Antonio Seguí fue un genial artista argentino que nos dejó una gran obra pictórica y escultórica. A Bogotá le regaló una escultura “El Viajero” que se cae a pedazos frente al Puente Aéreo. Mucho debía hacer quien más se ha lucrado de su trabajo: Luis Angel Parra. Yo le entregué su maqueta y de ella han salido y vendido sin pena ni gloria muchos múltiples. Antonio Seguí también realizó una escultura de Gardel para Medellín y como son las cosas, también se convirtió en múltiple. Me da pena cuando veo como la generosidad de los “grandes artistas” del mundo se convierten sin discreción en el lucro propio.
El proyecto de arte público que lideré en la avenida El Dorado que se inauguró en 6 de agosto y fue el final de la presidencia de César Gaviria. Fueron artistas que generosamente donaron su trabajo a Bogotá que hoy cuesta millones y no he podido despertar el interés de nadie para que los cuide y las ilumine porque de noche no existen. Como siempre todo queda en manos de los vándalos.
Ojalá nuestro nuevo alcalde nos mire como la entrada a Bogotá y que el propósito perdure: una ciudad latinoamericana que contó con apoyo para crecer desde “El hombre a caballo” de Botero, “El Eclipse” de la mexicana Angela Gurría, la “Montaña” de Hugo Zapata, la “Mesa ritual” de Fernando de Szyszlo, el “Bosque” de Edgar Negret, “La ventana” de Carlos Rojas, la “Victoria de Samotracia” de Eduardo Ramírez Villamizar.
Un bello “Mar” en hierro de Bernardo Salcedo desapareció en la ampliación del aeropuerto y los trabajos de la avenida El Dorado que estaba frente al aeropuerto.