Homero, el escritor griego a quien se le atribuye la autoría de la Ilíada y la Odisea, en uno de sus relatos cuenta la historia de una mujer llamada Penélope que tardó largos años esperando a su esposo Ulises, luego de que este se fuera a la guerra de Troya. Entonces, para calmar su desespero e ingeniosamente hacer esperar a sus pretendientes durante el día tejía un sudario para el suegro Laerte y por la noche lo destejía.
Penélope nunca perdió la esperanza de volver a ver a su esposo en Ítaca, ese era su anhelo, ese era su deseo, ese era su verdadero ilusión, así se lo hacía saber a sus dioses. Un día cualquiera, después de haber vivido una serie de desventuras, Ulíses, disfrazado de mendigo, retorna a la isla para recuperarla, con la ayuda de su hijo Telémaco, pues había una buena cantidad de pretendientes que ansiaban, como buitres, el amor de su esposa.
Con el barrio Santa María ha pasado algo parecido, la diferencia es que acá nunca llegó su Ulises.
Hace aproximadamente cuatro años, después de haber confiado en Milad Barguil, la comunidad, volvió a creer en lo que ellos llaman "Los turcos". Con un parque recién pintado a puro cal para medio esconder las manchas creadas por el verdín y el deterioro, porque así es mi barrio, al forastero se le atiende bien. Rebasado de jóvenes, ancianos y niños, el barrio le dió la bienvenida al candidato Elber Chagüi, todos estaban entusiasmados porque después de casi un par de décadas en el olvido, un señor de aspecto serio y bonachón, prometía un parque y una escuela digna. Al candidato, en ese entonces, los representante de la junta de acción comunal en cabeza de su presidente le leyeron solo nueve necesidades que debían ser atendidas con suma urgencia el primer año de su mandato, porque eso sí, aspirante que logra desbordar el parque de Santa María, póngale la firma que gana y por eso se le exige.
Aquellas necesidades eran, en su mayoría, sencillas de intervenir. Hasta yo, que nunca había estado en esas vainas de la política, como líder social me creí el cuento, además porque entendí que sin el apoyo de una administración municipal, nuestro trabajo comunal no va más allá de pintar y limpiar el parque un domingo, poner pañitos de agua tibia, solo eso. En aquel momento, la lista de peticiones, que al día de hoy han empeorado, eran las siguientes:
1. Construirle las tapas de canal que atraviesa el barrio.
2. Instalar el sistema de alcantarillado en el sector "El Bolsillo".
3. Restaurar el salón comunal.
4. Mejorar la infraestructura de la escuela Santa María, una de la más antigua del municipio.
5. Instalar dos reductores de velocidad en cada calle.
6. Pavimentar los 200 metros de trayecto que hace falta.
7. Restaurar el parque.
8. Apoyar el proyecto comunal de lectura y escritura "pintores de historia".
9. Atender a la población de la tercera edad con el programa salud en casa.
Esa recordada noche, el mismo candidato en mención se comprometió a intervenir esas necesidades el primer año de su gobierno.
Todos le aplaudieron su discurso verborreico, todos menos un anciano que estaba sentado a mi lado. A ese señor le pregunté por qué no se emocionaba, y con la paciencia que da los años, cruzó las piernas, miró mi rostro e interpeló: "¿tú sabes cuántas veces he escuchado la misma joda? Estos almendros que sembré hace mucho tiempo, son testigos de toda la carreta que han dicho estos tipos, no le creo a ninguno".
Han pasado tres años y a este señor no lo he vuelto a ver. Quisiera encontrármelo para decirle que en verdad nada nuevo sucedió en el barrio.
Finalmente, Elber Chagüi fue el gran ganador de las elecciones y de nuevo todos contentos porque el progreso era casi que seguro. En el primer año el salón comunal fue restaurado pero no por la alcaldía sino por la gestión de la JAC (Junta de Acción Comunal) con una fundación bancaria.
La cosa empezó a cambiar de color cuando asumimos el primer reto y la administración no nos acompañó. Otra vez, venía una empresa eléctrica a construir una subestación al lado de la ya existente que es de Electricaribe, nos opusimos férreamente a ese proyecto, tanto así que solicitamos una audiencia pública ante la CVS (Corporación Autónoma de los Valles del Sinú y San Jorge), la razón era sencilla. La que está, por décadas, ha causado muchas molestias a la comunidad. Luego de un año de resistencia, la empresa pudo construir esa subestación con algunos compromisos sociales, medioambientales y demás. Hasta el momento con ellos, todo marcha bien.
Cuando vinieron las temporadas de lluvias, el canal volvía a hacer estragos, las calles del sector "El bolsillos" encharcadas, el parque solo servía de piscina improvisada para que los niños chapucearan. Y, una vez más la administración municipal no llegó.
