Atopía es el título de la exposición que se encuentra en estos momentos en el Museo de Arte Moderno de Bogotá. Las obras provienen de la colección de arte contemporáneo del Museo Thyssen Bornemisza que se encuentra en Viena. Se trata de una exposición interesante que busca explorar el desencuentro con los lugares de pertenencia, las migraciones, la desubicación de hombre en cualquier lugar porque se trata de entender la espacialidad territorial como un sentimiento nómada que niega la ubicación de las experiencias sociales y culturales.
Está por ejemplo el trabajo de Mathilde Ter Heijne (Francia, 1969) que a través de 180 postales de retratos de mujeres con todas sus historias. Las fotos todas del siglo XIX, nos cuentan por detrás lo que fueron sus vidas y sus batallas interiores. Están historias afortunadas como la de Carolina Michaëllis de Vasconcelos quien fue hija de un matemático, se casó con el primer profesor de arte en portugués y acabó siendo profesora de la Universidad en Lisboa. Una mujer con el destino incluido.
Pero, como siempre, existen miles de otras historias personales como la vida de Jeanne Merkusquien. Fue hija de un virrey de las Indias Orientales Neerlandesas. Tempranamente muere el padre y la niña con su madre emigran a Holanda. Cuando tiene nueve años queda huérfana y la recoge un tío clérigo que la vuelve mística. Recibe una herencia repentina y se va a vivir a Palestina donde construyó un centro para actividades cristianas. Pero cuando se entera de la revuelta en Bosnia viaja a los Balcanes a enrolarse entre los rebeldes de Herzegovina y lucha al lado de los insurgentes nacionalista. Terminó la guerra y, para ese entonces había perdido su fortuna y vivió el reto de su vida sin otra causa que la pobreza y la humillación de quienes la consideraban una extraña mujer dentro de su familia, al punto que al morir, hicieron los posible que cualquier rasgo desapareciera del planeta. Una mujer sin destino que por liberar a los otros quedó sumida en la desgracia colectiva.
La obra de la brasilera Rivane Neuenschhwander, también tiene el carácter interactivo de las postales. Se trata de una gran instalación de cintas con frases que han escrito los espectadores de distintos museos del mundo. Ella transcribe los deseos en cintas que cuelgan de la pared y que puede uno tomar y llevárselas y al mismo tiempo está la posibilidad de que el espectador escriba su deseo para que aparezca en otro museo del mundo. Las cintas repiten los deseos unos personales como: “Deseo morir mientras duermo” otro “Deseo deshacerme de la culpa” o “Deseo vivir sin ansiedad”. Otras cintas más generales “Desean la paz del mundo”.
Interesante la obra de Jonathan de Andrade que propone una nueva relectura y reestructura del mapa de continente suramericano cuando, después de un terremoto, queda un mapa útopico donde Chile es una isla en el océano Pacífico y Perú, Argentina y Bolivia da la cara al océano Atlántico.
Do-Ho Suh es un coreano que se inventa una arquitectura sin estructura sólida. Realiza unas escaleras frágiles con una malla que se desarrolla en el aire. Aunque cuenta hasta con barandas, la escalera no sirve; no empieza ni terminan en ningún lugar. La ilusión óptica deja también el vacío de lo inútil de una estructura a la que estamos acostumbrados a su uso cotidiano.
Por otro lado, el colectivo cubano Los Carpinteros —que ya tiene una trayectoria interesante— presenta el frio estudio de un desastre cuando revienta en pedazos una pared de cemento, pero los pedazos no responden a la gravedad.