La cuenca amazónica es una región de más de siete millones de kilómetros cuadrados, cuyos linderos están adornados con las banderas de nueve patrias suramericanas: Brasil, Perú, Bolivia, Colombia, Venezuela, Ecuador, Guyana, Guayana Francesa y Surinam, cuyos pueblos ostentan con orgullo su condición de señores y dueños de este territorio.
Pero no solo estos países reclaman ese señorío. Según Viviana Zubkow, directora de Maestrías de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina, Estados Unidos se viene preparando, y está preparando también a la opinión pública, para poder apropiarse de esa inmensa extensión de tierra y agua, la de mayor biodiversidad en el mundo.
El procedimiento es muy sencillo. Simplemente está enseñando en sus escuelas que estas áreas son internacionales, que están bajo la protección de Estados Unidos y la ONU y que ellos tomarán su control “para salvaguardar el oxígeno del planeta”.
Pero no solo por ser áreas internacionales protegidas por ellos, sino por estar localizadas en una de las regiones más pobres del mundo, Sudamérica, de la cual hacen parte, según dicen estos gringos, ocho países irresponsables, crueles y autoritarios… en su mayoría, reinos de la violencia y de las drogas... de la incultura y la ignorancia.
Con semejante expediente, resulta extraño que ningún ciudadano de ese país se haya puesto a la cabeza de un movimiento que reivindique como una necesidad inmediata la toma de esos territorios por parte de los marines norteamericanos. Tal vez esto obedezca a que ya están todos enterados de los muchos avances que su país ha alcanzado en ese propósito, como es el de estar frenando, y en algunos casos hasta reversando, la tendencia hacia gobiernos de izquierda, así como el de haber logrado tachonar estas tierras con bases militares, dotadas algunas de ellas de modernísimos laboratorios, en los cuales adelantan investigaciones con virus y bacterias con el fin de transformar sus hallazgos científicos en patentes de nuestro patrimonio genético y armamento bioquímico capaz de liberar la zona de campesinos que puedan obstaculizar sus inversiones en minería y generación eléctrica.
El tema es largo y muy seguramente después tendremos que volver sobre él. Por ahora, contentémonos con saber que a mediados del año entrante, en Puerto Leticia, habrá un encuentro internacional de artistas, poetas y soñadores preocupados por la expropiación y muerte de tan vital ecosistema, pero dispuestos a dar lo mejor de sí para impedirlo. Quienes no somos artistas, poetas ni soñadores también estamos invitados, según nos lo informa uno de sus organizadores, el maestro Arlés Herrera, poeta de la caricatura y soñador de utopías, mejor conocido como Calarcá. Estamos a tiempo de organizar la participación del Tolima.