"Trabajadores obsoletos", así lo citaba un estudio titulado El futuro del empleo, entregado por la Universidad de Oxford en 2013, en el cual afirmaba que durante los próximos 20 años el 47% de los trabajos quedarán obsoletos, por la implementación de sistemas automatizados. ¿No le asusta la cifra? Pues en el 2019 una fábrica china sustituyó el 90% de su personal, el cual fue reemplazado por máquinas inteligentes, trayendo como consecuencia el aumento de su productividad en un 250% y reduciendo el margen de error en un 80% y así podríamos citar uno y otro ejemplo en el mundo.
Aunque es un tema del que se lleva años hablando y que poco a poco va dando pasos agigantados, vuelve a tomar relevancia cuando ya no se trata de industrias, sino de un tema intelectual como lo es hacer noticias. Así lo probó una columna publicada por el diario The Guardian el pasado 8 de septiembre, realizada por el generador de lenguaje GPT -3 de manera simple y concisa. De hechos, los editores de la publicación afirmaron que fue más fácil de editar este texto que los realizados por humanos. A propósito de esto, Diego Santos, columnista de El Tiempo, afirmó: “Si hay algo que la tecnología nos ha dejado claro, es su capacidad para revolucionar industrias y profesiones. Leamos sobre el GPT-3, entendámoslo y preparémonos para lo que se avecina”.
Con lo anterior, y adentrándonos más en el mundo de las profesiones en las que debe primar el intelecto, todavía se me hace increíble que los robots puedan desplazar el talento humano, haciendo que haya cada vez menos oportunidades de trabajo, más sistematización o, como lo plantea un documento de la Unesco publicado en 2018, la superación del género humano por máquinas cada vez más inteligentes. Prefiero pensar que no y que es un trabajo de inteligencia artificial al que le falta mucho para igualarnos, para aprender el fondo los contenidos, la simpatía, la correcta comunicación y hasta “las artimañanas” bien utilizadas que podemos tener los hombres y mujeres sobre esta especie robótica.
Sabiendo muy bien que la inteligencia artificial ya hace de las suyas en profesiones de salud, administrativas y contables entre otras, vienen varias preguntas a mi mente no robótica: ¿dónde quedan los esfuerzos de cientos de estudiantes de derecho, psicología, y comunicación social entre otros?, ¿Dónde quedan esos años en los que se quemaron las pestañas estudiando hasta altas horas de la noche?, ¿a dónde van esos miles de pesos invertidos por los padres, o los mismos estudiantes en algunos casos de préstamos con grandes intereses?, ¿es en serio que vamos hacia allá y nos tendremos que adaptar sea como sea?
Entonces, si ese es el fin para dentro de unos años que ya nos pisan los talones, valdría la pena que los centros educativos de carreras intermedias y facultades universitarias se sacudan un poco, visibilicen el futuro y empiecen a tomar cartas sobre el asunto para con fuerza ofrecer programas que sean de mayor utilidad y que nos mantengan a la vanguardia. De ese modo no tendremos en casa o en las calles más trabajadores obsoletos.