Todo ha cambiado, nada ha cambiado

Todo ha cambiado, nada ha cambiado

El arcaico y rancio establecimiento en nada ha cambiado. En Colombia aún se conserva, idéntico, el sistema político, el modelo económico y la integridad territorial

Por: Germán Peña Córdoba
septiembre 30, 2024
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Todo ha cambiado, nada ha cambiado

Los inamovibles o "líneas rojas" representados en privilegios de unos pocos, son parte de la resistencia política y social al cambio. ¿Quién dijo que la cosa sería fácil en Colombia? Existen poderosas fuerzas que impiden los avances de cualquier tipo e invitan a quedarnos impávidos y anquilosados en un preexistente "viejo orden" obsoleto y triste.

Toda acción tiene su reacción y, cuando la acción es igual a la reacción aparece el equilibrio de fuerzas. Para evitar el desequilibrio, el sistema lo tiene previsto todo y nos ofrece los pesos y contrapesos que contribuyen a neutralizar la oscilación. El diseño institucional en la práctica no funciona; no evita que se produzca el desbalance de fuerzas. Pensar lo contrario, es una entelequia que solo cabe en la cabeza de un romántico.

Cuando existe un claro esquema Gobierno-Oposición como lo instauró el presidente Virgilio Barco Vargas (1986-1990) se da un ostensible equilibrio. Lo ideal es tener una oposición reflexiva, inteligente, que aporte ideas, que se oponga con argumentos sólidos, no una oposición irreflexiva, que siempre destaca lo malo y nunca exalta lo bueno.

Para tranquilidad del régimen y sus áulicos, el arcaico y rancio establecimiento en nada ha cambiado. Las tres líneas básicas que sostiene su estructura permanecen en el tiempo. En Colombia aún se conserva, idéntico, el sistema político, el modelo económico y la integridad territorial.

Empecemos por el sistema político.

Al sistema político no se le ha tocado un ápice; continúa enhiesto y arrogante. Sigue el mismo presidencialismo, en contravía de un régimen parlamentario. El sistema de elegir un presidente por votación popular permanece incólume. Existe en Colombia, a diferencia del partido único, que es la esencia del Comunismo ortodoxo, una multiplicidad de partidos políticos, sin ninguna identidad ideológica, solo creados para hacer negocios.

Algunos son verdaderas empresas electorales familiares y casi siempre desembocan en corrupción electoral y negocios turbios. Existe un congreso de dos cámaras, donde se discuten las justas y necesarias reformas que no se aprueban y el mandatario acata; la separación de poderes sigue vigente, los órganos de control como Procuraduría y el Consejo de Estado y el CNE profundamente politizados contra el gobierno del cambio, hacen libremente de las suyas. ¿Que ha cambiado del sistema político? ¡Absolutamente nada!

La prensa hegemónica todos los días contra Petro, y el gobierno Petro a ninguna ha censurado.  Vetar y cerrar los medios antagónicos, es característica clave de una dictadura. A pesar de la miserableza de los ataques en su contra y de su familia, el mandatario no muestra tentaciones ni rasgos autoritarios y por el contrario, ha demostrado ser un demócrata. El sistema político sigue igual y no evidencia modificación alguna, una relativa mayoría propugna por mantener el viejo régimen de desigualdad, pobreza, segregación y ostracismo para seguir reinando. ¿Q ha cambiado? ¡Absolutamente nada!

Sigamos, de manera tangencial con el modelo económico.

El modelo económico en Colombia parece intocable, el gobierno Petro trata de dar unas tímidas pinceladas al salvaje Neoliberalismo instaurado por Cesar Gaviria, pero este se resiste. El gobierno del cambio no propugna por un acérrimo estatismo, pero si hacia un capitalismo mas democrático y una menor concentración de la riqueza, hoy acumulada en pocas manos. Nada en esencia a cambiado, sigue la independencia del banco de la República en su papel de control de la inflación, la economía crece, el dólar permanece estable y la inflación se encuentra controlada. En hora buena: no nos "volvimos como Venezuela"

Y por último, la integridad territorial.

Aunque existen grupos multicrimen y unos residuos de falsas guerrillas, que mas bien parecen paramilitares, a pesar de todo, la integridad territorial se mantiene. No existen fisuras, ni territorios vedados a la fuerza pública. El estado mantiene el monopolio de las armas. El territorio no se ha fragmentado y todo sigue bajo control estatal. La solidez territorial, siempre a tenido asomo de federalismo, siempre ha existido como amenaza o chantaje su desmembración, especialmente en el territorio antioqueño. Nada de lo anterior se ha concretado. En hora buena: No le "entregamos el país a las Farc".

Lo anterior deja sin sustento tanta mentira propalada. El objeto era demostrar que nada ha cambiado. Nada ha puesto en peligro lo pregonado con insistencia por las aves agoreras, por los eternos saqueadores y culpables de un estado de cosas no constitucionales, que hoy vivimos.

Pero igualmente mucho ha cambiado en este gobierno que contra viento y marea trata de remediar problemas heredados.

Este escaso cuatrienio, del gobierno de avanzada, ha imprimido unos cambios sustanciales que superan el estado de percepción. El solo hecho de haber demolido paradigmas raciales, xenofóbicos, sociales, políticos y económicos es un gran cambio. Haber radicado y luchar por las reformas sociales es saludable.

La sola genuina preocupación por los eternos marginados es algo admirable. Son muchas los logros por enumerar, pero, cosas como preocuparse y tratar de resolver, zafarse de la esclavitud del pago de las ignominiosas tarifas de energía, es por si solo, un gran paso, la Reforma Agraria es uno de los tantos desvelos que parcialmente se cumple.

Las reformas seguirán adelante, ojalá esta "Lochnerizada" Corte Constitucional, una vez aprobadas y pasen a su revisión no las tumbe, como está haciendo con la última reforma tributaria ¡Esperamos cumpla con su deber histórico!

Como extraño aquella corte, que contenía a ese magnánimo colombiano Carlos Gaviria Díaz.

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