Raphael es como un Rolling Stone, incombustible, potente, eterno. En Bogotá estuvo la última vez en el 2018 y fue una locura. Era sorprendente verlo con tanta fuerza y habilidad a pesar de sus 77 años. Raphael ya no bebe y tiene una vida consagrada al ejercicio. Pero no siempre fue así. Como confesó esta semana el español afirmó que "Bebía para dormir, fui aumentando sin darme cuenta.... y me estaba pudriendo un órgano vital".
Así lo dijo en una entrevista del programa El objetivo, pasado en Movistar Plus. A Raphael lo salvó un trasplante de hígado en el 2003 que estuvo a punto de costarle la vida. Así lo confesó en la entrevista en donde afirmó que tenía que beber para dormir: "Empezó en los aviones y después en los hoteles cuando pusieron los minibar”, afirma. “Y me bebía una, luego dos... y dormía como un lirón, toda la noche, y al otro día podía cantar como los ángeles, bien descansado, pero claro, me estaba pudriendo un órgano vital”. “En ese momento mi vida se iba, además, por una memez absurda que fui aumentando sin darme cuenta y todo por dormir, por dormir, por descansar... y se formó una pelota que pudo costarme la vida”.
Raphael además le agradeció a su donante: "Fue todo muy dramático porque además había que esperar. Primero a que me tocara el turno y segundo a que ese turno que me tocara me viniera bien, porque no todos valen para todos. o tengo la suerte y el honor de haber sido trasplantado por una persona que dio su vida a cinco, lo aprovechamos cinco”.