Como van las cosas con la vacuna en Colombia, tocará irla a comprar en un san andresito o en los taiuanes, de contrabando y será muy probablemente china o coreana. Habrá de llegar entre medio de chanclas y telas, o en esas neveras en que le dicen al cliente obtuso que traen las langostas del Japón fresquitas como para servir directamente a la mesa. No es una exageración de novelista. Es una conclusión lógica de lo que sucede cuando el estado resuelve tener el monopolio de un medicamento pero se colincha con las EPS, porque ellas serán las únicas que podrán distribuirla de acuerdo con el listado de las 27 millones de cédulas por edades que tienen. Los otros 23 millones de colombianos que no están inscritos en ninguna EPS tal vez quedarán en manos de los alcaldes.
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Pedir explicaciones a quien tiene problemas de lenguaje y confunde negociación en trámite con contrato firmado, es inútil
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Por alguna razón, probablemente ordenada por los nuevos dueños del mundo a quienes obedecen religiosamente las cabezas del estado, en nuestro país (y parece que en los otros también) no autorizan que la vacuna sea distribuida y vendida por las mismas farmacéuticas que la fabrican o que un ciudadano común la pueda comprar en una droguería. Le están dando el mismo trato que Fedegán le da a los ganaderos para repartir e inyectar la vacuna de la aftosa o, lo que es peor, el que le dan a la venta de barbitúricos. En otras palabras, a la vacuna redentora han resuelto volverla droga maldita y, obviamente, abrirán las compuertas del tráfico ilegal y mi frase inicial de que habrá que irla a comprar en donde se expenden tolerantemente las mercancías de contrabando, en los sanandresitos, no resulta tan disparatada.
Pedir explicaciones a quien tiene problemas de lenguaje y confunde negociación en trámite con contrato firmado, es inútil. Esperar que los dirigentes del mundo se pongan de acuerdo y dejen la feroz competencia por adquirir el mayor número de dosis de vacunas (de acuerdo con la plata que les sobre o los votos que les hagan falta) y se repartan equitativa y solidariamente entre pobres y ricos del mundo entero, es dañarle el negocio a los que lo montaron. De la misma manera que cuando comenzó la epidemia hace un año, cada país ha tirado por su lado, cada quien entonces ha mostrado sus habilidades para ser inútil o para ejercer la dictadura como única solución. Cabalgamos de una u otra manera en el quijotesco egoísmo para dizque entrar al futuro, pero al lado, en una mulita como Sancho Panza, viene la envidia que nos tentará siempre a la anarquía ante la falta de mando y convocatoria y, sobre todo, ante el exceso de inequidad.