Una de las críticas al balance final del actual gobierno se refiere al alto nivel de la deuda pública que deja para el próximo presidente, lo cual no solo significa que todos los colombianos quedamos altamente amarrados a los gota-gota internacionales, sino que el próximo gobierno queda con muchas limitaciones para conseguir recursos por vía del crédito, debido a las limitaciones en la capacidad de endeudamiento del país.
Por supuesto que Duque pudo haber sido más moderado y haber conseguido el crédito estrictamente necesario, no como lo hizo hasta para gastos suntuarios y despilfarro; pero no toda la responsabilidad le cae a este gobierno, por el alto nivel de la deuda presente; pues precisamente eso, el endeudamiento de los gobiernos, constituye la esencia del modelo neoliberal, sin el cual no existiría el capitalismo posmoderno.
Al comienzo, en 1990, la deuda estaba cerca de los 41.000 millones de dólares y hoy anda cerca de los 180.000 millones y seguramente cuando Petro termine estará mucho más alta. Porque así lo concibieron desde 1930 los neoliberales o sea los capitalistas rentistas, especuladores del dinero que hoy les llaman inversores y que se han refugiado en los fondos de inversión. En 1928 habían sacado la conclusión de que prestarles plata a los empresarios era negocio de alto riesgo, por lo cual lo bueno sería prestarle plata al gobierno. Desde ahí arrancó su campaña que coronaron en 1980, cuando se tomaron el poder de Estado, arrasaron el Estado del Bienestar, arrebataron el banco central de las manos del gobierno y sometieron las finanzas públicas a vivir de los recursos del mercado de capitales.
La táctica era dejar sin recursos al Estado, por lo cual fue necesario quitarle el banco emisor, lo que hicieron con la supuesta autonomía, aunque hoy vive arrodillado ante BPI de Suiza. De otro lado, recortar el gasto público para no poner en riesgo el pago de la deuda, lo que hicieron satanizando el gasto social propio del Estado del Bienestar con el peyorativo de “populismo” y mediante la privatización de los bienes públicos para quitar carga al presupuesto nacional y dejar libres los recursos de los impuestos para el servicio de la deuda. Y para completar el perverso esquema, la política macroeconómica la concentraron en frenar la inflación para no afectar la renta de los papeles de inversión que el gobierno emite con tasa fija de interés y que corre riesgo, por motivo de perdida del poder adquisitivo del dinero derivada de la inflación.
Hoy, todos los Estados están sobre endeudados incluido USA, y esos niveles tienen en riesgo el modelo económico global. Los neoliberales creyeron que el Estado nunca quiebra, sin considerar que la capacidad de tributación de la ciudadanía es limitada. Ahora, para salir del atolladero, toca esperar el derrumbe total del modelo que, según los síntomas que estamos viendo y considerando que no es posible sostener un sistema económico donde han convertido el dinero, que ha sido siempre un medio de pago, en una mercancía objeto de negocios de compra-venta, vendrá a más tardar en la próxima década; así que podemos afirmar que toda la culpa no es de Duque.