A toda costa, Trump quiere frenar la llegada de migrantes

A toda costa, Trump quiere frenar la llegada de migrantes

El mandatario del país del norte declaró la emergencia nacional para detener la invasión de “pandilleros” y “terroristas” centroamericanos, como él los llama

Por: Carlos de Urabá
noviembre 23, 2018
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A toda costa, Trump quiere frenar la llegada de migrantes
Foto: Twitter @realDonaldTrump

La caravana de migrantes que salió de Tegucigalpa (Honduras) hace más de un mes —convocada por el periodista y militante de la izquierda hondureña Bartolo Fuentes— acaba de llegar a Tijuana. Es decir, que han recorrido más de 5.500 kilómetros. Según la policía federal, a su paso por Guadalajara se contabilizaron un total de 7.000 migrantes (incluidos 100 menores de edad, algunos viajan solos).

Policías federales mexicanos y agentes migratorios intentaron detenerlos en Ciudad Hidalgo (paso Tecún Umán-Guatemala), pero se vieron impotentes para contener la marabunta que derribó las vallas de contención en la aduana, ingresando ilegalmente en México. Mientras otra gran multitud cruzó en barcas o a nado por el río Suchiate, los que quisieron entrar legalmente quedaron detenidos en Tapachula.

En este tsunami humano de proporciones bíblicas no solo vienen ciudadanos sino también campesinos que han sido despojados de sus tierras por los terratenientes o las multinacionales. El mundo rural agoniza a causa de la destrucción de la naturaleza y el cambio climático, el hambre y la sed asola las comunidades y la única salida es emigrar a las ciudades o al extranjero.

El objetivo de esta marcha es muy claro: cruzar como sea la frontera que separa México de Estados Unidos. Aunque el nuevo presidente de México, el izquierdista López Obrador, les ha ofrecido trabajo y regularizar su situación migratoria, la inmensa mayoría repite en voz alta que no se van a echar atrás porque su máxima obsesión es hacer realidad el sueño americano. La estatua de la libertad es el faro que guía su camino.

Este éxodo es el síntoma más claro del fracaso de los procesos de paz llevados a cabo en Centroamérica en los años 90 para poner fin a la guerra que desangraba Salvador, Guatemala o Nicaragua. Las guerrillas entregaron las armas desmovilizándose a cambio de reformas que incluyeran mejoras socio-económicas para la población más vulnerable, pero con el paso de los años todas estas demandas se fueron aplazando hasta caer en el olvido. La “izquierda revolucionaria” fue lentamente integrándose en la democracia burguesa atraída por las prebendas burocráticas e institucionales, algo que derivó en la imparable ascensión del neoliberalismo más reaccionario, que ha generado más precariedad y pobreza. Algunos sociólogos de la vieja escuela sostienen que en América Latina la única oposición posible es la lucha armada.

Honduras históricamente se ha distinguido por ser un satélite del imperialismo norteamericano. En los años ochenta la Contra nicaragüense —entrenada por la CIA— instaló sus bases en la margen izquierda del río Coco con el propósito de atacar a la guerrilla sandinista. Se hacía imprescindible neutralizar el avance del comunismo en la región por medio de una guerra de desgaste.

Al final, Centroamérica se ha convertido en una de las regiones más violentas del planeta. Washington premia a las élites del poder elegidas fraudulentamente en procesos “democráticos” viciados y que ellos mismos certifican. Las multinacionales norteamericanas explotan a destajo las riquezas y materias primas favorecidas por la oligarquía vendepatrias.

Estamos inmersos en el sistema capitalista en el que impera una demencial alienación tecnológica y cibernética que ha instituido el consumismo más atroz y despiadado. La propaganda que se transmite por la televisión, las películas, el cine, las revistas, los periódicos o el internet sublima y diviniza la grandeza del imperio yanqui. Solo basta nombrar la palabra EE.UU para que los migrantes recobren el aliento y se les marque en el rostro una sonrisa de felicidad. Algunos incluso portan la bandera de las barras y las estrellas para demostrar que vienen en son de paz. “No somos delincuentes, somos ciudadanos que venimos a trabajar” aducen. Muchos piensan que el gobierno de Estados Unidos va a otorgarles el estatuto de refugiados ya que hacen parte de una población vulnerable, víctima de la pobreza, el hambre y la violencia. Así difícilmente nuestros pueblos van a romper las cadenas del asistencialismo y la dependencia.

