Ocurrió el pasado doming 22 de octubre. Alejandra Rodríguez* esperaba su primer hijo. La ilusión de una madre a los 32 años. Sin embargo, la ocasión más esperada, se trasformó en una pesadilla. Alejandra fue humillada, rebajada a condiciones de animalidad, por parte de los médicos de la Palermo, clínica que ella y el padre habían escogido creyendo que les daba la garantía de confiabilidad que busca una mujer que se va a convertir en mamá.
Llegó a las 2:30 de la madrugada, estaba afiliada a la EPS FAMISANAR. Le hicieron una valoración y la mandaron a una sala de espera. Le informaron que no podían atender al proceso de parto porque no había camilla, sentada en un sofá hasta las 7 de la mañana. No hubo control de ningún tipo. A las 7:30, ya con todas las contracciones encima, la ingresan a la sala de partos donde había otras mujeres a punto de dar a luz. Ahí comenzó todo porque las contracciones se ahondaron. El dolor era imposible de resistir. La acostaron en la camilla numero 4. Una doctora vino, le hizo el tacto, Alejandra empezó a quejarse por el dolor, una enfermera la empezó a atender y empezó a hacerle comentarios ofensivos:
-Bueno mujer, si usted abrió las patas, ¿Cómo no se va a aguantar el dolor?
Empezó entonces la pesadilla. Ese no fue el único comentario. Alejandra le dijo que tenía ganas de orinar y ella le trajo una vasinilla mojada y sucia, la paciente se quejó y la enfermera le respondió con desprecio:
-Si quiere voy a lavárselo, chistosa.
Cuando el anestesiólogo le puso la epidural, una de las inyecciones más terroríficas que alguien puede recibir, la enfermera, lejos de ser un soporte emocional, siguió mostrando fastidio con comentarios como “Usted si es floja, usted para que se pone a traer hijos”. Después de aplicarle la anestesia el dolor disminuye y duró 40 minutos dilatando. Una doctora le hizo el tacto y le aseguró que ya estaba en el nivel 10 y que todo estaba listo para pujar y traer su hija al mundo. A pesar de la anestesia Alejandra sintió un dolor agudo. Ahí, retorciéndose del dolor, un médico se acercó y empezó a hacerle los peores comentarios que una mujer puede recibir en una situación como la que estaba viviendo: “Deje de gritar como una vaca”. A pesar del momento tan crítico la hicieron moverse a otra camilla gritándole “Apure, levántese rápido de la camilla”. Se pasó a la otra camilla y la llevaron a una sala donde hay otros instrumentos y empezaron a alistarla para inducirla al parto.
Alejandra les preguntó a las enfermeras que para qué la llevaban ahí, ella necesitaba saberla y una de ellas, ofensiva, le respondió “pues a parir” aunque nunca le informaron cual iba a ser el procedimiento. Como si fuera un milagro Alejandra pudo tener a su hija en un parto tan cruel como los que se ven en la serie House of dragons.
Un estudio de la Universidad Industrial de Santander del 2016 reveló que cada vez son más las mujeres en hospitales y clínicas de Colombia que son víctimas de violencia obstétrica, dichas agresiones han venido siendo normalizadas por las pacientes como puede ser el caso de la Palermo. Alejandra, por ejemplo, contó que, cansada del maltrato, la altanería y la humillación que le propinó el cuerpo médico, llegó un momento en la que reaccionó gritándole a una enfermera. El hecho fue tan notorio que una de las médicas, jefe de piso, tuvo que salir a disculparse, dando unas explicaciones que sonaba casi como una amenaza: “Las cosas malas que pasaste es mejor que se queden acá”.
Para acabar de completar la historia clínica que le entregaron no tenían nada que ver con la realidad, ni con el peso de la bebé, ni con el tamaño de la niña, ni mucho menos su nacimiento que tenía un desfase de 12 horas. Cero rigor, maltrato y burlas. En la historia clínica entregada a la paciente no viene ni siquiera el nombre del médico o las enfermeras, como si no quisieran exponerse a una denuncia.
¿Existe algún registro de las mujeres maltratadas en esta clínica? Un parto es una experiencia lo suficientemente traumática como para ser agravada con una experiencia mutilante como esta. La Organización Mundial de la Salud OMS, aclara que todo centro médico debe garantizarle a las mujeres el derecho a un parto con todo el cuidado que se necesita: “todas las mujeres tienen derecho a recibir el más alto nivel de cuidados en salud durante el embarazo y el parto, lo que incluye el derecho a una atención digna, respetuosa, competente y comprensiva”.
Alejandra es una mujer fuerte y está muy reciente su parto. Aún no sabe las dimensiones del daño. Espera que el trauma vaya pasando. Una buena manera de que esto suceda es que la Clínica Palermo reconozca su error, tomando, entre otras decisiones, la de despedir al cuerpo médico que la atendió. Nadie se merece ser atendido por este tipo de profesionales tan descuidados y sádicos.
*Nombre ficticio para proteger la integridad de la víctima