A raíz de una de mis publicaciones sobre los riesgos de la vacuna del papiloma humano en diarios regionales, nacionales e internacionales recibí multitud de mensajes de muchas madres colombianas que no entendían por qué sus hijas sanas y saludables empezaron a sufrir y padecer de enfermedades que jamás habían dado muestra alguna de tenerlas. Muchos testimonios son crueles y dramáticos pues nos dejan con esa rara sensación de estar ante un crimen que nadie quiere parar o detener, sobra decir que muchos mensajes fueron insultantes, ofensivos y amenazantes, pero por encima de ello están los testimonios de esas madres que hoy viven en carne propia y en la de sus hijas los efectos adversos de una vacuna que ha sido rechazada en varios países del mundo y declarada por el Tribunal de Ética Médica de Francia como peligrosa y lesiva por sus efectos adversos en muchas niñas el mundo entero. Japón, India, Francia, España, México, entre otros países, la han rechazado rotundamente prohibiéndola en instituciones educativas y centros médicos. En España se creó la Asociación de Afectadas de la Vacuna del Virus del Papiloma Humano –AAVP- tras la muerte y aparición de enfermedades extrañas en cientos de niñas después de ser vacunadas, muchas veces sin consentimiento paterno, en sus escuelas y colegios.
En Colombia se decide vacunar a todas las niñas desde los nueve años de edad y para ello se las obliga a hacerlo en su centro educativo.
Uno de los testimonios es aterrador y expresa la angustia y el dolor de una madre (por obvias razones omitimos sus datos), pero que está a la disposición de autoridades competentes. Nos escribe Olga Lucia y se nos hiela la sangre al extremo de estremecernos de ira e indignación ante el silencio cómplice de nuestras autoridades y entes de salud: “Hola, estoy aterrada y muy confundida lo que si tengo muy claro es que mi hija recibió las dos dosis, poco después me llamaban del colegio porque mi hija presentaba dolores fuertes de cabeza, adormecimiento en partes del cuerpo, la lengua, pérdida de conciencia, la llevamos al médico y en resumen me la trasladaron al hospital psiquiátrico en donde la diagnosticaron con enfermedad mental. Lo cual desde que me entero de todo esto me doy cuenta que hay una respuesta a esto que acabo con mi vida, por favor explíquenme si esto trae efectos a más largo plazo ya que ella es gemela y la otra niña también recibió las 2 dosis… qué debo hacer ya que en el hospital psiquiátrico yo comente esto y se hacen los desentendidos”. Igualmente nos escribe otra madre con el siguiente testimonio: “Mi hija lleva 6 meses postrada en una cama con intensos dolores, poco a poco perdió la movilidad, la fuerza, se debilitó su visión, y ya ni siquiera puede caminar, todo esto le sucedió a una niña sana, deportista, feliz y excelente estudiante, en el colegio fueron a vacunarlas y ella se negó, pero la obligaron que por que era la secretaria de salud, el día de hoy me confirmaron que tiene un proceso de intoxicación por la vacuna del papiloma, la cual afectó su sistema nervioso, lo increíble es que la EPS no nos ayudó en nada y el ego de los médicos que cuando no saben nada dicen que el paciente se lo inventa, que impotencia, pero voy a hacer esto público, no más de quedarnos callados mientras matan a nuestras hijas…”. Desde Cali me reportan la muerte de una niña de trece años después de ser vacunada, el temor impide que las denunciantes nos brinden más detalles.
