Era 1992, Colombia era un país incendiado por la violencia, aislado del mundo, con Pablo Escobar defendiéndose a punta de carros bomba, resultaba poco atractivo como destino de músicos con ganas de hacer conciertos. Ningún grupo de rock se moría por venir y pasaban derecho rumbo Venezuela, Perú o Brasil. Por eso, anunciar las dos tandas de Guns N’ Roses en el estadio El Campín, hace treinta años fue algo parecido a una audacia, una increíble hazaña. Esto significó la toteada que se pegaron Felipe Santos y Julio Correal en el concierto de Guns & Roses hace 30 años.
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En enero de 1992, un grupo de empresarios encabezados por Felipe Santos, hermano de quien fuera veinte años después presidente de Colombia y del conocido periodista Enrique, el mayor de los tres. Julio Correal, un socio en la aventura empresarial fue quien tiró la primera piedra. La idea era traer, junto a Armin Torres, al General cuyo meneíto enloquecía las disqueras colombianas, pero los planes cambiaron cuando se enteraron de que AXL Roses y su corte estarían en Caracas. Se arriesgaron y firmaron el contrato por USD 1 millon respladado por cuatro personas, cada uno asumiría USD 250 mil. Serían dos presentaciones, 28 y 29 de noviembre de 1992. Pero la suerte se cebó contra ellos.
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— Páramo Presenta (@paramo_presenta) October 10, 2022
Primero fue enterarse a través del televisor que la intentona de golpe de Hugo Chávez al gobierno de Carlos Andrés Perez había cerrado el aeropuerto de Caracas. Por lo tanto se perdía una de las fechas. Ya había un hueco, como le diría años después Correal a la revista Vice, del tamaño de un cráter lunar. Además el techo que habían traído desde Estados Unidos en uno de los ensayos previos al concierto en Bogotá, un aguacero hizo caer la estructura. Felipe Santos y Correal se pusieron a llorar al ver lo que había pasado. Si llovía, el concierto se cancelaba.
Y entonces el domingo 28 de noviembre las filas rodeaban el barrio Nicolás de Federman. Gente de todas partes del país llenaron el Campín: cincuenta mil personas. El concierto duró sólo una hora. El caos era total, miles de fans de Guns & roses, que querían entrar al estadio, hicieron la mera revolución en las afueras. Un verdadero caos.
Es que en ese momento el combo de Slash era lo máximo en la música. Muchos decían que serían los sucesores de los Rolling Stones. Pero los excesos de Axl Roses lo mermaron y hoy, aunque siguen haciendo unos espectáculos maravillosos, los sesenta años le empiezan a pesar.
Si bien el momento más hermoso de esa noche fue cuando Axl, sentado al piano, cantó November Rain e inmediatamente comenzó a llover, esto significó la ruina total para Armín Torres, Felipe Santos y Julio Correal. La lluvia podía electrocutarlos. Correal se dio cuenta que los músicos no regresarían a cerrar el concierto y se encendió contra su manager.
La revista Vice le hizo a Correal esta entrevista en el 2019 y es uno de los mejores relatos de rock que se han hecho en este país