Pocas ciudades tan sucias y maltratadas con el grafiti como Bogotá. Los responsables en buena parte de este mugrerío son los ‘empuercadores’ (llamados por los progres ‘grafiteros’), que se han encargado de embadurnar cuanta pared, puente o monumento tenga la capital.
Los ‘empuercadores’ pasan por un momento agridulce: el dulce es que las autoridades, tanto por acción como por omisión, se hacen los de la vista gorda cuando de grafitis se trata. La libertad que tienen los presuntos artistas y vándalos de manchar la ciudad es casi total. La parte negativa es que ya casi no hay un solo centímetro cuadrado en Bogotá que no haya sido manchado y pintarrejeado. Son pocos los espacios que los vándalos tiene para pintar sus mamarrachadas.
Las autoridades, con su negligencia y pusilanimidad, en el fondo están cometiendo dos grandes errores. El primero de ellos es dilapidar los recursos de los contribuyentes en pintar de colorines los puentes en la ciudad, cuando saben perfectamente que los ‘empuercadores’ los van a embadurnar al día siguiente. Lo que está haciendo la Alcaldía de Bogotá es prepararle el fondo de los puentes en diversos colores para que los grafiteros puedan manchar los puentes y túneles a su libre albedrío. El segundo y mayor error de las autoridades es que en las zonas donde primen los grafitis, los precios de la finca raíz empiezan rápidamente a decaer. Por lo tanto, a menor precio, es menor el recaudo impositivo por predial. La administración se está clavando su propio cuchillo.
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El primer error es dilapidar los recursos de los contribuyentes en pintar de colorines los puentes en Bogotá, cuando saben que los ‘empuercadores’ los van a embadurnar al día siguiente
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Limpiar los grafitis es una tarea difícil y costosa ya que buena parte de ellos se hace sobre materiales porosos como son el cemento, la piedra, y el ladrillo. Después de ensayar miles de soluciones, el Metro de Nueva York decidió embaldosinar buena parte de sus estaciones. Dado que el baldosín se puede limpiar con bastante facilidad, los ‘empuercadores’ de esa urbe decidieron que no valía la pena seguir encochinando el Metro. En Bogotá, en muchas áreas se podría pensar en una solución similar. Si bien estéticamente el resultado no sería el óptimo, por lo menos es una mejora a lo que hay hoy.
Hay algunas empresas que venden pinturas especiales que permiten un rápida y eficiente limpieza de las superficies, indistintamente sean el cemento, piedra o ladrillo. Mientras se implantan las pinturas y materiales que permitan una limpieza, lo que se debería es iluminar todos los lugares sujetos a ser vandalizados. Todo parece indicar que a estos sinvergüenzas, al igual que los vampiros, les gusta es la oscuridad y no la luz.