Pero el valor de una madre se impone ante la enfermedad de su hija afectada por esta vacuna, ella es Claudia Elena Restrepo Gallego, de la ciudad de Medellín y madre de una niña de trece años que hoy se encuentra postrada después de recibir esta vacuna en su colegio, obligada y sin consentimiento de sus padres, está, como es natural desolada y tremendamente sola ante su drama familiar, nos comenta Claudia: “Mi hija Laura Sofía Torres Restrepo tiene 13 años y siempre fue una excelente estudiante, deportista, estudiante de actuación, pues su sueño es ser actriz y modelo, el pasado 27 de mayo en su colegio realizaron una jornada de vacunación contra el virus del Papiloma Humano, mi hija se negó pues no tenía claro para que la querían vacunar, ante su negativa la respuesta del colegio fue que era obligatoria, le cogieron del brazo y la vacunaron sin su consentimiento y mucho menos el mío, pues jamás recibimos ninguna notificación…”, y más adelante nos expresa como “A los días Sofía presento vómitos, fiebres muy altas, mareos y fuertes episodios de migrañas, acompañados de malestar general y dolores de garganta a lo que le diagnosticaron faringoamigdalitis bacteriana, y comenzó antibióticos, este cuadro se repitió una y otra vez durante meses sin resolución alguna, pues tenía estas infecciones 2 veces al mes durante 4 meses, su sistema inmunológico se fue al piso ya no tenía defensas de ningún tipo, su actitud cambio notablemente y ya no regresó a estudiar pues sus repetidas ausencias al colegio la hicieron atrasarse mucho al punto que no regreso más, el 9 de octubre despertó en la mañana con un dolor en el cuello muy fuerte, que no le permitía mover la cabeza, llamamos al servicio de Emergencias en casa y el primer Diagnóstico fue Cervicalgia (inflamación de los músculos cervicales) la inyectaron con antinflamatorios pero el dolor nunca cedió, por el contrario cada vez era más fuerte, poco a poco empezó a presentar entumecimiento de los brazos con dolor y poco a poco fue perdiendo la movilidad, el 1° de noviembre la hospitalizaron por orden de Neurología, le realizaron tac cervical y resonancia magnética cervical, las dos salieron normales, más sin embargo el dolor cada vez era más incapacitante, fue muy frustrante ver como los médicos comenzaron a ignorar a la niña, luego hospitalizada la visito un psiquiatra y después de hablar 15 minutos con ella, diagnostico irresponsablemente, que ella tenía un trastorno opositor desafiante (manejo de agresividad) claro que estaba alterada, pues las enfermeras empezaron a dudar de que la niña realmente estaba enferma y en varias oportunidades insinuaron que estaba fingiendo, esta situación tenia a la niña incomoda y para el psiquiatra esto le dio pie para el diagnóstico, mi hija no solo tuvo que lidiar con el diagnostico, sino con la incredulidad del personal del hospital, después de eso la dieron de alta que porque ella medicamente no tenía nada y la remitieron a psiquiatría…”. Claudia Elena Restrepo, embargada de dolor, angustia e impotencia nos relata como “la remitieron a la clínica del dolor, donde la pasaron a un staf de médicos y después de hacernos preguntas, y ver los exámenes que se le habían realizado, diagnosticaron que la niña tenía un trastorno somatomorfo y por eso tenía una alodinia (dolor intratable), ahora el psiquiatra le recetó medicamentos para la ansiedad y la remitió a psicoterapia (por cierto nunca las autorizaron que por que el plan de salud no las cubre), mientras todo este recorrido de especialistas se chutan la pelota unos a otros, han pasado casi 6 meses y mi hija que comenzó con un dolor cervical, ahora también es dorsal, lumbar, está inmovilizada, hace un mes que perdió la capacidad de caminar normalmente, arrastra los pies como si tuviera 90 años, pues el dolor es insoportable, no tiene estabilidad es como si hubiera perdido el control de su cuerpo, todo el tiempo está mareada y con nauseas, tiene sensibilidad a la luz y permanece con ardor en los ojos, le duele abrir mucho la boca, dolores de oído constantes y de cabeza, los cambios de estado de ánimo ahora si son notorios pues cualquiera que lleve 6 meses en cama con fuertes dolores y fuera de eso no le crean, viviría de mal humor, tiene muchos temblores y el sábado pasado tuvo un cuadro de laringotraqueitis (se inflamó la laringe y se le estaba cerrando la traquea) por lo que tuvo que ser nuevamente remitida a urgencias, donde dicen que no saben que le ocasionó esto, la estabilizaron y le dieron de alta….”.
Y con dolor reflejado en sus palabras esta valiente mujer abre su corazón de madre para hacernos sentir su tristeza y abatimiento: “Nunca pensé ni por un momento en la vacuna del papiloma, hasta que en el mes de febrero, vi una publicación en internet que hablaba de los efectos secundarios de esta vacuna, inmediatamente relacioné todo y mi corazón de madre supo que le pasaba a mi hija, investigué muchísimo del tema y encontré testimonios de varias niñas en diferentes partes del mundo pasando por lo mismo, algunas con sintomatología más grave y otras más leves, pero todas con algunas coincidencias, lo más particular es que absolutamente todas han tenido que pasar por la tortura de que las diagnostiquen con trastornos psiquiátricos, inclusive se del caso de una que está en un hospital mental, es triste ver como el ego de los médicos no les permite ver más allá de sus narices pues lo que ellos no saben prefieren decir que es mentira del paciente….”.
