En las notas anteriores, enfaticé tres características del sistema educativo colombiano que inciden directamente en la precaria salud de los docentes, que, a su vez, es síntoma del colapso del sistema:
1. Perversos parámetros que permiten más de 20 estudiantes por salón de clase.
2. Sueldos irrisorios que están muy por debajo del promedio de los países de la OCDE y de otras profesiones en Colombia.
3. Sistema de evaluación y ascenso que no premia la reflexividad académica y tampoco valora la inserción sociocultural del docente en comunidades vulnerables.
Esos tres puntos solo podrán ser subsanados con una contundente movilización gremial y/o con la llegada a los cargos de dirección del ministerio y de las secretarías de educación de personas técnicamente capacitadas, que hayan ejercido la docencia en el sector público y estén comprometidos con una educación para una sociedad más amable y equitativa.
A su vez, construir un nuevo sistema educativo, implicará tres procesos interactivos:
1. Multiplicar el presupuesto de educación varias veces.
2. Analizar las experiencias de otros países.
3. Fortalecer los espacios y aspectos progresistas del actual sistema.
En tiempos pospandémicos posibilidades en ese sentido atraviesan la urgente discusión sobre el grado 12 y la jornada extendida, entendiendo que, pese a todo, para millones de niños, adolescentes y jóvenes, la escuela es el espacio social más amable y seguro.
Asimismo se haría necesaria una contratación masiva de docentes auxiliares y la consolidación del sistema de orientación escolar y educación especial dentro de las instituciones.
En el revolucionario Programa de Becas para la Iniciación a la Docencia PIBID del Brasil los futuros licenciados realizan un acompañamiento remunerado a los profesores que ejercen en sectores con alto grado de carencias socioeconómicas, a través de proyectos educativos transversales que articulan universidad-escuela-comunidad.
En ese país hermano también existe una ejemplar política del libro didáctico, en la cual cada estudiante tiene acceso a libros de las distintas disciplinas del currículo escolar, elaborados con los más altos estándares, considerando la contextualización del aprendizaje bajo fundamentos ambientales.
En la legislación colombiana existen los Proyectos Ambientales Escolares PRAEs, los cuales, comprendiendo al AMBIENTE como redes de interacciones entre los aspectos psíquicos, ecológicos, económicos y culturales de las problemáticas sociales, pueden constituirse en los ejes transversales del currículo, dotándolo de pertinencia y fuerza afectiva y cognitiva.
Las transformaciones del sistema educativo también necesitarán constantes batallas cotidianas al nivel de la democracia escolar.
Implicará que aquellos docentes con corazón freireano impulsen, se apropien y lideren las reuniones de área, las jornadas pedagógicas, los consejos directivos y las semanas de desarrollo institucional y conduzcan los debates hacia el cuestionamiento de las obsoletas rutinas escolares vigentes.
Una hipotética concretización de este ejercicio prospectivo, conllevará el contrato indefinido de los docentes provisionales y la integración de los docentes que fluctúan en los colegios de garaje.
Tal vez este ejercicio solo se sustente en la sabiduría popular que nos dice “soñar no cuesta nada”, pero que, a su vez nos enseña que entre los sueños se puede colar el futuro.