Mañana estamos convocando de nuevo un gran paro nacional. Para los trabajadores que participen, del sector público o del sector privado, esta es una protesta garantizada por la Constitución y la ley, un ejercicio del derecho a la protesta, a disentir o declarar la huelga, amparados, entre otras, por la sentencia C-858 de 2008. Para la inmensa mayoría ciudadana, desempleada o informal, será una jornada de protesta, de movilización, de indignación, de reclamo, porque el gobierno nacional no ha intentado siquiera resolver las necesidades más elementales de las mayorías, sobre todo, sus derechos a la vida y la vacuna, a alimentación y a la Renta Básica.
Estamos pasando por el tercer pico de la pandemia. Muchas ciudades están tomando medidas de confinamiento, toque de queda, ley seca entre otras. Aun así, la movilización es imparable, a diferencia de lo que ocurrió el año pasado en el primer pico cuando se suspendió uno de los paros. En las redes, en los medios, en los barrios, las comunas y localidades, la ciudadanía y desde la sociedad civil estamos pensando en desatar diversas maneras de manifestarnos. Este Paro Nacional debe ser pacífico, amplio, multicolor, diverso y, sobre todo, que continúe la otra primavera colombiana, como la del pasado 21 de noviembre de 2019.
Ya desde otras orillas nos llaman irresponsables por salir a protestar y por cesar labores. Parar en el trabajo, faltar por un día (o indefinidamente) no pone en riesgo a la vida de los trabajadores. Nada ocurre tampoco con desconectarse, si los tres millones de trabajadores deciden parar el teletrabajo. Tampoco ocurre nada con participar de cacerolazos, plantones, marchas, mítines, huelgas, si se respeta el distanciamiento físico y usando mascarillas, gafas, máscaras y todos los medios de protección necesarios.
No nos vamos a quedar quietos, al menos la mayoría. Lo que está ocurriendo con este gobierno es grave en extremo y no nos quedaremos encerrados. Otros, los vulnerables, los que tienen un legítimo miedo (“quienes no tienen miedo no son personas normales y eso no tiene nada que ver con la valentía”, decía Jean Paul Sartre) y los que no puedan salir a las movilizaciones, pueden protestar de mil maneras y desconectarse del trabajo y desde las redes sociales manifestar su inconformidad, será muy útil. Ubicar carteles, banderas e insignias en las casas, en las calles, en los puntos de encuentro de los barrios, son formas de disentir contra el poder político, hoy de espaldas al pueblo.
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La primera de las razones es el fracaso del plan de vacunación. El gobierno llegó tarde al reparto mundial de vacunas y no ha sido capaz de inmunizar gran parte de la población
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Las razones son muchas. La primera de ellas, quizá el fracaso del plan de vacunación. El gobierno llegó tarde al reparto mundial de vacunas y no ha sido capaz de inmunizar gran parte de la población permitiendo por su inacción, la muerte de miles de colombianos. La concentración en el poder ejecutivo a través de la cooptación de la mayoría del Congreso y los órganos del control. La desprotección de pequeñas y medianas empresas, el despido de millones de trabajadores sin protección social alguna y su negativa a implementar una renta básica permanente. La iniciativa de vender activos de todos los colombianos a través de la compra de ISA por parte de Ecopetrol enajenando acciones públicas. La reciente propuesta de reforma tributaria que agravará la situación de pobreza que sufren millones de colombianos.
Es muy grave también el proyecto de ley que impulsa el partido Cambio Radical, aliado del gobierno, para seguir mercantilizando el precario sistema de salud, el cierre de oportunidades para tantos jóvenes condenados a la violencia y a la precarización laboral. Las razones, en resumen, son sus decisiones, las que favorecen a sus amigos, los superricos, los grandes capitales y que afectan a las mayorías que escasamente comen una o dos veces al día.
Y estas manifestaciones nacionales deberán hacerse con firmeza, pero sobre todo con alegría. Por eso vienen bien las batucadas, las tamboras, los conciertos, los bailes, los colores, el festín. Y la alegría es porque debemos levantar las banderas de que otro país y otra sociedad es posible. De que esta horrible noche, cesará. De que todo lo que estamos proponiendo como alternativo, podemos hacerlo si ganamos mayorías en el Congreso y un presidente que sea el producto de un gran frente amplio, sin vetos, ni exclusiones. La indignación la tenemos que convertir en votos. Mañana millones en las calles y en el 2022, millones en votos. Lo que nos implica hablar con quienes todavía tienen otras opiniones y convencerlos.
Las razones que nos llevaron en la USO a ser parte del Comité Nacional de Paro en 2019 hoy son más graves, por eso, a pesar de la pandemia y con los mismos cuidados que nos han obligado a tener para mantener una vida normal, productiva y con las mismas formas en que se cuidan millones de colombianos que viven del rebusque, salgamos con fuerza, firmeza y entusiasmo a este gran Paro Nacional.
Utilicemos las redes para demostrarle al mundo que no estamos contentos con este desgobierno y que en 2022 lo vamos a cambiar por alguien que proteja al pueblo y también tutele lo público, que piense en fortalecer el trabajo decente, la paz, la salud, la educación y el medio ambiente.
¡Vamos todos al paro!