El año pasado muchos vieron el Joker, película con más de diez nominaciones y un éxito en taquilla que pocos imaginarían. Sin lugar a dudas, la película terminó siendo todo un acontecimiento. DC Comics nos tenía acostumbrados a películas totalmente diferentes y si observábamos a Todd Phillips (director) después de dirigir películas como ¿Qué paso ayer?, definitivamente el Guasón no prometía mucho.
Joaquín Phoenix aseguró que interpretar el papel de Arthur Fleck,fue uno de los retos más difíciles de su carrera. Posteriormente Phoenix ganaría un Oscar gracias a esta memorable actuación. Saliéndonos de las estrellas y los reflectores, el tema que de verdad interesa es este contexto particular en que se desarrolla la película y en el que vive Arthur Fleck. Este escenario falto de toda clase de solidaridad que nos plantea el largometraje encaja con esa percepción violenta e insensible del estilo de vida moderno en el que vivimos.
Arthur representa a una persona solitaria, retrotraída, que vive con su madre muy anciana y enferma. Por su parte, estuvo interno en un hospital de sanación mental, y el único trabajo que consiguió al salir, fue de payaso. Además, no tiene amigos ni un amor que brinden alguna clase de compañía para lograr soportar el yugo de la existencia en medio de tanto caos. Para agravar la situación, se entera de que su padrastro abusó de él con complicidad de su propia madre cuando este era tan solo un niño. En este momento llega la escena más cruda para mí en toda la película: el fragmento en el que Arthur asesina a su madre, después de confesarle que no había sido feliz un solo día de su vida.
Aunque es impactante el asesinato, me quedo con la confesión de Arthur. Es desgarrador pensar que alguien que puede ser nuestro vecino, amigo o familiar realice esa reflexión. Esta historia, mostrada en película es algo que no tenemos muy lejos, es algo que se ve a diario y que pasa delante de nuestros ojos sin que nosotros nos demos cuenta. Este mundo carente de solidaridad y de deseo de rescate por el otro, se desarrolla en un completo nihilismo. Impera ante todo la ley del más fuerte, este mundo de insensibles, apáticos, miedosos, prejuiciosos y hasta inhumanos en el cual el egoísmo prima como forma de supervivencia. Una sociedad enferma que se tambalea gracias a los flujos de inmoralidad que han permeado todas las clases sociales.
El Joker trae a mi mente un poema del escritor norteamericano Charles Bukowski: Hell is a lonely place. En este se pone en escena, un mundo frío e insensible que lleva a las personas hasta el limite mental, que las conduce a realizar acciones que de otro modo no sabemos si las habrían realizado.
En la película se hace evidente que la actuación desquiciada del Guasón tiene que ver con la completa apatía que muestra absolutamente todo el mundo hacia él. Más que discriminación, es esa sensación de no ser nada, de no aportar nada, de sentirse inútil, esta sensación es la que hace crecer el odio de Arthur hacia el mundo, convirtiéndolo después en un psicópata.
De esta manera podríamos ver cómo gracias a nuestras actitudes estamos creando potenciales guasones, personas que al no recibir ninguna clase de apoyo o afecto terminan desarrollando un particular rencor, no solo concentrado en un sujeto, sino en la sociedad en general. Gracias a nuestra total falta de sensibilidad hacia las demás personas en nuestro alrededor, estamos criando futuros lobos que nos devoraran en un futuro…
Ahora bien, como bien lo he dicho, el relato del film no se aleja de la realidad: mi tío fue asesinado de una puñalada en el corazón el pasado sábado 22 de febrero. Estaba próximo a cumplir 33 años. Muchos sueños por cumplir y dos hijos que dejó en este mundo. ¿Por qué pareciera que hace falta que la desgracia nos toque a nosotros para sensibilizarnos un poco más?
El asesino de mi tío podría ser uno de estos lobos sueltos. Se determinó que el personaje en cuestión ya tenía pasado judicial manchado por delitos y de alguna manera estaba libre en la calle. Sin embargo, este es uno de los muchos casos que se dan en Colombia, donde para el año 2019 según Medicina Legal, murieron asesinadas más de 7.000 personas. Esta cifra demuestra esa violencia constante en la que vivimos, en un contexto marcado por personajes rencorosos con una absoluta falta de atención social.
Nos estamos destruyendo entre nosotros mismos. Por consiguiente, es hora de empezar a pensar en los demás, es hora de comenzar a ser empáticos con las personas que nos rodean, es hora de trabajar en virtudes como la paciencia, la tolerancia y el respeto. ¿Cuánto tiempo más matándonos entre nosotros mismos? ¿Qué más estamos esperando a que ocurra para recapacitar? Tenemos que presionar con el fin de acabar todas las practicas misóginas, xenofóbicas, homofóbicas, racistas, machistas, etc. No podemos permitir más la polarización política, aunque tenemos derecho de escoger nuestra ideología, sería necesario que como seres pensantes escogiéramos las que son dignas del ser humano, por ejemplo, las que velan por cumplir los derechos humanos. Los medios masivos no tienen por qué adoctrinar en ideologías ni brindar información con aras a hacer que un grupo social, político o económico prevalezca sobre otro.
Todas estas circunstancias anteriormente mencionadas son las principales causas de la segregación que a posteriori causan estos brotes de odio entre personas, sea por ideología, por raza, nacionalidad, etnia, etc. Tenemos que comenzar a pensar en ese posible Arthur Fleck que pasa frente a nosotros y que como en la película, preferimos estrellarle el letrero en la cara antes que brindarle apoyo. Es hora de empezar el cambio.