El TPP es un acuerdo pluricultural económico y geopolítico de 12 países, con énfasis de Estados Unidos que ingresó en 2008, que busca hacer contrapeso al gigante económico China, que promueve el FTAPP de La Zona de Libre Comercio de 21 naciones desde 1989.
El TPP comprende aproximadamente 23 áreas o capítulos: acceso a mercados, reglas de origen, procedimientos aduaneros, medidas sanitarias y fitosanitarias, obstáculos técnicos al comercio, contratación pública, propiedad intelectual, defensa comercial, políticas de competencia (incluye empresas del Estado), comercio transfronterizo de servicios, servicios financieros, comercio electrónico, inversiones, telecomunicaciones, medioambiente, cooperación, entrada temporal de personas de negocios, coherencia regulatoria, pequeñas y medianas empresas, asuntos laborales, competitividad, desarrollo y ssuntos legales e institucionales y solución de controversias.
Enhorabuena que Colombia no haya suscrito este tratado. Básicamente porque es un generador de desigualdad ya que los acuerdos bilaterales suscritos no son tomados en cuenta y están basados en los intereses de la hegemonía de Estados Unidos y sus consabidas prerrogativas.
El comercio entre ellos se regirá por las reglas allí establecidas. Los productos colombianos quedarán entonces sometidos a las reglas generales, más estrictas y menos favorables en términos de precios y requisitos. Adherirse como lo plantean es descabellado. Primero demos soluciones encaminadas a la competitividad:
- No tenemos infraestructura hacia el Pacífico. Es prioritario y se necesita interés desde el Gobierno para construir la malla vial en el menor tiempo posible (hoy las vías están enfocadas hacia el Atlántico). A esto se suma la necesidad de superar las profundas debilidades institucionales: la informalidad, la pérdida de confianza en la justicia, la codicia y la corrupción.
- Lo que marcará una diferencia serán los atributos de calidad, precio y diseño de los productos que Colombia ponga en los mercados internacionales.
- Un modelo educativo orientado a generar capacidades para la innovación.
Todos los TLC firmados por Colombia sin objetivos concretos sobre la base de especulaciones teóricas de índole general, sin sustento en la realidad, y por eso contienen infinidad de cláusulas lesivas para el país que han acabado con las pequeñas y medianas industrias y la agricultura.
Con el TPP se verían gravemente afectados nuestros productos básicos; el azúcar, la panela, el café, y los productos lácteos. El precio del azúcar, entre productores y sus clientes, no representaría, entonces, la principal motivación para justificar la eliminación de la Franja Andina de Precios (SAFP) y del Fondo de Estabilización del Precio del Azúcar (FEPA). Las decisiones de la Superintendencia de Industria y Comercio y del Comité Triple A en contra del sector azucarero responderían a presiones de agentes internacionales para beneficiar a la contraparte en una eventual entrada del país al TPP y OCDE.
Médicos sin Fronteras ha afirmado que “El TPP está en camino de convertirse en el tratado más dañino de todos los tiempos para el acceso a medicamentos en los países en desarrollo”, ya que podría ampliar a su favor el plazo de las patentes de 20 años a 25. Busca, además, limitar desde la posibilidad de los gobiernos de fijar políticas públicas sobre precios a los medicamentos hasta la de negociar mejores condiciones en las compras estatales, los derechos digitales e internet y el libre acceso de los ciudadanos a la cultura y a la salud.
Es hora de afrontar reglas que conduzcan a la competitividad con los ya suscritos, y no seguir envileciendo los contratos laborales de los nuestros con tercerización. Hay que exigir más impuestos a los grandes capitales y un cambio sustancial incrementando el valor porcentual de las regalías y un claro viraje hacia la agricultura, con protección del medioambiente, y salir del fracaso minero energético que nos ha conducido al deterioro ambiental y destrucción de nuestras riquezas hídricas.
