Razón tiene el que dijo que la política es capaz de sacar lo peor del alma humana. A esta sentencia le agregaría que el bicho que llegó para quedarse entre la raza humana le ha servido de motor de inspiración a muchas personas de las condiciones más diversas, incluso de las que hoy ocupan cargos públicos. Ejemplos al canto: al amanecer de este miércoles 6 de mayo, varios medios de comunicación de la ciudad de Medellín vieron frustradas sus intenciones de entrevistar al alcalde de Abejorral, Julián Andrés Muñoz López, a quien la Contraloría General de Antioquia mandó a decir que tiene un pendiente por un presunto despilfarro en compras no justificadas, cuyo valor apenas asciende a los $81 millones de pesos. Lo curioso del funcionario de marras es que fue descrito como uno de los candidatos más locuaces y listos para hablar con los medios de prensa cuando era aspirante a ese cargo, pero ya los conocemos, ellos cambian una vez alcanzan el objetivo. Su jefe de prensa, como es su deber, atinó a decir que el alcalde dirá algo solo cuando sea notificado.
De esos cambios también parece haberse contagiado el titular de la Alcaldía de Andes, en el suroeste antioqueño, Carlos Alberto Osorio Calderón, quien se dejó venir con una confesión tardía de que de haber sabido que las cosas iban a ser tan difíciles, por culpa del bicho, él quizá no hubiera sido candidato. Entre tanto, a otros más el famoso virus les aguzó la imaginación a extremos que los ha llevado a comprar elementos que no existen, a contratar con empresas fantasmas y a un sinnúmero de barbaridades que solo se pueden ocultar bajo el disfraz de la urgencia manifiesta, de la cual muchos son expertos, herramienta jurídica que les permite recortar el camino para adquirir bienes de todo tipo, con lo cual muchas veces las llamada ías apenas logran hacer el papel de bomberos cuando ya todo ha sido reducido a cenizas: en otras palabras, llegan a la hora que ha concluido el baile.
Eso, por un lado. A otros, en cambio, el dichoso bicho les despertó el pequeño Hitler que llevan en su pecho como cualquier escapulario y les sale el dictador que todos llevamos dentro para dictar normas como el Decreto 101, expedido en las últimas horas por la Alcaldía de El Bagre, mediante el cual se impuso el toque de queda, que luego de los remiendos jurídicos, hoy se sabe a ciencia cierta que aplica de 5:00 p.m. a 6:00 a.m., y que irá hasta el próximo 10 de mayo.
Del alcance y el cumplimiento de esa norma, es muy poco lo que hay que decir, solo que el origen se debe a la presencia de una señora de 47 años de edad, que arrebataba por el amor, como lo haría cualquiera en estos tiempos, se dispuso a hacer un viaje desde las lejanas tierras del Cacique Upar hasta alcanzar la meta en El Bagre, donde fue recogida por su pareja luego de haber sido ayudada por dos samaritanos vestidos de camioneros y otro par de mototaxistas que corrieron a su venturoso llamado.
Los medios usados para cubrir el largo tramo desde el sitio de origen hasta el de la venturosa llegada fueron bien reseñados por el alcalde Faber Enrique Trespalacio, quien de manera profusa divulgó todo el milagro del trayecto, pero se le olvidó contarnos el santo de quienes ayudaron a ese corazón martirizado. Esta mañana la periodista Eliana Hernández Quiroz, de la Emisora Cultural de la Universidad de Antioquia, nos dijo a sus alarmados oyentes que se busca con diligencia extrema al último de la cadena y nos dejó el número de celular 311 379 94 88 para dar con su paradero.
Conocida la noticia y luego de su divulgación, el señor Secretario de Gobierno, Johan Cruiff Guerrero Pérez, le dio patente al mencionado decreto de la Queda y se alborotó el avispero porque parece ser que las fronteras que tenemos son más porosas que las que nos divide con nuestros vecinos los venezolanos. Las mismas autoridades, con el alcalde Faber a la cabeza, nos hablan de trochas y de caminos traviesos en fincas, de ramales inhóspitos, de travesías llenas de aventuras, de atajos siniestros; mientras que otros mencionan la presencia de coyotes que al precio de una vacuna contra el bicho trasladan a las personas que quieren llegar a esta cabecera del Bajo Cauca.
Sin embargo, no todo estaba dicho porque el pasado 4 de abril sucedió un singular hecho en donde el protagonista fue el señor Edilberto Navarro, más conocido en el medio como el Mono Cuto, quien tiene su residencia fijada en el sector de Palizada y se dedica a la comercialización del queso, producto que lleva todos los días a la cabecera una vez ha hecho el corto recorrido del puente la Libertad. En esas estaba cuando en el puesto de control que está ubicado en el mencionado viaducto fue requerido por unos particulares investidos con funciones públicas, quienes, de acuerdo a su propia versión, le impidieron el paso, lo insultaron, lo maltrataron (para completar fue agredido por un agente de tránsito municipal).
Quienes conocen al dedillo al personaje no podían menos que esperar una respuesta suya a semejante agravio, razón por la cual se ganó la lotería de la inmovilización de su moto, sumada al comparendo respectivo por violación al aislamiento, carencia del Soat, falta del certificado técnico-mecánico (el cual en tiempos de pandemia no se puede pedir) y desacato. Fue conducido a la estación de Policía donde fue judicializado por una suma de delitos propios de cualquier integrante de una pandilla.
A eso habrá que sumarle que el pobre mono Cuto le recordaron en su propia cara que en adelante deberá contar con el permiso respectivo del Invima para poder vender el queso con los que se deleitan los bagreños, como si se tratara de la comercialización de toneladas de un producto que es parte obligada de nuestra canasta familiar.
Para terminar habrá que decir que todos tenemos una de las más eficaces armas para contrarrestar los males que nos trae el bicho: lavarnos las manos, como si fuéramos funcionarios.