Claudia Elena y su pequeña hija se encuentran ahora en la ciudad de Bogotá intentando “un tratamiento de desintoxicación con un médico Bioenergético, quien por medio de un examen con dermatron pudo constatar que la niña sufrió un daño en su sistema nervioso, adicionalmente tiene problemas en el páncreas, la vesícula, el hígado y los riñones, gracias a la cantidad de medicamentos que ha tenido que recibir que no han hecho absolutamente nada, excepto deteriorar más la salud de mi hija”.
Su relato estremece y lo obliga a sentir esa rabia y ese dolor que deben vivir solas, abandonadas, casi que parias entre su gente y su país: “Al día de hoy, mi hija no estudia, ya no hace deporte, no tiene amigos no puede ver ni TV mucho rato por que se marea, no camina, no tiene fuerza en los brazos y para salir tiene que ser en silla de ruedas y sufre de dolores tan fuertes que dormida la escucho quejarse todas las noches y yo no puedo hacer nada más que orar, pago mensualmente un plan de salud, que no me apoya y me dio la espalda y a los médicos que he tratado de decirles de la vacuna, dicen que no saben nada del tema y que lo de la niña está todo en su cabeza. Estoy en quiebra, no tengo auto y la tengo que transportar en taxis todo el tiempo, ya no puedo trabajar pues no la puedo dejar sola, la tengo que bañar, levantar, acostar, y tratar de darle animo todo el día, pues me da miedo que pierda las ganas de vivir, pues esta como muerta en vida. Ya no sé qué hacer pues la medicina tradicional no me presta atención y ni siquiera sé que examen se le puede hacer para comprobar legalmente, que fue la vacuna y a quién recurrir, literalmente estamos solo en manos de Dios”.
En manos de Dios y del silencio cómplice de entes de salud, ministerios, defensoras del derechos humanos, gobierno y opinión pública. Son muchas niñas las que fueron obligadas a vacunarse en sus colegios, a pesar de la advertencia de médicos, especialistas y científicos que nos advirtieron sobre estos riesgos. Nadie quiere escucharnos, nos dejan solos, nos amenazan, nos tratan con displicencia y se limitan a guardar un absurdo y cruel silencio. Pero más allá de esta denuncia y el valor de esta mujer, invito a Colombia para que no las dejemos solas, para que nos solidaricemos con su causa y la de su hija, que se defiendan sus derechos pues ante el dolor decidió renunciar a su trabajo y dedicarse en cuerpo y alma en restablecer la salud de su hija. En Bogotá se encuentra desamparada, rota por el dolor y la tristeza, quebrada en sus ilusiones y casi que vencida ante la indiferencia medica que la obliga a desplazamientos casi que infructuosos y agotadores. Su testimonio obliga a un análisis serio y sesudo sobre la vacuna del papiloma humano, sus incidencias y consecuencias. Pero mientras esta propuesta se abre camino, apoyemos a Claudia Elena y a su hija Laura Sofía para que por lo menos su dolor se sienta acompañado de Colombia entera. Y entre todos evitemos que se repita este drama en nuestras hijas que son obligadas a vacunarse sin que entiendan los riesgos a los que se ven expuestas. Gracias por su testimonio, quizá así se rompe ese extraño silencio que nos hace pensar que los intereses económicos de las grandes multinacionales farmacéuticas están por encima de la vida, de la dignidad y del dolor de tantas niñas y madres que solas y a su suerte deben luchar contra la adversidad de una enfermedad desarrollada por una vacuna censurada y prohibida en muchas partes del mundo. Mi corazón con ustedes, mi amor por ustedes, mi voz por Claudia y Laura Sofía, por esas niñas que en estos momentos se encuentran en las mismas condiciones, solas y diagnosticadas como dementes o encerradas en centros psiquiátricos. Colombia con ustedes, con ese su inmenso dolor…