Poner de acuerdo a tirios y troyanos en torno a unos objetivos que conduzcan a la mayor suma posible de satisfacciones sociales no deja de ser un reto de difícil concreción, y más aún si tales objetivos deben llevar implícito el reconocimiento de que los resultados que se buscan deben estar distribuidos sin ventajas para ninguno.
Alcanzar dichos acuerdos debiera ser propósito de todo gobierno. Desafortunadamente lo que se estila es un simple amague, como ocurre, por ejemplo, con los presupuestos participativos, los cuales han sido en Ibagué un mero contentillo, salvo en la alcaldía de Guillermo Alfonso Jaramillo, en la cual no fue ni eso.
Actualmente está en desarrollo un proyecto denominado Colombia Visión 2050, a través del cual se busca que los colombianos participemos en el diseño de la Colombia que quisiéramos tener de aquí a 2050.
Según lo dice Planeación Nacional, “Visión Colombia 2050 permitirá comprender el país con el que sueñan los colombianos e identificar las acciones para conseguirlo”.
La tarea mencionada es perfectamente realizable, pues siempre será fácil identificar ese sueño, y en tal sentido, el DNP ha invitado a todos los mandatarios regionales a formalizarlo. Desafortunadamente, tal directriz no ha sido acogida con mucho entusiasmo, aunque sí con algunas excepciones.
De esas excepciones hace parte, por fortuna, el Tolima, cuyo mandatario ha comenzado a concitar el interés social en torno a tal propósito. Así lo demostró el pasado 31 de enero al adelantar en el auditorio de la gobernación el evento de socialización de lo que debe ser la Visión Tolima 20-50, al cual fueron invitados diversos sectores, aunque se notó la ausencia de los líderes sindicales y comunales.
Es bueno anotar que el gran cometido que se debería buscar con el desarrollo de esta Visión es el de garantizarle a la población todas las posibilidades para que puedan acceder al anhelado bienestar que todos sus integrantes merecen.
Sin embargo, en aras de evitar falsas ilusiones, señalemos que un aspecto problemático que habrá de dilucidarse de entrada es el relacionado con los vínculos entre las políticas públicas y el sector privado, pues ellas serán determinantes en lo que finalmente se alcance.
Lo de esperar, en razón al pensamiento neoliberal que domina la actuación de las castas políticas en el poder, es que se privilegie lo privado sobre lo público, a no ser que logremos trastocar ese modelo económico en los eventos electorales que se darán a partir del 13 de marzo de este 2022, los cuales tendrán a Gustavo Petro entre sus principales protagonistas, según lo informan las encuestas y lo confirman las multitudes que lo acompañan donde quiera que se presenta.