Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio,
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a buscar a los judíos,
no pronuncié palabra,
porque yo no era judío.
Cuando finalmente vinieron a buscarme a mí,
no había nadie más que pudiera protestar.
Bertolt Bretch
Para quienes se están imaginando que la final Duque-Petro para la segunda vuelta es pan comido, están muy equivocados. Y es que el peligro no es Petro. Bueno, sí lo es, pero no define nada por sí solo pese al caudal electoral que va in crescendo; es la propia y muy cuestionada clase política colombiana la que le pondría la banda presidencial y les voy a decir por qué.
Consulté a integrantes importantes de las campañas de De la Calle, Fajardo y Santos/VargasLleras, y me encontré con que la mayoría en cada partido –en ese escenario- está dispuesto y prefiere darle el voto a Petro, antes que a Duque, o entiéndase a Uribe. Miren las cifras de mi consulta: el 80 % del Partido Liberal va a estar con Petro, al igual que el Polo, salvo Jorge Enrique Robledo. En este mismo sentido, el partido Verde lo hará en un 60 %. A eso súmenle el 80 % de la U y Cambio Radical cada uno. Haciendo números por encima, tendríamos un candidato que entra a la segunda vuelta con siete millones de votos, y se necesitan ocho.
Aquí ya entré en shock. En serio, me resisto a creerlo y ni siquiera porque sea la izquierda; es por el personaje que la representa. Si no han visto La Pulla (Gustavo Petro NO merece ser presidente), aquí se las dejo; es el mejor resumen que he visto del personaje y cuya introducción reza: “Por sus fallas como gerente, por su soberbia y por su silencio ante Venezuela, Gustavo Petro no debería llegar a la presidencia de Colombia. Aquí les mostramos razones de peso para no votar por él”.
Muchos dirán que estoy mal informada, enmermelada y hasta que estoy loca, pero prefiero decirlo y no quedarme callada. Ni que se molesten en escribirme insultos ni nada que se le parezca, porque no los leo por principio y más sabiendo de quién estoy hablando. Igual, ya todos tienen cuero.
Entre la derecha vargasllerista de la Unidad Nacional y la duquista del Centro Democrático (no todo el uribismo es de Duque y no todos los de Duque son del uribismo) hay grandes divisiones. Hoy las adhesiones no se concretan con las estructuras políticas como lo hace Vargas Lleras, porque está siendo leído de manera muy negativa por la opinión pública. A la gente no le gusta esa manguala, porque está asfixiada con ese modelo. Pero esa sería la sorpresa en contra de las encuestas este fin de semana. Las encuestas no miden la maquinaria (corrupción), en cambio el santosvargasllerismo sabe qué está moviendo, aunque no le quede mucha plata al gobierno, porque toda la habría destinado al plebiscito… ¡Y perdió!
Por el otro lado, dicen mis fuentes que Iván Duque en muchos aspectos ya es superior a Uribe. Los 800 000 votos de Uribe fueron un baldado de agua fría (no fue un buen resultado) en las elecciones de Congreso; ellos esperaban 1 200 000 votos. La consulta del apoyo de Duque es muy superior al Centro Democrático. “Duque es hoy mucho más que Uribe, eso hay que decirlo porque nadie lo está diciendo”, aseguran. Además, es mucho más en términos ideológicos. Tampoco se puede desconocer lo que todavía significa Uribe políticamente en Colombia, pero Duque es de una extracción liberal de cuando los liberales eran liberales. En términos ideológicos es un hombre de derecha de profundas convicciones liberales. Se parece un poco a Vargas Lleras, pero no en el equipo que los apoya. El uno es el cambio, el otro implica el continuismo. Son distintos desde el punto de vista electoral, el ideológico (Uribe y Duque) y desde el punto de vista personal y eso es importante. Cuando uno mira la hoja de vida de Duque, no ve la de un hombre que haya hecho parte activa del debate ideológico en Colombia que sí ocurre con Uribe, de quien puede decirse que tiene un trauma con la muerte de su padre. Él vivió en un contexto de un conflicto que no es el de Duque; obviamente, los dos vivieron la misma Colombia, la que vivieron también Petro, Aida Abella, Piedad Córdoba, etc. La misma Colombia, pero con realidades distintas.