La consigna es coronar lo más rápidamente posible para terminar de una vez por todas con este viacrucis. Nos conmueven escenas desgarradoras de angustia y dolor, pero su capacidad de resistencia es memorable. Por pura supervivencia. A veces cunde la desmoralización y el pesimismo, pero puede más la atracción del dorado capitalista, donde el genio de la lámpara maravillosa les concederá todos sus deseos: casa, carro, computadores, televisores, teléfonos celulares, buena ropa y comida en abundancia.

En los años sesenta o setenta del siglo pasado, una juventud ciento por ciento politizada deseaba cambiar el mundo e imitar a sus ídolos el Che Guevara, Fidel Castro, Sandino, Farabundo Martí o Camilo Torres. El idealismo los empujaba a empuñar las armas uniéndose a la causa revolucionaria con la firme creencia de que su martirio liberaría a sus pueblos del yugo imperial. Hoy esos guerrilleros han sido reemplazados por la delincuencia común y las bandas criminales, cuya ideología es la puñalada trapera o el tiro en la nuca.

El lumpen proletariado ya no quiere echarse al monte en defensa de sus derechos sino que prefiere escapar rumbo al dorado capitalista. Su majestad el dólar posee una atracción fatal imposible de contrarrestar. Los han estafado con tantas mentiras y falsas promesas. A esas bestias de carga tan solo les espera una larga y lenta agonía cuya única recompensa será una fosa común en el cementerio.

No hay un proyecto de salvación colectivo sino individual. Los más fuertes sin clemencia aplastan a los más débiles en una clara demostración de darwinismo social. Sin igualdad de oportunidades para poder progresar es casi imposible asegurar un porvenir digno. Escapan de un sistema diabólico que solo conduce al suicidio o la autodestrucción.

Si quieren cambiar radicalmente sus vidas Tío Sam es el único que puede redimirlos y ofrecerles trabajo, seguridad, educación, salud, vivienda y, sobre todo, dólares a punta de pala.

Por ahora no son más que unos espectros que vagan por los caminos rogando caridad a ver si los buenos samaritanos se compadecen de sus cuitas. Humillados piden limosna a los transeúntes, se apostan en los semáforos o en la orilla de las carreteras repitiendo su triste letanía: “una monedita por amor a Dios”

Si se les pregunta cuál es su destino, sin dudarlo contestan: Los Ángeles, San Francisco, Miami, Virginia, New York, Chicago o Canadá (depende de sus preferencias o si ya tienen familiares residiendo allí), porque a los EE. UU. han emigrado legal o ilegalmente millones de latinoamericanos deseosos de participar en el gran banquete capitalista. El 75% de los migrantes en EE. UU. son espaldas mojadas. Les han vendido que Coca Cola es la "chispa de la vida" y este es un dogma irrefutable.

Los componentes de la caravana son los más pobres entre los pobres; pertenecen a los estratos más bajos y despreciables cuyo entorno social se desenvuelve en un medio delincuencial donde reina la drogadicción y el alcoholismo. En esta marcha vienen desde bebés, niños, jóvenes, mujeres, madres embarazadas, familias enteras, novios, matrimonios, viudas, huérfanos, abandonados, hombres maduros, ancianos, ciegos, paralíticos, cojos, sordos, mudos, retrasados mentales. La mayoría son de origen mestizo, indígenas, negros, mulatos, zambos, en fin, todas las sangres todas. Estamos hablando del lumpen más miserable condenado a la brutalidad y el analfabetismo. Incluso hay varios grupos de LGBTTTI víctimas de la discriminación y la homofobia en unos países dominados completamente por el heteropatriarcado.

Han experimentado en carne propia como asesinan impunemente a sus hermanos, a sus padres, a sus hijos, a sus amigos, tienen que soportar la extorsión y los chantajes por parte de las maras y otros grupos delincuenciales. Sobrevivieron a la barbarie pero todavía les resta sobrepasar incontables obstáculos hasta disfrutar de las mieles del "paraíso". Todo joven de 12 o 13 años es obligado a enrolarse en las pandillas; se solicitan mensajeros, fleteros, extorsionistas, ladrones, vendedores de droga, secuestradores, proxenetas, sicarios. Quien se niegue a obedecer las órdenes que se atengan a las consecuencias. Por lo general se ejecutan a los insumisos con el fin de aterrorizar a la población. Otra modalidad es el rapto de niñas que servirán de concubinas de los grandes capos. Desde luego que los parias han nacido para protagonizar las noticias más espeluznantes de la prensa amarilla.

