El sábado asistí invitado por la dirección distrital de Comunes al lanzamiento del Pacto Histórico Juvenil en la plaza de Lourdes. Un acto político cultural organizado por los distintos movimientos de jóvenes de la capital. La tarde sirvió para enmarcar un evento radiante de libertad, en el que muchachas y muchachos muy jóvenes, con sus pintas extravagantes, banderas y consignas aplaudieron a rabiar a Gustavo Petro.
Me sentí viejo en medio de tanto adolescente. Se percibían varias cosas en la masa que crecía y aglomeraba cada minuto más frente a la tarima por donde desfilaban grupos folclóricos, de rap, rock y otros estilos semejantes. En primer término su juventud fresca, rebelde, irreverente. A lo que podía agregarse su abierto antiuribismo, su identificación con el paro nacional y su respaldo incondicional a las víctimas de la violencia policial y estatal.
El rechazo al viejo país. Las ansias de un futuro y un mundo mejores, que todos ellos consideran poder construir. Una cosa estaba clara, además. Su convicción de que quien corresponde a sus expectativas se llama Gustavo Petro, el líder de la Colombia Humana. En eso no vi la menor vacilación. La forma como aclamaron su aparición y luego las palabras que pronunció, no dejan la menor duda, son petristas.
Me llamó la atención la intervención de Petro. El énfasis en que sus propuestas de reforma agraria y de vincular los salarios de los trabajadores con la productividad de las empresas no tienen nada de socialistas. Son incluso reformas de corte capitalista, emprendidas en Norteamérica hace muchos años, así como en diversos países de Europa. Fue muy claro en asegurar que son los uribistas los que escandalizan con el socialismo y las expropiaciones.
Algo que él no pregona ni defiende. Después de todo el mayor expropiador de Colombia ha sido el uribismo, muchas de cuyas figuras destacadas han sido vinculadas de una u otra manera con el paramilitarismo y el despojo de tierras a millones de campesinos violentados. Si a algo temen esos poderosos latifundistas y empresarios es a la reversión de lo que adquirieron así. Basta con oír a María Fernanda Cabal y su consigna de derogar el Acuerdo de Paz.
Según Petro, puede existir el antiuribismo que se quiera, pero si ese sentimiento no se organiza decididamente en comités, juntas, pactos o la denominación que quieran darle, por barrios, localidades, veredas, corregimientos, pueblos, se corre el grave riesgo de que se quede en otra aspiración frustrada. Su llamado a la juventud y el país fue ese, a unirse, organizarse y vencer en las elecciones de 2022.
En las presidenciales y en las legislativas. Un gobierno progresista, atado de pies y manos por un Congreso reaccionario, no podrá sacar adelante sus proyectos de reforma y seguramente sufrirá todo el tiempo agitaciones y sabotajes. Que de remate serán achacados a su incompetencia por la venenosa propaganda opositora. Los casos en el vecindario son más que ejemplarizantes. No podemos repetirlo.
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Todo lo que se reclamó y luchó en el paro nacional, puede acercarse a la realidad solo si se saca al uribismo del poder
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Si los jóvenes se deciden a votar, va a ser imposible detener el cambio. Representan un veinticinco por ciento de potenciales sufragios, una fuerza definitiva en cualquier conteo final. Pero tienen que votar. Es la consigna urgente del momento político. Todo lo que se reclamó y luchó en el paro nacional, puede acercarse a la realidad solo si se saca al uribismo del poder. Lo demás será apenas anécdota.
El 8 de octubre se conmemora en las lides revolucionarias del mundo el día del guerrillero heroico. En recuerdo del Che Guevara, su detención y cobarde ajusticiamiento en Bolivia. Sin duda que su ejemplo de vida y abnegación inspiró en buena medida las luchas armadas que se dieron desde los años sesenta del siglo pasado en América Latina y otros lugares. Para él, los Andes serían la tumba del imperialismo norteamericano.
Algo que no resultó como soñaba. Quizás su muerte y la derrota de su proyecto político militar en Bolivia indicaron que ese no era el camino, algo que muchos no supimos nunca leer. Curioso que medio siglo después de su muerte, toda la reacción continental, encabezada por la OEA y el grupo de Lima, se concertara para sacar a Evo Morales y Movimiento al Socialismo del poder. Para tener que verlo regresar vencedor tras otras justas electorales sin tacha.
Federico Engels, en su último prólogo a la Guerra Civil en Francia, de Marx, dedicó unas líneas al posible triunfo electoral del proletariado, palabras que si no fueron atacadas con rabia, fueron ocultadas con vergüenza por muchos partidos y movimientos, particularmente proclives a la lucha armada. La historia enseña más que el discurso. Fidel Castro calificó la revolución como tener sentido del momento histórico. Cabe darle toda la razón.
Toca apostarle a Petro, votar por él y ayudar al Pacto Histórico. Lo demás resulta intrascendente ahora. Es eso o la tragedia nacional total.
Publicada originalmente el 8 de octubre 2021