Extraño mundo el de las encuestas políticas, que es parte del aún más extraño mundo de las estadísticas, con las cuales, sobre fórmulas y cálculos muy exactos, pero bases muy inciertas, se puede probar casi cualquier cosa. Pero son un buen indicador para medir tendencias si se toman con una pizca de sal.
Dos encuestas de firmas prestigiosas, hechas en medio de la catástrofe del paro nacional, en la tercera semana de mayo, midieron, la una, de Invamer, el índice de favorabilidad de personajes de la política; la otra, de Guarumo, la intención de voto para la elección presidencial suponiendo que las elecciones hubieran sido al día siguiente de cuando se hizo la encuesta, día que por fortuna está lejano.
Los resultados de la de Invamer son muy curiosos porque miden favorabilidades de personajes públicos antes del paro nacional y durante este, tema que según la medición no parece haber afectado mayormente a los candidatos presidenciales más opcionados, ni el nivel de insatisfacción general de la gente. Si se mira la ficha técnica, se encuentra que se hicieron 600 encuestas telefónicas, principalmente a través de teléfonos fijos (¿existen todavía?), 200 en Bogotá y cien en cada una de las cuatro mayores ciudades capitales, cada uno de esos segmentos divididos por sexo, edad y estrato. Ser encuestado tiene así casi las mismas posibilidades de ganarse la lotería, lo cual se reconoce en la misma ficha técnica donde se dice que el margen de error en las grandes ciudades es de 9% más o menos, o sea un rango de 18%, que es lo mismo que no medir nada. El margen general de error es más del 5%.
Curiosamente, ese elevado rango de error en las grandes ciudades es igual a la percepción favorable que tiene la gente del presidente de la República, 18 %, lo cual puede significar que por allá no gusta a nadie. Gustavo Petro marca un 48 % de imagen desfavorable y Sergio Fajardo marca 38 % de imagen favorable, que con esos márgenes de error puede ser cierto o todo lo contrario. Así, ¿para qué encuestas?
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Curiosamente, el elevado rango de error en las grandes ciudades es igual a la percepción favorable que tiene la gente del presidente, 18 %, lo cual puede significar que por allá no gusta a nadie
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La de Guarumo mide intención de voto y es más interesante. Su muestra, 1.480 adultos, es más grande y más extendida a nivel municipal, su margen de error de 2,5 %. Si suponemos que el número de votos válidos para la elección presidencial de 2022 está alrededor de 20 millones, que es una suposición razonable, y convertimos en votos las intenciones de la encuesta, son un indicativo de cómo están las apuestas en este momento de efervescencia y calor.
Gustavo Petro encabeza la lista con 20,6 % de intención de voto, lo cual quiere decir que tendría hoy más de cuatro millones de votos. Esa cifra es coincidente con la votación que obtuvo en la primera vuelta de las elecciones de 2018, con la cual pasó a la segunda. Lo cual quiere decir una cosa buena y una mala: la buena, que ha mantenido el caudal electoral que le es más fiel, lo cual en sí mismo ya es una proeza; la mala, que en un momento en que es el único candidato presidencial en campaña, con una presencia vigorosa, continua y agresiva en los medios de comunicación, no ha logrado aumentar su apoyo en otros sectores de la población que le son necesarios para ganar la Presidencia, si vuelve a pasar a la segunda vuelta.
Sergio Fajardo va bastante atrás de segundo con 9,8 % de intención de voto. Lo cual quiere decir que tendría hoy alrededor de dos millones de votos, menos de la mitad de los que sacó en la primera vuelta de 2018. Ha perdido pues la mitad del apoyo que tenía entonces. Si suponemos que va a ser el candidato de la llamada Coalición de la Esperanza (esperanza de que no siga gobernando Uribe), y le sumamos la intención de voto de sus integrantes, medidos en la encuesta, Galán, Robledo y De la Calle, llegaría a 17,1%, tres millones y medio de votos. Y falta el Partido Verde que está deshojando su margarita. La campaña de la coalición del llamado centro izquierda (aunque su electorado tiende a ser más de centro) en realidad no ha empezado. Hoy es un colectivo de gentes ilustres que diluye la figura de Fajardo y no ha acordado las reglas de juego para una consulta en las elecciones parlamentarias de marzo de 2022, pero puede constituirse en una real alternativa de poder. Lo único que tienen intacto es la esperanza.
Detrás viene una estrella en ascenso, Federico Gutiérrez, con 8,5 %, que ocupa el espacio dejado por Marta Lucía Ramírez como opcionado candidato de la derecha, aunque tiene el problema de que aún no han salido a la palestra las muchas personas que le van a competir. Incluyendo Germán Vargas Lleras, sobre quien se vuelcan todas las complacencias y es poderoso rival de cuidado para todo el mundo.
Pero, para dañar el paisaje y el sustentado análisis, el 20,4 de los encuestados no votó por ninguno; 8,6 por otros; y 15,8 no supo o no respondió. Eso suma 44,8 % o sea, cerca de nueve millones de votos. Así que la encuesta al menos nos sirve para saber que falta casi toda el agua por correr debajo del puente, que era lo que se quería demostrar. (QED, en latín)