Esta caravana simboliza un grito de protesta contra esos gobiernos corruptos y autoritarios que aplican una política militarista de represión, torturas, asesinatos, y desapariciones forzadas —que es el mejor método para eternizarse en el poder—. Esta es la herencia que han dejado los regímenes indolentes que desde hace siglos cumplen al pie de la letra su papel de esclavistas y explotadores...

El pueblo mexicano está dividido entre los que se solidariza con la causa de los migrantes centroamericanos, siguiendo los preceptos cristianos de “ama al prójimo como a ti mismo”, y los que critican a los invasores (apestados) pues vienen a crear más problemas sociales y a mendigar en las calles. Dan por seguro que aumentará la delincuencia y la inseguridad. Otros apuntan que muchos engrosarán las filas de los carteles del narcotráfico. Se les criminaliza por su apariencia física, porque son pobres, carecen de recursos, llegan sucios, andrajosos, enfermos, desnutridos con los pies llenos de ampollas, cargados de bártulos y muertos del cansancio. Por eso no es de extrañar que surjan manifestaciones de xenofobia y de racismo.

Ya nadie habla de dignidad humana sino del fútbol o las telenovelas. La indiferencia es la norma y mientras haya plata para cargar el teléfono celular lo que le pase al vecino a mí me importa un bledo.

¿Quién va a hacerse cargo de estos 6.000 migrantes y de los que vendrán? ¿Quién va a mantenerlos, darles de comer o facilitarles alojamiento? Porque cada estado mexicano ha asumido sus propias responsabilidades para afrontar una emergencia humanitaria sin precedentes.

La cúpula eclesiástica hace ingentes esfuerzos para que Canadá acepte unos cuantos miles de migrantes. El papa Francisco los recuerda en sus oraciones diarias y se muestra muy preocupado por la situación de población más vulnerable como los bebés, niños o ancianos.

El comité organizador de la marcha “Pueblos sin Fronteras” está integrado por activistas de los derechos humanos profesores, estudiantes, sacerdotes, artistas de los EE. UU., Centroamérica, mexicanos y europeos. Se necesita un compromiso inclaudicable de la Cruz Roja, Cáritas, las ONGs, distintos organismos de ayuda humanitaria, la oficina de la ACNUR de la ONU, voluntarios de las iglesias, las parroquias, universidades, escuelas, la comunidad LGTBTTTI de Honduras, Salvador o Guatemala y las donaciones particulares porque los mexicanos hacen gala de una gran generosidad.

El gobierno mexicano no ha querido detenerlos sino muy por el contrario les ofrece auxilio y apoyo para que culmine su periplo. No han acatado las órdenes de Washington que les exigió cerrar la frontera para impedir el paso de los “invasores”. Peña Nieto está a punto de finalizar su mandato y por eso las responsabilidades de gobierno recaen en el nuevo presidente López Obrador quien ha ordenado proteger y asistir a la caravana por motivos humanitarios.

No es la primera vez que se produce este éxodo migratorio puesto que México es un país de tránsito constante de inmigrantes. Desde hace muchas décadas se han producido con mayor o menor intensidad este tipo de fenómenos migratorios en el que están involucrados los propios mexicanos, centroamericanos, caribeños, sudamericanos y más recientemente africanos, asiáticos y hasta de Oriente Medio. Lo que no trasciende es que miles de ellos han muerto en el camino víctimas de las enfermedades, los accidentes o los carteles que les cobran peaje, los secuestran los esclavizan, asesinan o desaparecen.

La ruta clásica es abordar como polizones el tren carguero “la Bestia” desde Tapachula o Arriaga (Chiapas) hasta Tijuana (conocida como la ruta del Pacífico que es la más larga pero la más segura) la ruta Noreste discurre de Querétaro a Ciudad Acuña, la ruta Norte que va de Querétaro a Ciudad Juárez, la ruta del Noreste de Queretaro a Tijuana, la ruta Suroeste de Tapachula a Tierra Blanca.

