"Renuncie, Santos, renuncie", así reza el titular de un reciente artículo del abogado, Fernando Londoño Hoyos, texto que resalta la esencia política de una agrupación que se ha ensañado contra todo lo que huela a tranquilidad para el campesinado y familias vulnerables del país. Para nadie es un secreto que desde el inicio de los diálogos entre el gobierno y la guerrilla de las Farc E.P., el Centro Democrático como partido político se ha convertido en enemigo de la pacificación.
Entendiendo las opiniones de sus líderes, ‘Colombia si necesita la paz pero bajo ciertas reglas’. En principio, se creía que su actitud era crítica-constructiva, pero con el paso del tiempo se tradujo en un cínico sabotaje por sus posturas sin fundamento, convirtiéndose en espeluznantes manifestaciones de odio y venganza. No se puede tapar el sol con una mano, a esta altura cuando inicia la implementación de los acuerdos, las posturas de los uribistas son incandescentes, contagiando a desprevenidos que poco o nada les interesa el futuro de la patria.
Aunque suene irónico, dirigentes ‘demoníacos’ lloran con desdicha, pues pese a las dificultades, el proceso de paz con la subversión avanza tal como se había concebido en los acuerdos. La ulcera de estos personajes se descompuso más de lo normal desde que el Premio Nobel de Paz llego a este país. No se puede ocultar el profundo odio de estas ‘figuras’ políticas, quienes intentan cambiar la guerra de fusiles con la de palabras, siendo la mentira y la mala intención el combustible.
Leyendo una de sus frases: “su famosa paz quedó clara ante los ojos del mundo. Las mejores Fuerzas Armadas del Continente, con 300 000 hombres bien equipados y adiestrados y una Policía de más de 150 000, doblaron la cerviz ante 7000 tipejos y tipejas, (vaya así para que no se ofendan las feministas) muchas de las últimas en los finales de sorprendentes embarazos”, simplemente se corrobora la postura retrógrada de una dirigencia beligerante y terrorista como el Centro Democrático.
Hay que entender que el terrorismo no solamente se hace con armas o enfrentamientos bélicos, también con la lengua, cuyos efectos son más peligrosos y degradantes que los mismos mecanismos convencionales. Es una lástima que el Estado colombiano sea permisivo a ciertos comportamientos que conllevan a la confrontación, dejando a su paso incertidumbre, desasosiego y atraso socioeconómico.
El producto de la guerra desinformativa está a la vista; suficiente con recordar lo sucedido el pasado 02 de octubre, cuando el resultado de un plebiscito sorprendió al país y al mundo. Lo ridículo fue que la misma gente votó en contra de una iniciativa de paz gracias a una poderosa e inescrupulosa campaña de mentiras y terrorismo. Se pudo comprobar que la mente colombiana es más vulnerable que un anciano sin anticuerpos. Aunque se contemplaba la posibilidad de perder el plebiscito, las probabilidades eran demasiado bajas, por el hecho de que desde hace décadas el mismo pueblo ansiaba un cese definitivo al fuego.
Ya le cogieron la comba al palo, y Colombia se encuentra en alto riesgo. Astutos politiqueros de conservadoras mañas vienen calando en los cerebros de millones de nacionales, solidificando una batalla sin cuartel contra cualquier principio que avive la tranquilidad o paz de las comunidades. Prácticamente han puesto en juego sus acedos caprichos contra la estabilidad especialmente de los campos colombianos y poblaciones débiles. Como buenos 'hijos del Corazón de Jesús', la pelea está casada, y los absurdos aplausos de los inconscientes cercenadores de la sociedad empiezan a cantar victoria.
Desde la firma de los acuerdos de paz, una serie de improperios y mentiras por parte de una supuesta dirigencia de derecha no se ha hecho esperar, con el triste y preocupante resultado que estas bellacadas están anclándose en las neuronas emotivas del ciudadano, promoviendo un sentimiento que posteriormente se transformará en acciones nocivas contra las mismas personas que pregonan ser afiliados a una ideología arcaica, cuya objetivo es el odio y la venganza.
"Renuncie Santos, renuncie" solo deja entrever la angustia de una cúpula deshonesta que intenta por todos los medios socavar la estropeada dignidad que aún queda en muchos electores, especialmente los desorientados, que no les interesa el bienestar de sus connacionales. La división de la necesidad urbana y la rural ha sido la principal estrategia de quienes alimentan un endémico conflicto que sistemáticamente carcome la sensibilidad nacional, empañando la esperanza del pueblo noble.