El Paro Nacional que adelantan los trabajadores, estudiantes, campesinos e indígenas del país, desató a lo largo de la semana todo un debate sobre si los pajareros de Colombia, y las redes de avistamiento de aves, debían o no participar en el Global Big Day (el mayor evento de observación de pájaros en el mundo) que tendrá lugar este 8 de mayo.
Ante la invitación a no participar como una forma de protesta y también como un llamado a la comunidad científica internacional para que observen lo que está ocurriendo en Colombia, la reacción inmediata de los pajareros a los que llamaré "el pájaro por el pájaro" fue un grito (intolerante, obvio) con el que pedían no "politizar" los grupos de avistamiento de aves. Otros argumentos más sensatos apelaban a la naturaleza misma del evento, pues las listas que se crean durante ese día (y por lo menos los dos siguientes) son de gran utilidad "para mejorar el conocimiento sobre la distribución, abundancia y uso de hábitat de las aves en todo el mundo" (tomado de ebird.org).
Como se puede ver en el mismo objetivo del evento, esos avistadores que aprecian al "pájaro por el pájaro" (es decir, solo por la belleza y los colores y etc) desconocen que las aves no existen solamente en el espacio reducido del lente de sus cámaras y binoculares, sino que hacen parte de todo un ecosistema. Son seres vivos que dependen de recursos, árboles y corredores migratorios que son constantemente amenazados por la mano del ser humano, en especial por los planes de los políticos y los gobiernos para los que la conservación de aves es solo una piedra en el zapato.
Del otro lado se encuentra las organizaciones y líderes que han movilizado la no participación en el evento. En un comunicado de Facebook, Jasbleady Castañeda Solano, creadora del Programa S.O.S Tingua, explicó que pajarear es por supuesto un acto político, y no subir registros ese día movilizaría a los colombianos y a las personas de diferentes partes del mundo para que se pregunten "por qué no estamos y se informe sobre lo que está ocurriendo en Colombia" (tomado de "Pajarear es un acto político: Jasbleady Castañeda Solano).
Claro que pajarear es un acto político, en especial en un país gobernado por un partido al que no le importa el medio ambiente y ha promovido políticas extractivistas y de deforestación masiva e ilegal. Claro que pajarear es un acto político, porque a los líderes ambientales también los matan, y un ejemplo y prueba de ello es Gonzalo Cardona Molina, campesino protector del loro orejiamarillo. Sin embargo, no subir listas y fotos de aves y esperar una reacción internacional es, a mi modo de ver, ingenuo. Mi postura la corrobora la invitación realizada por la Universidad de Nueva York a Alvaro Uribe Vélez para dar una conferencia sobre, entre otras cosas absurdas, desarrollo sostenible.
Al contrario, el Global Big Day es un momento para mostrarle a los colombianos por qué el Paro Nacional debe seguir. No se trata solo de una Reforma Tributaria, también de todo un sistema que prioriza la explotación de recursos, y al mismo tiempo usa el lema de "la magia salvaje" para atraer turistas pero sin asegurar la vida de las personas que defienden la biodiversidad. Hay que mostrarle a los colombianos no solo fotografías en primer plano de las aves, sino de los espacios en los que habitan, en ocasiones deforestados, incendiados, invadidos por construcciones que no tienen en cuenta los corredores migratorios. Hay que hacer públicas las fotografías de los líderes ambientales asesinados por el estado y por su grupos paramilitares.
Hace unos meses, le mostré a una compañera de trabajo algunas fotografías de las aves migratorias que mi novia había logrado capturar en el Humedal Córdoba. "¿Esos pájaros están acá?", me preguntó, casi incrédula, cuando vio una imagen de la reinita gorginaranja. Y en Semana Santa, en una vereda de San Francisco, uno de los campesinos de la zona me preguntó que qué hacía, al verme con los binoculares y la cámara. Le señalé un carpintero habado que estaba de pie en uno de los troncos de una cerca. "Tantos años acá y uno no se fija en eso", me dijo. Le respondí que para verlos uno tenía que mirar hacia arriba. "Tiene razón, es que a veces uno solo se fija en los zapatos y la tierra", respondió. ¡Jueputa! Hay que mirar para arriba, más allá de los zapatos, y mostrar lo que vemos, para ver si de una vez por todas la gente empieza a valorarlo.