La noticia del éxodo de migrantes centroamericanos ha trascendido a nivel mundial y es portada de la prensa, radio, noticieros de TV y las redes sociales. El efecto llamada hace que la caravana de migrantes empiece a crecer desmesuradamente. Según las últimas noticias, se esperan varias oleadas más procedentes de Honduras, Guatemala y el Salvador. Es que desde cualquier teléfono móvil (vía Facebook o Whatsapp) es muy fácil animar o convencer sus familiares y amigos para que vengan a sumarse a la marcha. Mike Pompeo, secretario de Estado del país del norte, ha dicho que “los migrantes son un inaceptable riesgo para la seguridad de Estados Unidos”. Trump intenta chantajear a los países centroamericanos con retirar la ayuda económica sino detienen inmediatamente la caravana. Además amenaza con deportar a millones de indocumentados, dreamers, que en la actualidad residen en los EE. UU.

La crisis migratoria ha servido para que Donald Trump justifique —en aras de la seguridad nacional— la construcción del muro de separación o del apartheid (calcado al que levantaron los sionistas en los territorios ocupados). Ese ogro xenófobo y racista ha dado la orden al “séptimo de caballería” de disparar contra de indios rebeldes que pretenden violar la soberanía patria. A esa “chusma infecta de matones y pandilleros hay que fumigarla”. El gobierno de los EE. UU. impide solicitar asilo a quien ingresa de forma ilegal en su territorio y está empeñado en derogar las medidas migratorias de la era Obama: el Dream Act y el Obamacare.

Se impone el discurso de odio para infundir el miedo y señalar como enemigo al extranjero, al que es distinto por su color de piel o su idiosincrasia. En EE. UU. actualmente hay 11 millones de indocumentados.

A Tijuana, Mexicali y Ciudad Juárez comienzan a llegar los primeros migrantes de la caravana despertando gran animadversión entre la población local.

El alcalde Tijuana Juan Manuel Gastélum del PAN ha declarado a los migrantes “personas non gratas”: “mano dura con esta bola de vagos y marihuaneros” y “Son intrusos malolientes que vienen a quitar puestos de trabajo a los mexicanos” dicen algunos. Se nota que le Ku Klux Klan actúa a ambos lados de la frontera.

Tijuana es una ciudad fronteriza que viene recibiendo desde hace años miles y miles de migrantes de distintas nacionalidades cuya meta no es otra que cruzar la raya. Solo basta con observar el caso de los 3.000 haitianos (otros 19.000 ya han sido repatriados) que por ahora permanecen en el limbo a la espera de que se resuelva su crítica situación. Estos náufragos fundaron en los suburbios de Tijuana “la pequeña Haití” que es una especie de gueto en el que se han visto obligados a atrincherarse. Para sobrevivir trabajan de obreros, operarios en las maquiladoras, en los restaurantes o los hoteles, etc. En este sitio talvez los migrantes centroamericanos —ante el rechazo de las autoridades a su presencia en el municipio— no les va quedar otra alternativa que instalar sus precarios cambuches de plástico y de cartón a la espera del asalto final a los cielos (algo que puede tornarse indefinido) Aparentemente la ONU va a aplicar en Tijuana la misma política implementada en Oriente Medio con los refugiados de la guerra Siria.

El gobierno mexicano exige al Alto Comisionado para los Refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR) que le ayude económicamente a afrontar la crisis humanitaria pues también tienen que atender a millones de sus conciudadanos sumidos en la pobreza extrema. Se prevé que antes de fin de año lleguen a Tijuana, Mexicali o Ciudad Juárez unos 30.000 centroamericanos.

Estamos asistiendo igualmente a una rebelión mística muy similar a la acontecida en el nordeste del Brasil en 1897 y que tuvo como protagonista al líder espiritual Antonio Conselheiro en la conocida “Guerra de Canudos”. El Conselheiro se dedicaba a peregrinar por el Sertao con el fin de captar devotos a los que les prometía la salvación eterna. Y así fue como miles de campesinos, indios, caboclos y esclavos libertos se unieron a este líder carismático que implantó el cristianismo comunitario y autosuficiente. Este profeta pretendía fundar un reino divino en el Nordeste de Brasil. En sus dominios no existía el hambre, el sufrimiento y las leyes se inspiraban en el amor fraterno, la solidaridad y la armonía entre los seres humanos. Tales principios anarquistas derivaron en el enfrentamiento directo con gobierno central que movilizó al ejército en defensa de la unidad patria. Hasta que al final y después de cruentas campañas militares quedó completamente exterminado el movimiento.

