Colombia es un caso único en el mundo, por ser potencia en términos medioambientales, pero también, por estar lleno de complejidades en el campo social; estas complejidades, en muchos casos, terminan impactando y propiciando una transformación negativa sobre los recursos naturales y los seres que ahí coexistimos.
El narcotráfico, la minería ilegal y la ganadería extensiva son ampliamente conocidos por la alta difusión que por distintos medios de comunicación se hace de las consecuencias nefastas de estas actividades sobre los recursos naturales.
Si bien estos males, como otros tantos, afectan nuestro territorio, en estas líneas quiero mencionar uno que quizá es poco dimensionado en relación a la magnitud del impacto que produce.
Con lo anterior me refiero a los loteos ilegales. Desde los momentos iniciales de adecuación de terrenos, como en los posteriores, cuando los lotes se convierten en casas habitadas por familias que a diario producen aguas negras, grasas y desechos que usualmente, por la poca o nula planeación, terminan vertidos de forma directa en las quebradas y ríos cercanos a las "urbanizaciones piratas".
En mi región, el departamento del Cauca, el tema de los loteos ilegales es pan de todos los días, es algo que ya forma parte del paisaje y que se ha visto multiplicado en los últimos años por razón de los cultivos de uso ilícito (que han dinamizado la economía) y por la fuerte ausencia del Estado en el ejercicio de planeación y control territorial que deberían hacer las administraciones municipales, permitiendo que año tras año el problema se agrande y llevando a los territorios a un posible punto de no retorno que sin duda causará fuertes problemas sociales y ambientales.
En el sentido de los problemas sociales, en territorios como el mío, donde quien gobierna un municipio se encuentra constantemente limitado en su quehacer por lo reducido del presupuesto anual y la multiplicidad de complejidades que hay que atender, el hecho de que se expandan los centros poblados de forma descontrolada conlleva a que las respuestas institucionales no lleguen o se demoren mucho para llegar, mientras tanto, con el pasar del tiempo se pueden presentar problemas de salud pública por limitaciones para acceder a agua potable, la mala disposición de aguas residuales y de residuos sólidos dentro de la población que habita en los loteos ilegales.
Sumado a ello, las personas que habitan aguas abajo se ven limitadas en su acceso a suministro del líquido potable por cuanto los loteos ilegales reducen la capacidad de los acueductos y además, los vertimientos directos que hacen estos “mal llamados proyectos” en las fuentes hídricas, que otrora servían para ecoturismo, riego y pesca, se convierten en simples y tristes caños.
En relación con los problemas ambientales, la afectación al recurso hídrico que ya se mencionó hace un momento, es la última consecuencia del proceso de loteo ilegal y la que se mantendrá de forma constante porque todos los días se verterán aguas negras y grasas a los cuerpos de agua adyacentes. Buscan a como dé lugar, que de un predio se obtengan la mayor cantidad de lotes para vender, que se talen cuantos arboles haya que talar, que se mueva tanta tierra como haya que mover, que se mate cuanto reptil se atraviese, que se desplace cuánta fauna se deba desplazar, y que se seque cuanto humedal o nacimiento de agua se encuentre. Nada más miserable que cambiar vida por dinero.
La avaricia es el motor de quienes realizan todo esto, estas personas no dimensionan las consecuencias que sus actos y ambición generarán sobre las próximas generaciones, las cuales deberán habitar en un mundo más convulso y hostil del que tenemos hoy en día.
Las instituciones encargadas de velar por la protección de los recursos naturales ya existen, y claro que se necesita de su intervención y planificación, pero fundamentalmente, requerimos que como sociedad nos sintamos comprometidas en la protección y conservación de nuestra Colombia megadiversa.
También le puede interesar:
Nos siguen matando y un alcalde del Cauca pone de fiesta al pueblo
