esta región no creen que, algún día, parte del dinero que recaudan de su trabajo no se vaya a las arcas del grupo armado ilegal a través de la conocida 'vacuna', dado que esta práctica ya se volvió común para poder trabajar y, en algunos casos, vivir.
Las denuncias del alcalde de San Vicente del Caguán, Humberto Sánchez Cedeño, fueron conocidas a nivel nacional respecto a que esta organización sigue operando en su municipio y extorsionando a todos los sectores productivos locales. Pero lo cierto es que las FARC obligan a este tipo de pago a todas las personas a lo largo y ancho del departamento.
Sumado a esto, comunidades de Valparaíso, Solita y Cartagena del Chairá, entre otras localidades, han denunciado la presencia de hombres armados con la idea de ocupar los espacios que la guerrilla deje.
Volvió a ser común ver ganaderos, comerciantes y demás representantes de los renglones económicos de Caquetá 'haciendo fila' para ir a pagar la cuota impuesta precisamente por estos personajes mientras que los casos de abigeato, de carneo y el hurto a fincas y viviendas del área rural y urbana aumentan vertiginosamente.
Esto sin contar con el inconformismo generalizado que hay entre los colombianos por el asesinato de un soldado a manos de un francotirador del frente tercero en zona rural de Florencia, la semana pasada, y las heridas propinadas a otro uniformado bajo la misma modalidad ayer.
Lo más desesperanzador es que las autoridades lo saben pero guardan silencio (cómplice) para no contrariar al Jefe de Estado y evitarse, de paso, el despido del Ejército o la Policía, tal y como lo anunció el comandante del Ejército, general Alberto José Mejía, desde un principio: "quien no esté de acuerdo con las 'políticas institucionales' se va, independientemente del grado".
Lo que se está acordando en La Habana, a ciencia cierta, no se conoce en ninguna parte del país, situación aprovechada por la oposición para torpedear el proceso y lograr adeptos en esta causa; objetivo que, en algunos casos, se logra.
Mientras tanto, los caqueteños, desesperanzados, hoy siguen trabajando para su familia y las FARC. Mañana será para el grupo que lo reemplace, sin contar que nuestro departamento será zona de concentración guerrillera y nadie, absolutamente nadie, asegura que un excombatiente deje las armas y se reinserte a la vida civil de verdad.
@caquetaaldia