En el lanzamiento del nuevo modelo de servicio de Policía Territorial, que se realizó en Movistar Arena el 4 de abril de 2024, en una parte del discurso del señor presidente Gustavo Petro Urrego, despertó en los medios de comunicación y los asistentes, por el contenido de su discurso, una variedad de comentarios con y sin fundamento real. (leer las2orillas: “reestructuración de la Policía Nacional (I) y (II)”)
El señor presidente afirmó: “todo policía de barrio sabe dónde queda la olla. Lo que pasa es que la olla compra al policía”. La “olla” en el lenguaje criminal, hace referencia a lugares donde se procesan, expenden y consumen estupefacientes. Estos lugares pueden ser la calle, una casa, o un sector estratégico para su venta. Pero no olvidemos que las diferentes plataformas digitales, hoy en día, permiten la venta de drogas a domicilio o a través de redes sociales.
Todo ese tipo de afirmaciones, generalizadas y con un fuerte pensamiento donde la inteligencia emocional sobrepasa la inteligencia racional, me preocupa muchísimo.
Eso de asociar la “olla”, con la corrupción en la Policía Nacional, despierta en mi un análisis racional y no emocional. En ese orden de ideas deberíamos dentro del campo de la criminología establecer las “ollas” para estupefacientes y las “ollas” financieras. Las victimas para estos tipos de delitos socioeconómicos son sujetos activos, llevados por el vicio y los otros son sujetos pasivos. Y sus victimarios, son de varias clases. Ya veremos más adelante de por qué pido esta clasificación criminal.
En sociología, entre muchos abordamientos sociales, lo que se estudia son la variedad de relaciones sociales y la influencia que tienen sobre los individuos y grupos que en última instancia se reflejan en el moldeamiento de los comportamientos de las personas, y grupos sociales (representaciones).
Las estadísticas aquí cobran un gran valor en el sentido que permite identificar correlaciones, entre variables y la fuerza que hay entre ellas y su ajuste para elaborar modelos o algoritmos. El modelo bayesiano, aquí toma mucho valor, permitiendo la investigación de conceptos como actitudes, creencias, ideas y factores psicológicos en general. Lo anterior nos permite hablar en términos probabilísticos. Es representar un conjunto de variables aleatorias y sus variables dependientes condicionales. El ejemplo más cercano seria representar la probabilidad de ser corrupto, las condiciones psicológicas y sociales de la persona, como los escenarios o contextos donde puede surgir este delito.
Respecto de lo afirmado, ni siquiera se han sustentado en un censo, para poder determinar que “todos” los policías adscritos a los barrios se dejan comprar o son corruptos.
De acuerdo con información obtenida del Comando Operativo de Seguridad Ciudadana (COSEC), Bogotá tiene 20 localidades, 19 estaciones de Policía, 153 Centros de Atención Inmediata (CAI) y 1.051 cuadrantes (caracterizado por su condición económica, geográfica, demográfica, social, contravencional, y delictiva). De acuerdo con la información de vivienda – Bogotá cómo vamos, Bogotá tiene 2.309 barrios, 2.681.886 viviendas y 7.834.167 personas (esta última información varía entre Wikipedia, Catastro, Bogotá Cómo Vamos, e Infraestructura de Datos Espaciales para el Distrito Capital -IDECA). Sumado a lo anterior se cuenta con un pie de fuerza entre los 16.500 a los 17.820 policiales, creo, entre oficiales, nivel ejecutivo, suboficiales, sin contar auxiliares de policía y alumnos de las escuelas de formación policial. De esa cantidad 4.000 están cumpliendo labores administrativas, Esta información depende de la fuente abierta que se consulte.
En este orden de ideas, para poder afirmar lo dicho por el presidente, Bogotá, tiene como mínimo 2.309 “ollas”, es decir una (1) por barrio. En cada barrio, eliminando los policiales que cumplen funciones administrativas y promediando la cantidad de estos por barrio, cada uno contaría con seis (6) policías (13.820/2.309) y creo por turno de ocho (8) horas diarias. Las estadísticas no son muy confiables, esta información la he tomado de los medios abiertos, recurriendo al señor Google.
Psicológicamente, cada persona toma sus propias decisiones, estas y sus criterios son diferenciales, que pueden estar condicionados, por la edad, genero, educación, estatus social, etc. Conocemos que las decisiones implican pérdidas o ganancias. Estos efectos son los catalizadores o reforzadores para el actuar.
El enfrentamiento de nuestros policiales está en tomar la decisión, entre beneficio económico laboral versus el delincuencial, y su efecto que recae en poder atender los gastos (vivienda, educación, seguros, impuestos, prestamos), como procedimientos y tiempos para su obtención (modelos de aprendizaje). Al respecto unos se dejan comprar (aprendizaje vicario) o son amenazados de muerte, otros no (éticos, morales, correctos), otras manipulan (sobornos o el uso del CVY, cómo voy yo), otros dejan que las cosas pasen, “se hacen el de las gafas”, porque la justicia social no funciona, el delincuente es dejado en libertad (desesperanza aprendida).
Siendo inductivo y teniendo en cuenta la cantidad de hechos de estudio o análisis (que no son evidentes en el tema que estamos tratando) nos permite probabilísticamente afirmar que pueda o no suceder. Es decir, ¿se conoce realmente el número de registros de casos denominados equis (X = venderse)?
Pues no los hay y en consecuencia no se puede generalizar y dañar la imagen de una institución. Si observamos probabilísticamente, existirían cinco (5) eventos que se pueden dar, pero no sabemos puntualmente, cuál de los eventos tiene mayor probabilidad de ocurrir, cuál medianamente y cuál nunca. No olvidemos, que también, juega funcionalmente el contexto.
- Los que se dejan comprar.
- Los que son amenazados, incluida su familia.
- Los que no se dejan comprar (no corruptos).
- Los manipuladores (corruptos, sobornadores).
- Los que no les importa la realidad.
Continuando con estas generalizaciones existen diferentes “ollas” fuentes del delito, que se diferencian por sus actividades, procedimientos, que les dejan excelentes recaudos económicos, muy altos, y mejores que supuestamente les brindan a los policías. ¿Cuáles encontramos?: narcotráfico, falsificación de moneda, tráfico humano, tráfico ilegal de petróleo, tráfico de minería ilegal, financiamiento de campañas, contratación pública, empleo público, impunidad, nepotismo, etc.
Con base en lo anterior y analógicamente podríamos afirmar: “todo político dedicado a los intereses públicos sabe dónde se encuentra el capital político (quiénes deciden los asuntos públicos). Lo que pasa es que ese capital político compra conciencia y su influencia”
A este tipo de delincuente se le identifica como delincuente de cuello blanco.
El delincuente de cuello blanco, miente, manipula cifras, falsifica y roba documentos, recurre al fraude, estafa, soborna, elabora falsas declaraciones, el dinero lo llevan a los paraísos fiscales, ayudan a lavar dinero, financiar el terrorismo, hurto de identidades, cohecho, peculado, apropiación indebida, etc. Y si son capturados, le dan la casa por cárcel o se busca su prescripción.
Por favor reflexionemos, argumentémonos de varias fuentes y tomemos decisiones, recurriendo a la inteligencia racional.