Alejandra Azcárate: ser famoso tiene un precio

Alejandra Azcárate: ser famoso tiene un precio

Aunque sé que tiene derecho a no publicar su vida privada en redes, creo que debe ser consciente de lo que trae consigo la carrera que eligió

Por: Sylvia Santos
febrero 19, 2019
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Alejandra Azcárate: ser famoso tiene un precio
Foto: Instagram @laazcarateoficial

Lo confieso, me encanta Instagram. Al final del día, uno de mis placeres culposos es sentarme en el sofá de mi casa a ver las imágenes con las que me puedo inspirar para decorar mi casa, vestirme al siguiente día o compra ropa.

También me gusta seguir personas felices o deleitarme con fotografías excelentes acerca de un producto o de un servicio.

Por nostalgia farandulera también me gusta seguir a famosos que admiré en mi adolescencia o en mi juventud, personas que he escuchado en entrevistas que me han interesado y que siguen deleitándome con la calidad de sus publicaciones.

Una de esas personas es Alejandra Azcárate, que es bien conocida como una persona frentera, sin tapujos y que nunca le ha hecho la pelota a nadie.

Estuve de acuerdo con ella en el artículo que hace muchos años sacó acerca de las gordas, me indigné cuando la demandaron por las fotos sobre la última cena publicadas en Soho y además admiro la forma en la que se viste.

A pesar de ser una confesa fan y entender que es una simple opinión, no pude evitar indignarme con una publicación que ella hizo en defensa de por qué no muestra fotos de su marido.

 

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Con una frecuencia alterante suelen preguntarme porqué no aparezco aquí en fotos con mi esposo. Empiezo por decirles en la mejor onda, que mi vida no está sujeta a evaluaciones por parte de desconocidos. Protejo mi hogar como lo que es, mi prioridad. El respeto por mi pareja es el motivo principal para no exponer de forma innecesaria lo que para nosotros es un espacio exclusivo. Estoy convencida de que el amor real no se exhibe, ni requiere ser sometido a reafirmación. Respeto a quienes piensan distinto y se sienten cómodos compartiendo detalles de su privacidad, no pertenezco al grupo. No me interesa inspirar a nadie, el simple término me parece egocéntrico. Cada quien vive con quien quiere, de la manera que prefiere y el tiempo que determine. No quiero ser un referente de nada porque no me corresponde dar ejemplo. Mi matrimonio tiene valor, no precio, así que por quedar bien ante uds no estoy dispuesta a pagar el mismo de la mayoría con tal de aparentar una dicha ficticia. Mi marido es un hombre al que afortunadamente estos circuitos le parecen ridículos, le aterra posar, alardear y de hecho los considera una lobera adictiva que ha generado una pérdida colectiva de autenticidad porque todo se resume a las apariencias sin verdades. Entonces tú, que metes a tu hijo a dormir en tu cama para que tu esposo no te toque, tú que no lo cuidas sino que lo supervisas, tú que con vena chismosa vives del qué dirán, tú que le has perdonado toda serie de engaños por conservar una familia imaginaria, tú que te convertiste en su mamá, tú que justificas el tedio diciendo que es tranquilidad, tú que estás esperando a que tus hijos crezcan para huir, tú que tienes sexo por cumplir, tú que renunciaste a tu carrera y ahora te arrepientes, tú que tienes crisis de edad porque los años se te fueron en complacer a los demás, tú que tanto muestras en Instagram tu relación fracturada como si fuera perfecta, no te preocupes por la mía, soy muy feliz con el hombre que elegí y que me merezco. Ocúpate de la tuya que por lo visto pide a gritos atención. A nosotros, déjanos frescos en esta divina burbuja. • • @bubblesky_glamping

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Estoy absolutamente de acuerdo con su derecho a no publicar su vida privada en redes, es su vida y ella verá cómo la gestiona. Sin embargo, en la parte en la que se refiere a sus lectores como “a ti”, deja ver que cree que las personas que la siguen y le cuestionan por la ausencia de su esposo en foto son en resumidas palabras: malcogidas, malvividas y, además, todas mujeres.

Leí la publicación de Alejandra tres veces, la quería entender desde mi profundo respeto, pero aún así sentí un poco el dolor de fan traicionada, porque a pesar de lo cierto de su alegato me quedó un sabor de “yo soy mejor, porque soy famosa”… o esa fue mi percepción.

Masticando mi indecisión y tratando de entender los dos lados, el mío de civil y el suyo de famosa, me seguía indignando. Además, que otros famosos como Paola Calle o Miguel Varoni apoyaran su texto me acabó de incomodar.

El caso, reflexionando nuevamente sobre su post llegué a la conclusión de que sí existe una diferencia entre una persona famosa como ella y una civil como yo. No es que ella sea mejor que yo o viceversa, la diferencia radica en que yo no elegí cobrar por mis publicaciones en Instagram, a mí no me pagan marcas para decir lo buenas que son.

Seamos sinceros, si algún famoso postea sobre algún producto es porque hay plata de por medio y así como por ser famosos les llueven fans que los adulan, también hay otros que los destruyen a punta de comentarios y eso viene incluido en el paquete, como bien dice Aviatur, el cliente de Alejandra.

Alejandra, Miguel y Paola querían ser famosos y ese es el precio. Nadie se hizo millonario de presentación en presentación. Ellos, como usted y como yo, necesitan trabajar para vivir. Yo me aguanto al compañero de oficina incómodo y ellos al hater de Instagram, porque ese es el precio de hacer lo que nos gusta o por lo que nos pagan. Ahí lo dejo.

A ustedes, queridos lectores, fans, civiles, como yo, les digo: miren a las redes sociales como lo que son, filtros embellecedores.

Yo no he visto nunca a nadie que publique un momento incómodo y entiéndanlo, los famosos no son sus amigos, no son parte de su familia. El hecho de que usted los vea en la pantalla no quiere decir que son algo suyo.

Cuando publiquen las bondades de un producto, investíguenlo bien y pregúntense: ¿por qué un famoso lo está recomendando? Un buen producto no necesita tanto bombo.

¡Por Dios! No se coma dos hamburguesas porque una “gurú del fitness” como Sacha, que además le vende productos milagrosos, lo hace. Que yo me tome una foto con comida al frente no quiere decir que me la vaya a comer, que Sasha se tome la misma foto mucho menos.

Reitero, miremos las redes como lo que son: entretenimiento. Mi cuenta de Instagram es la versión 2.0 de la viejita chismosa del barrio y con los años me he dado cuenta de que ahora la viejita chismosa soy yo.

Nota al pie: tomo el término “civil” de la película El club de las divorciadas, en el cual Elise Eliott, una actriz venida a menos, interpretada por Goldie Hawn, se queja de que sus amigas no la pueden entender porque son según ella son civiles, es decir, personas no famosas.

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