Todos contra Gustavo Petro

Todos contra Gustavo Petro

"Nunca habíamos visto tan de frente y con alevosía el descaro y cinismo de periodistas que han mostrado sus dientes y sevicia contra el candidato"

Por: Fernando Botero Valencia
junio 13, 2018
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Todos contra Gustavo Petro
Foto: Las2orillas

El titular Todos contra Petro no es nuevo, pues ya lo venimos viendo desde que se inició la campaña a la presidencia de Colombia, solo que en estos días cuando ya se acerca la segunda y definitiva vuelta, el titular sube de tono y de cantidad con la perfidia con que quieren aniquilar al candidato de la Colombia Humana.

Quizá por primera vez en la vida política colombiana hemos visto qué tan bajo puede caer, y qué tan perversa puede ser la gente en su ser interior y aún los mismos candidatos presidenciales, donde el debate y las argumentaciones sensatas son casi inexistentes. Insultos, difamaciones, falsedades e infamias en cada trinchera de las redes sociales y en los grandes medios o “la gran prensa” (escrita, hablada y visual) contra un solo hombre: Gustavo Petro Urrego.

Nunca habíamos visto tan de frente y con alevosía el descaro y cinismo de periodistas que han mostrado sus dientes y sevicia contra el candidato, donde se han orquestado no solo en debates y programas televisivos, sino en entrevistas radiales, encerronas y sesgos tan brutales, que solo alguien inteligente, preparado y audaz puede salir sin un rasguño. Y Gustavo Petro lo es indudablemente.

Obviamente los periodistas, columnistas y presentadores tienen derecho a tener opiniones y simpatías políticas, porque también son humanos, pero a lo que no tienen derecho es desprestigiar de forma tan ruin el gremio.

Como periodista solo siento vergüenza ajena al presenciar tan descomunal comunión de estos señores y señoras con el servilismo y una militancia electoral evidente.

Incluso escritores como Héctor Abad, que uno supone de una sutil mesura por su condición de pensador literario, afirmando que Gustavo Petro quiere acabar con los ricos y asestarle fuertes golpes a sus chequeras, o que el candidato de marras quiere instigar a la lucha de clases y el odio. Me quedo pasmado que vengan de este señor dichas afirmaciones pues las esperaría de incendiarios y difamadores como Fernando Londoño o José Obdulio Gaviria, o hasta de una hermana mía que detesta a Petro —aunque ella misma no sabe por qué—. Ah sí, porque le dijeron que fue “guerrillero y genocida”.

Nunca he leído o escuchado literal o textualmente que Petro quiera acabar con los ricos, habla de fomentar la clase media que no es para nada lucha de clases sino reivindicación del trabajo digno y el emprendimiento apoyado en tecnologías, préstamos más accesibles y oportunidades de nuevos mercados, lo que no significa gratuidad o asistencialismo como lo quieren hacer ver falsamente los propagandistas de la ultra derecha recalcitrante.

Todos contra Petro. Hasta un club privado de Medellín lo vetó para reunirse con empresarios, y una universidad impidió que entrara una simpatizante en su auto con un afiche del candidato de la Colombia Humana.

El alcalde de Medellín no quiso autorizar una manifestación de su campaña alegando falta de requisitos, un impedimento tan insulso como pendenciero y con argumentación, pegado con babas. O el boicot contra su manifestación en Cúcuta por hordas de pandilleros, que incluyó un ataque contra su camioneta semiblindada; que en su momento se señaló al alcalde Rojas de estar detrás de los hechos, ya después las autoridades dirían que “no fue un atentado” y que fueron solo piedritas que le lanzaron, desestimando por completo el suceso.

Pero Iván Duque y Álvaro Uribe anunciaron falsos atentados y la prensa se conmocionó y las instituciones del Estado entraron en alerta máxima. Ya por ahí se empezó a ver la mano de JJ Rendón, digo yo.

Y qué tal el incidente con la Registraduría que no hizo el cambio del logo de la Colombia Humana en el tarjetón para la primera vuelta presidencial, porque a una funcionaria “se le olvidó”, así como quien no quiere la cosa. A Petro lo quieren tratar como “el niño diferente” al que todos quieren ridiculizar y humillar, lo que difícilmente han logrado.

Me pareció muy gracioso leer un tuit que decía “Señor Arizmendi y señora Darcy Quinn, si quieren ganarle una a Petro deben hacer un curso, lo malo es que el curso lo dicta Petro”.

A Gustavo Petro no le quieren perdonar nada. Que por haber sido guerrillero del M-19, pero como los colombianos sufrimos de Alzheimer crónico, y esa mala memoria es la que nos ha hecho caer una y otra vez, y todas las veces que están por venir, que desconocen que fue este movimiento ya en la legalidad después de un proceso de paz, quien animó, movió y provocó en los jóvenes una “revolución estudiantil de universitarios” con la que se parió la Constitución de 1991, quizá lo mejor que Colombia ha ten ido en su imperfecta democracia y en sus doscientos años de República; fue acaso ese hecho histórico malo para el país?

