Colombia está entre la probabilidad, la duda y las malas certezas...
Definitivamente hoy más que nunca es tan real esa frase cuasi elocuente que dice que ‘’aquí en Colombia todo puede pasar’’ y lo digo porque es preciso que en época de elecciones esta frase toma aún más fuerza y popularidad.
El ‘’todo puede pasar’’ esta cargado de un manto de principios básicos que se disputan su orden de acción, pasando desde la probabilidad, la duda, y terminando o llegando a la certeza.
Es precisamente esos tres principios a los que por suerte o desgracia Colombia ha tenido que cotidianamente convivir, sobre todo si hablamos de probabilidades, dudas e incertidumbres, ya que las certezas han existido, pero no exclusivamente las que hemos soñado o deseado como pueblo.
Muchas veces en nuestra lamentable realidad social, económica y política hemos tenido que pasivamente aceptar y masoquistamente soportar que nuestro país lo único que pueda expresar o dar son meras probabilidades, dudas, incertidumbres y muy pocas buenas certezas.
No es casualidad que lo que hemos escuchado en la historia del país solo sea; es probable que, no se puede asegurar, puede que sea, puede suceder que, no está claro, es dudoso que, etcétera y también no es simple casualidad o azar del destino que las pocas certezas que hemos tenido como: no se puede negar que, en realidad, lo cierto es que, es evidente., solo sean para darle afirmación y validez a todas aquellas ignominias que nos han hecho estancarnos en el desbarrancadero de país que tenemos.
Este nuevo año en donde muchos cerraron o abrieron ciclos, hicieron promesas de cambio y peticiones a su Dios favorito, también sería necesario y justo que se pida y se cierre el ciclo vicioso e infortunado que por siglos Colombia ha soportado.
Es momento de que las buenas certezas emanadas del cambio sean el pan de cada día de los colombianos. Es momento de que la incertidumbre, el miedo, la duda y las meras probabilidades queden enterrados y relegados al olvido.
Estamos llamados a que, en este año de decisiones, no caigamos nuevamente en la duda, en el miedo, en la incertidumbre a las cuales nos hicieron acostumbran para que los únicos que tuvieran buenas certezas fueran los privilegiados de siempre, esos que se aprovechan de que aquí pase de todo para que la duda y la probabilidad sean el único paisaje que se deba mirar.
Llegó el momento de que las buenas certezas sean para todos, especialmente para aquellos que en este momento sufren de primera mano las consecuencias de tener un país gobernado por esos que nos han traído la certeza de ser el país más desigual del mundo, el país con la tasa de informalidad más alta del continente y con los niveles más altos de corrupción.
Llegó el momento de una Colombia por fin, humana.