Surge, para alimentar la dieta política colombiana, el Partido del Tomate. Se trata de una iniciativa joven, fresca, indignada y sobre todo, ¡no conforme! Porque cuando nos conformamos con la forma en que las cosas suceden, envejecemos y claudicamos. De ahí que los partidos políticos estén llenos de personas viejas, resignadas a seguir como borregos promesas gastadas y líderes sin ideas.
Debo aclarar que no tengo nada contra llegar a vieja… es algo que ya está garantizado, no solo para mí, sino para todo el mundo. Aunque claro, estoy mucho más cerca de serlo, por ejemplo, que los creadores del Partido del Tomate. De lo que sí quiero estar lejos es del conformismo. Todos los días me repito que la política tiene que ser otra cosa, tiene que buscar realmente trabajar para hacer mejor la vida de las personas y no sólo de sus dirigentes.
Los actos simbólicos con que se presentaron en sociedad los tomateros han sido hasta ahora relativamente simples: tirarle tomates a íconos de la política nacional y consultar, a través de las redes sociales, sobre el destino más apropiado para la siguiente tomatina. También se aventuraron a vestir la estatua de Cristo Rey en Cali con un mensaje del papa Francisco. Esto ya resultó una labor más arriesgada porque requirió cierta técnica como poleas y escaladores.
La semana pasada María Jimena Duzán presentó en entrevista los primeros rostros de esta iniciativa: tres jóvenes con muchos diplomas y compromiso político del bueno que se declaran desilusionados con alternativas como la Ola Verde e indignados con la política tradicional.
Ambientalismo, libertad, ciudadanos que se tomen en sus manos la política y decencia, son algunos de los postulados que le pedirán a quienes aspiren presentarse en sus listas al Congreso, porque el Partido del Tomate ya anuncia que va a recoger 50.000 firmas para presentar listas cerradas en las próximas elecciones.
Como pasó hace cuatro años con la Ola Verde, se siente un aire fresco con la aparición de estas opciones, pero también el mismo temor de que sea solo una brisa pasajera que dejará nuevas desilusiones. Crear un partido sobre redes sociales no es fácil así los tomateros digan que “…son las únicas que pueden salvar la democracia… porque la profundizan”
Ciudadanos libres y felices, es algo contra lo que nadie puede oponerse y esos son los dos pilares de la política del tomate. Los respeto y deseo que progresen en su búsqueda de una mejor sociedad, pero debo confesar que tengo algunas dudas y respetuosamente se las expreso.
Dudo de la democracia de las redes sociales, dudo de las alternativas que no hacen un recorrido por los sectores populares para conocer cómo piensan, que desean, cuál es el sentido de libertad y felicidad que tiene los estratos que no van a la universidad y dudo de la democracia construida en épocas electorales donde la búsqueda de votos se confunde con la búsqueda de éxito personal.
Me comprometo, eso sí, a tener mi ojos y oídos abiertos a las iniciativas de estos jóvenes que han sido capaces de sobreponerse a la anterior desilusión de la Ola Verde y cambiar de color. Eso si es tomarse otra dosis… ojalá no sea del mismo purgante.
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