Gustavo Petro es quien ha puesto en vigencia y relevancia en sus propuestas, parte de los doce puntos de una agenda mundial que hoy está sacando adelante los países desarrollados y los que ya están entrando a ese selecto club.

Basta con mencionar cambio climático, energías limpias y renovables, desarrollo sostenible del agro, cuidado del medio ambiente, inclusión y equidad social —que no es comunismo—, participación igualitaria de las mujeres en el gobierno entre otras.

Nunca Colombia ha estado más cerca del castrochavismo con el uribismo y de un país realmente emergente en las expresiones más racionales con Gustavo Petro.

Nos han asustado con el chavismo de Venezuela que instalaría Petro de ser presidente, pero el uribismo nos mostró su verdadero rostro en ocho años persiguiendo opositores, espiando llamadas telefónicas, difamando y hostilizando magistrados, y lo más infame y cruel posible, asesinando a miles de jóvenes humildes e inocentes y disfrazándolos de guerrilleros, una verdadera política de Estado, un país que vivió y padeció la Macarthurización.

Tal como dice un adagio “la vida es como un restaurante, nadie se va sin pagar”, algún día los venezolanos le cobrarán a los colombianos tanta humillación, tanto vejamen, tanta xenofobia y tan despiadada profanación a su bandera y a su dignidad, por culpa de un régimen criminal que los ha hecho parias y hazmerreir de su más cercano país vecino, pues con estrategias de una campaña con mala leche, en un supermercado de Caracas o en un barrio pobre de algún lugar de Venezuela con niños desnutridos como si no los tuviéramos aquí en La Guajira o en el Chocó, la señora Marta Lucía Ramírez quiso asustarnos y reclutar votantes ingenuos pero y bobos.

Podría llegar a suceder que la factura de cobro le sea pasada a futuras generaciones de colombianos en algunas circunstancias futuras posibles.

Para nuestro infortunio los colombianos somos malvivientes por convicción. Llevamos doscientos años jodiéndonos, peleando, vengándonos y odiando. Lo que hoy es una pequeña puertecita que se nos está abriendo con una paz que clama la tierra y una sangre derramada que clama justicia, nos quieren seguir vendiendo la guerra y el odio sin fin.

Porque un país serio jamás elegiría a un señor como presidente cuyos únicos dos méritos a la vista que ha tenido, es haber sido empleado de un banco durante trece años en un cómodo sillón en Nueva York, y haber sido elegido senador por listas cerradas en donde cualquiera puede ganar.

Un candidato fabricado en tiempo “exprés” por el uribismo y con un discurso libreteado, pues no puede pretender que el país le quepa en la cabeza, cuando hace solo un año nadie lo conocía. Un candidato que representa la extrema derecha con todo lo que eso ha significado para nuestro país, donde siempre y por centurias, los recursos, los presupuestos y las oportunidades solo se quedan en unos pocos en un país de casi cincuenta millones de ciudadanos.

Un candidato que promete atacar la corrupción pero acepta sin sonrojarse, adhesiones de caciques electorales que están en la cárcel por paramilitarismo, asesinatos y corrupción, ahí sí como la canción…”Oye Iván, te hablan desde la prisión”.

Un candidato que habla de un futuro mejor para las nuevas generaciones, pero lo “sostienen” viejos decrépitos que ya tuvieron su tiempo, y que solo contribuyeron a expropiar de derechos y oportunidades a los colombianos y regalar nuestros recursos a las multinacionales.

Un candidato de extrema derecha que habla de crear una sola corte de justicia, buscando claramente la impunidad de los crímenes de buena parte de los dirigentes del país.

Todos contra Petro. Un hombre que tiene muchos defectos, como los tengo yo o los tiene quien lee estas líneas, aunque con la certeza que ha aprendido de sus errores del pasado, que ha madurado como político y como persona, y que surge como ese pequeño David haciéndose fuerte ante el gigante Goliat, diciéndonos y ofreciéndonos un país que requiere cambios urgentes antes que se nos acabe, y no los dejen vuelto guiñapo.

Ya estamos advertidos, de todas las formas, modos y señales posibles. Ahora la opción la tienen los indecisos, los apáticos a votar, porque ya muchos millones de colombianos la tenemos clara.

Será una oportunidad única de resignificarnos como país y como ciudadanos, o un salto hacia el verdadero castrochavismo y la perpetuación en el poder en cuerpos ajenos con todas las leguleyadas y estratagemas que se puedan inventar, pues recordemos también que en épocas de Álvaro Uribe, lo ilícito de tanto hacerse terminaba siendo legal.

Eso tan macabro lo tenemos a nuestra puerta.

 

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