En una sola gota. Al instante. En cualquier supermercado o tienda de cadena. A precio módico… ¿Y? ¿Qué va a hacer con esa información? ¿Para qué le puede servir? Además piense que Big Brother, ahora llamado Big Data, puede así conocer sus entrañas. Esa es la promesa y amenaza de Theranos una billonaria empresa en los EEUU. Su fundadora, en la foto de arriba con una muestrita de sangre de cualquiera, ya se ha aliado con la Fundación Carlos Slim en México y el megalaboratorio puede llegar a Colombia en un futuro cercano. Si ya no está aquí.
Pero en las últimas semanas Theranos ha sido criticado desde diversas perspectivas por importantes medios de comunicación. Esto ha llevado a la empresa a cambios en su junta directiva pero todavía en su máximo nivel ejecutivo (cinco personas) no hay ningún médico. Creo que esto último subraya el problema fundamental: se venden pruebas de laboratorio como mercancía, no como información médica.
Hace pocos años entré a una popular y barata tienda de cadena en Chicago. Mientras mi esposa compraba “cositas” para traer me quedé caminando alrededor de las cajas registradoras. Anoto de paso que en Colombia parece a veces que viajáramos por el mundo para traer regalos. Observé un “Centro de Bienestar (Wellness)” donde se ofrecían múltiples exámenes de laboratorio al consumidor a bajo precio sin historia clínica ni examen médico. Pagando en efectivo o con tarjeta de crédito “sin necesidad de autorización por su empresa aseguradora”. En análisis retrospectivo pienso que quizás era como una prueba de mercado de Theranos, uno podía comprar cualquier test diagnóstico aun sin la mínima auditoría de un seguro de salud y mucho menos la más rutinaria consulta médica.
Según el perfil biográfico publicado de la fundadora de la empresa en The New Yorker ella vive sola en un apartamento de dos recámaras, no asiste a citas románticas, es vegetariana, no tiene televisión ni lee libros de ficción, tiene un refrigerador casi vacío y no ha tomado vacaciones en diez años. u foto bajo el título de esta columna parece confirmar todos estos detalles. Se retiró de la universidad en 2004 a los diecinueve años de edad para iniciar su carrera de empresaria. Es hoy millonaria pero no creo que tenga una vida social envidiable.
Ha repetido en varias conferencias y entrevistas que todo se inició por su miedo juvenil a dar muestras de sangre en jeringas con agujas para exámenes en consultorios y laboratorios clínicos. La oferta esencial y fundacional de Theranos es realizar todas las pruebas de laboratorio en gotas de sangre. Conté en su catálogo de precios al consumidor 262 pruebas de laboratorio. Usted puede medir cocaína, marihuana y opiáceos en su sangre (me imagino que antes de una entrevista de trabajo, por ejemplo). Y hay tres pruebas que suscitan mi curiosidad: Salud básica para hombres, Salud básica para mujeres, Salud básica inicial. No sé que garantías darán estos tres últimos paneles de laboratorio que uno no se va a enfermar en el futuro inmediato o ¿para qué sirven entonces?
Las críticas recientes a la visión empresarial de Elizabeth Holmes pueden originarse en la envidia de quienes no entraron en su negocio hace unos años perdiendo la oportunidad de pingües ganancias. Algunos dicen que su enfoque no es original pues hay decenas de laboratorios que desarrollan analizadores para nuevas pruebas con mínimas cantidades de sangre. Otros afirman que todo es un simple truco de mercadeo pues Theranos no realiza los exámenes con aparatos y métodos propios. El Wall Street Journal publicó una pieza de periodismo investigativo sobre la dudosa exactitud y precisión (no son sinónimos en medicina diagnóstica) de los resultados. Todo esto puede ser crítica malintencionada pero hay un problema más profundo: la buena medicina no es siempre el resultado automático de tener más información y más detallada sino es el resultado de tomar buenas decisiones.
¿Puede usted tomar la mejor decisión sobre su salud en la soledad de su computador ante un resultado que se le envía por correo electrónico? Piense que la medicina se construye sobre consultas: consulta de un paciente con su médico, consulta de un médico con otro colega, consultas de clínicos con la literatura publicada en revistas respetadas. Y consultas del médico con su almohada pues hay que tener paciencia con el cerebro clínico, no todo es inmediatez e información en la buena medicina. La oferta libre e ilimitada de pruebas de laboratorio en el mercado abierto no creo contribuya a mejorar las consultas médicas. Hoy las ineludibles fuerzas del mercado debilitan el antiguo y paciente arte de conversar con el paciente. Paradójicamente debemos liberar la medicina de una esclavitud a la información rápida y automática con gotas de prudencia, no solo de sangre.