Un siglo después Antonio Conselheiro resucita encarnado Bartolo Fuentes, periodista y político de la izquierda hondureña, defensor de los derechos humanos y ex diputado por el partido Libertad y Refundación. Él fue quien colgó en Facebook un llamado a unirse a la caravana de migrantes con destino a los EE. UU. La convocatoria tuvo un inusitado éxito en las redes sociales pues los pobres siempre están ávidos de milagros. Esta mezcla explosiva entre la ideología marxista, el catolicismo y las sectas evangélicas surtió el efecto deseado. Porque los latinoamericanos hacemos parte de ese increíble sincretismo en el que se mezclan creencias religiosas, paganismo, misticismo, anarquismo o comunismo. Los oprimidos recuperan la conciencia y se dan cuenta que valen menos que uno de esos perros de pedigrí que tanto miman los burgueses y que si no reaccionan los van a aplastar como cucarachas.

La caravana migrante se vio implicada en serios incidentes de orden público al asaltar el paso fronterizo de Agua Caliente en la frontera guatemalteca (en la actualidad cerrado por presiones de Washington) Entonces las autoridades de ese país en un intento por desmovilizar la caravana, detuvieron a Bartolo Fuentes acusándolo de tráfico ilegal de seres humanos. Tras deportarlo a Honduras de inmediato tuvo que escapar al Salvador (donde está ahora asilado) pues peligraba su vida.

El gobierno hondureño presidido por el presidente derechista Juan Orlando Hernández, aliado de las mafias del narcotráfico y sus matones, lo señala de ser un “coyote” que se aprovecha de la ingenuidad de los más humildes. Además se le acusa de querer tumbar el gobierno. En Guatemala el presidente es Jimmy Morales, conocido payaso televisivo y pastor de la iglesia evangélica es la punta del Iceberg de un sistema corrupto que busca derrotar a la Comisión contra la impunidad en Guatemala, en Nicaragua el presidente Daniel Ortega a raíz de las manifestaciones de protesta contrarrevolucionarias ha ordenado a la policía reprimirlas a sangre y fuego. En los últimos seis meses han muerto aproximadamente 500 personas. La crisis política, la falta de recursos y desabastecimiento ha empujado 30.000 nicaragüenses a buscar refugio en Costa Rica. En el Salvador el presidente Sánchez Cerén del FMLN poco pude hacer para contener la violencia de las maras y del crimen organizado. Este pequeño país centroamericano —según Amnistía Internacional— es donde más homicidios se cometen sobre la faz de la tierra. Por ejemplo, entre enero y septiembre la mara salvatrucha ha asesinado a 260 menores de edad.

Como está escrito en el Antiguo Testamento los muros de Jericó caerán cuando los sacerdotes toquen sus cuernos y el pueblo elegido lance su grito de guerra. Todos saben que el presidente Donald Trump les tiene preparado un recibimiento sorpresa con el despliegue en la frontera sur de 5.600 soldados del US Army y la Guardia Nacional. Para el ejército de Dios, protegido por ángeles y arcángeles no hay ejércitos, ni murallas, ni aviones o cañones que los detengan. Los ricos y poderosos por su soberbia y egoísmo serán castigados por Jehová.

Ya son cuatro las caravanas que suben hacia el norte —a pie y en autobuses— de manera escalonada procedentes de Honduras, Salvador y Guatemala, aunque también hay mexicanos que se están sumando a lo largo del camino. Según sostiene el sacerdote hondureño David Mateo en su obra “Jesús Deportado” el hijo de Dios también fue un inmigrante indocumentado. En las asambleas que se convocan regularmente por parte de los organizadores de la caravana se discute la estrategia a seguir para captar la atención de la opinión pública mundial, la ONU, el Vaticano, la Unión Europea. Se baraja la posibilidad de realizar plantones, huelgas de hambre, cadenas de oración, para visibilizar aún más sus reivindicaciones: respeto a los derechos humanos, seguridad, justicia, reparación y dignidad.

El Che Guevara en algunos apartes de su famoso discurso pronunciado ante la Asamblea General de la ONU en 1964 expresó: “porque esa gran humanidad ha dicho ¡basta! y se ha echado a andar” “Ahora sí la historia tendrá que contar con los pobres de América, con los explotados y vilipendiados que han decidido empezar ellos mismos, para siempre su historia” “Y esa ola irá creciendo cada día que pase y esa ola no parará más”

La verdad es que en este caso no se han cumplido sus predicciones porque esa gran humanidad en su impotencia en vez de decir ¡basta! y luchar por su tierra y por su pueblo ha decidido huir con rumbo norte en busca del imperio capitalista.

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