La semana pasada me indigné. Contactos en Facebook usaban de manera abusiva la imagen de Garzón. La peor fue esta, en donde dicen, sin ambages, que era primo de alias Romaña, el temible comandante de las Farc.
La campaña de desprestigio contra Jaime Garzón surge desde la extrema derecha y el uribismo más acérrimo, ese al que no le gusta Iván Duque porque lo consideran moderado, castrochavista. Ellos, fervientes defensores del comandante Carlos Castaño, no han escatimado en repetir una y otra vez que Jaime Garzón era llamado dentro de la guerrilla alias “Heidi”. Muchos en redes dicen que el tipo es un buen muerto pues servía de enlace entre el Eln, las Farc y los familiares de los secuestrados.
Esta actitud renace con el anuncio de la nueva telenovela de RCN que es precisamente sobre la vida de Jaime Garzón. Desde esta noche van a llover improperios sobre Heriberto de la Calle y sus personajes. Va a ser muy aburridor ver a todos esos simpatizantes de Castaño salir del closet y decir a voz en grito lo que siempre han pensado: que a los líderes sociales hay que darles chumbimba, aniquilarlos por revoltosos, por revolucionarios, por tirar piedra. Con el Garzón de ficción no solo van a tirarle piedras virtuales a un personaje sino a una idea: la de la solidaridad, la de dar la vida por los demás. También aprovechan para reivindicar la figura de Carlos Castaño y la lucha de las autodefensas.
Pilas, Jaime Garzón es mucho más que el mamerto cansado que quieren mostrar. Su lucidez y su sacrificio ayudaron a formar un nuevo país, el lugar que a tanto uribista radical detesta y quiere quemar para poner en su lugar un afiche gigante de Carlos Castaño, el salvador del comunismo en Colombia