Petro se está conectando con el ciudadano de a pie que hoy ni siquiera ve televisión. Está conectado con las redes sociales y lo que le dicen por ahí. La gente ya no se informa solo con los canales de televisión tradicionales. Hoy tiene mentiras y verdades a través de esas redes; entonces cree que Duque es igual a Vargas Lleras y a Santos. Para ellos ninguno es opción; Petro sí, porque es al que ven diferente y si se miran los discursos, el que habla diferente es Petro y es a ellos a quienes les habla. Los otros, tienen discursos demasiado planos, como para la galería de siempre. De esa falta de conexión he venido hablándole en radio a la clase política hace un par de años. Pero todavía creen que pueden seguir manejando esta finca llamada Colombia a su antojo; ¡qué error!
Si funciona la corrupción de la maquinaria
y Vargas Lleras pasa a la segunda vuelta
el presidente es Vargas Lleras con el “todos contra Duque”
Si funciona la corrupción de la maquinaria y Vargas Lleras pasa a la segunda vuelta -por algo Jorge Enrique Vélez se juega la cabeza y dice que si no pasa, él deja la política-, el presidente es Vargas Lleras con el “todos contra Duque”. El abogado Fernando Escobar dice que “es ahí donde Petro puede mostrarse como una corriente de opinión por fuera del continuismo del refrito del Frente Nacional hoy: dos alas de derecha disputándose el poder, y la base social y las alternativas de izquierda por fuera. Eso avalaría el voto en blanco de la izquierda con Petro. Con todo el escándalo que va a armar debería encabezar ese voto, lo que generaría un ‘voto finish’ interesante porque, de la otra manera, gana Vargas Lleras. Sería un hecho sin antecedentes en Colombia, que lo dejaría en el centro de la atención política, con cinco millones de votos en blanco y le permitiría controvertir la legitimidad del orden que tiene sentido en una propuesta contrainstitucional, como la que siento yo que encabeza Petro; solo lo planteo en esos términos”, dice Escobar.
Ahora retomo la conspiración que se está cocinando para la segunda vuelta, porque todavía me aterra. Pero cuando uno busca explicaciones, las encuentra. La élite de la clase política, donde se sientan Santos y Vargas Lleras, tiene unos intereses que tienen que ver con el modelo económico, con el establecimiento y con sus privilegios a escala nacional. Eso incluye unas castas regionales y unos negocios muy lucrativos. Después de esa crema de la política (dueños del país y apellidos rimbombantes) está la dirigencia donde metemos a los congresistas, a los legisladores y a dichas castas políticas; ahí no hay compromiso ideológico con el modelo y con el sistema. Solo aspiran a poder agrupar mayor poder político, económico y privilegios para ejercer su arbitrariedad en alguna zona (territorial, económica, etc.). Ellos creen que se comen viva a la izquierda y realmente es lo contrario, porque a toda esa clase política la compra la mermelada por la que es capaz de defender cualquier cosa al precio que sea… Hasta vendiéndole el alma a Petro. Y si mañana el país se complica, ellos van a ejercer su poder desde cualquier otro sitio con un concepto más transnacional. Pretender que Petro no tendría el Congreso es ingenuo, porque el Congreso se compra. Ellos no hacen cálculos sino preguntan dónde está mi ministerio, o mi oficina jurídica o mi instituto. Así se resuelve. No hay moral, ni orden, ni sindéresis económica… Así son la mayoría de nuestros políticos y nuestro Gobierno.
Ese tipo de diferencias son el escenario propicio para que una lógica de lucha de clases y de contradicción del sistema -que es el lenguaje de la izquierda- logre salir avante con temas preocupantes como –por ejemplo- que Petro diga que su proyecto es a diez años, con constituyente de por medio como cuota inicial de la reforma constitucional, y con temas tan graves como la solidaridad con el régimen de Maduro, así públicamente hoy, por conveniencia electoral, esté diciendo lo contrario.
¿Mientras todos los países le están cerrando la puerta el gobierno venezolano, la belleza de clase política que tenemos le va a entregar el país a este caballero? Con esta decisión que se está cocinando en los partidos tradicionales, ¿por qué prefieren hacer un acuerdo con la izquierda, a sentarse a asumir las consecuencias, o hacer un acuerdo con la derecha? En el caso del santosvargasllerismo, además de las enemistades ya conocidas (se dice que Vargas Lleras y Uribe tienen diferencias irreconciliables por insultos y cosas personales), la pregunta es: ¿qué tan grave fue todo lo que pasó en este gobierno, para que haya tanta preocupación? Yo creo que eso es lo más importante, lo fundamental. Esto es lo que quiero dejar en evidencia.
¡Hasta el próximo miércoles!