Pocas afirmaciones que se repitan tanto como que ‘todo tiempo pasado fue mejor’, así como pocas que susciten tanto debate alrededor.
La noción de ‘progreso’ ha sido parte de esos debates puesto que los avances tecnológicos evidentemente abrían y abren nuevas posibilidades y mejoras en cuanto a comodidades físicas, pero con desarrollos que creaban y crean nuevas fuentes de stress individual y de tensiones sociales.
Objetivamente no se puede negar que cada vez tenemos a disposición muchos más elementos ofrecidos por una sociedad de consumo que aparentemente podrían facilitarnos mas bienestar. Pero igualmente no se puede negar que esto crea dependencia, incluso adicción, sin que verdaderamente nos produzca más satisfacción como seres humanos.
En general ese pensamiento tiene un sentido nostálgico por parte de quienes vivieron él pasado, y, como contraparte, una actitud más positiva por parte de quienes no tienen tal punto de comparación por no haberlo vivido.
Se puede decir que cada generación se siente dueña de su futuro mientras que la que ya pasó vive de sus recuerdos.
Pero muchas cosas han cambiado.
Lo que antes se consideraba una generación por el tiempo en el que evolucionaba su desarrollo y ejercía un control sobre su presente se estimaba entre 20 y 30 años. Estos periodos se han ido acortando y de los tiempos en que se hablaba de “la belle epoque ” o de la generación que le tocó la primera guerra, o la de entre las guerras mundiales, pasamos a los hippies luego a los yuppies y así cada vez más corto el tiempo antes de cambiar a los babybommers, , los milenials, la Y, la Z y ahora la generación cristal.
El cambio generacional regido por los cambios tecnológicos dura lo que estos duran: lo podemos medir comparando la evolución de los discos de acetato, al betamax, al casete, al disquete, al Ubs, al Mp3, al streaming, y hoy con la Inteligencia Artificial cada cual puede poner a cantar vallenatos a María Callas o ‘encontrar’ (creándolas) composiciones perdidas de Bach o de Beethoven.
Pero es justamente en esa medida generacional donde parece confirmarse lo correcto del dicho. La actual generación, quienes aún no han llegado a los 25 años, parecen ser los primeros en no tener expectativas de un futuro mejor.
Antes, la posibilidad de moverse para adaptarse a mejores condiciones de vida, motivaban al individuo como un aliciente para buscar ese mejor futuro.
Hoy el panorama parece mostrar que lo que más hay son posibilidades de deterioro del entorno de las personas
Hoy el panorama parece mostrar que lo que más hay son posibilidades de deterioro del entorno de las personas.
Por lado en lo colectivo, con el cambio climático, las guerras, la violencia en general, la polución, y, a riesgo de caricaturizarlo, las congestiones de tráfico. Hasta los grandes desarrollos que antes -como en su momento la electricidad, o los automóvile, o el avión- abrían nuevas expectativas, hoy la Inteligencia Artificial es estudiada como una amenaza que debe ser controlada.
Pero se ve su reflejo en lo individual cuando no existe para nada el ‘hasta que la muerte los separe’, en la práctica ni siquiera el matrimonio, las uniones libres son apenas pasajeras, y los encuentros en citas virtuales remplazan las relaciones comprometidas. O en la cantidad de renuncias a tener descendencia, algunos por lo que significaria como carga, otros por consideración a lo que les tocaría vivir a los hijos.
Es el ‘carpe diem’ pero no bajo la forma epicureana de ‘goza el presente sin preocuparte del futuro’ sino tomado como ‘aprovecha el ahora porque lo que te espera no promete nada’. No piensan en ahorrar, ni en asentarse en forma alguna como meta, ni en programar un porvenir en un entorno tan incierto.
Es la visión de ‘todo tiempo pasado fue mejor’ pero no desde la valoración subjetiva de cómo lo puede tomar cada uno, sino de la concreta de acuerdo a lo que la realidad ofrece.