Otra vez, Penélope se quedó esperando a su Odiseo. A falta de tres meses para las nuevas elecciones regionales, llegaron unos ingenieros a medir las calles, me solicitaron acompañarlos. Yo, muy contento le decía a la gente que ahora sí, que iban a instalar el alcantarillado y que por primera vez en estas navidades iban a bailar en pavimento. Todos aplaudían, menos un señor al que un imprudente le pidió que votara por Memo y él, con la sabiduría que dan las canas dijo: "calma, calma, que yo, a la piscina no me tiro de pecho, hay que esperar".
De todas maneras, el tiempo le dió la razón porque al frente de su casa solo quedaron las huellas de las botas de aquellos ingenieros, que jamás han vuelto a aparecer por la comarca.
El viernes antes de las votaciones, una cuadrilla de personas con pico y pala al hombro, enviadas por planeación, iban a cavar la calle, pero la gente se opuso a tal bestialidad. Todos sabían por dónde iba la vaina. Era demasiado tarde, Santa María había decidido, se cansó de tejer y destejer. Los años del progreso seguro, pasaron por Santa María, sin pena ni gloria.
Ahora, un joven candidato, Antonio Rhenals al que mal llamaban "El de la sopita", un hombrecillo de baja estatura y al decir de las señoras "chiquito pero tiene un corazón del tamaño del cielo". Este muchacho ha sido un verdadero fenómeno, Toño contagió a todas las bases populares de Cereté, quedó demostrado con esa pavorosa aceptación de 30.247 mil votos, nunca antes en la historia de este minúsculo municipio, una figura había causado tanto júbilo social. Ahora carga en sus hombros el sueño de todo un pueblo, un compromiso social que debe asumir con mucho respeto. Él, no solo se sentó al lado de Santa María, sino que también le ayudó a tejer. Si el progreso no llegó, su gobernanza municipal con el emblema "de corazón con la gente" augura un buen comienzo.
El parque nuevamente volvió a llenarse hasta los tequeteques. Con un discurso fresco, simple y libre de la retórica tradicional, "Toño", "el que no quitará moto", le regresa la esperanza a un barrio olvidado por el olvido. Esa fue la primera señal de la victoria, definitivamente al que logra conquistar Santa María. Alea iacta est (su suerte está echada).
Sin embargo, aquel señor macondiano y melquiadezco, se vuelve a cruzar diciendo "tranquilos, tranquilos hay que esperar". Yo creo que lo dice por una sola razón. A Santa María, con los candidatos autoproclamados del pueblo, le ha ido muy, pero muy mal.
Revisemos la historia un ratico, desde que yo tengo uso de razón (como si eso fuera una cosa), el primer mandatario que llegó prometiendo vainas al barrio fue José García, a ese señor terminaron atrubuyéndole un apodo salido de Disneylandia: "El gato volador", porque eso sí, el pueblo sanciona con carnaval, aquí se burlan hasta del presidente.
Luego, regresó un "turco" llamado Milad Barguil, ese señor llenó el parque, pero se desinfló. Con él nada de nada, lo terminaron apodando "Toro senta'o'", tal vez por su afición a las corralejas o porque, decía la gente, duraba todo el bendito día sentado en el sillón municipal. Es que si no cumple, de alguna manera tiene que pagar.
Después, el parque lo vuelve a llenar un man que llegó con el cuento de "por amor a Cereté" y todos se tragaron esa barbaridad. Ese periodista se metió a la gente en el bolsillo porque denunciaba vainas por el Canal Caracol y pregonaba que le dieran la oportunidad a un hijo del pueblo, que ya estaba bueno de los "turcos" y bla bla bla. Su mayor logro, jajaja, fue haber inscrito al municipio al libro de los Guinness de récords por dos épicos actos: El primero, con el fandango más grande del mundo. El segundo, y no menos importante, la construcción de la casa más rápida del mundo. Y para colmo, a su mandato, la gente le asignó el sobrenombre de "La saga" porque le dió trabajo en la alcaldía a toditica su familia. Este señor, tampoco se iba a salvar de la etiqueta, lo terminaron llamando "periódico de ayer o noticia vieja".
Finalmente, un señor llamado Francisco "El Negro" Padilla, le pone lámparas al parque y corta algunos árboles. "¡Nojoda, pero algo hizo!" gritó una señora que iba pasando mientras escribo estas líneas.
Es que como se tiende a recordar el pasado con añoranza, nuestra mente solo guarda los momentos más bacanos y tira al olvido los feos. Pero en este caso, Santa Maria no añora nada. Las razones son obvias, "el amor a Cereté" nunca llegó; el "servir es mi pasión" medio se asomó; y el "progreso seguro" como que se asustó.
Ahora, Santa María espera como Penélope que el "de corazón con la gente" sí la atienda y no solo le lleve la sopita sino que también resuelva sus necesidades. Sn embargo, otra vez me cruzo con el viejo melquiadezco y me susurra al oído: "hay que esperar".