Sumapaz y la Uribe, el sueño aplazado de un biólogo

Sumapaz y la Uribe, el sueño aplazado de un biólogo

Un extenso territorio de 116 kilómetros, que el humo de la guerra no dejaba ver, empieza a ser descubierto por el biólogo David Rivera

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abril 01, 2018
Sumapaz y la Uribe, el sueño aplazado de un biólogo

David Rivera se graduó de la Nacional, y tuvo la oportunidad de ser el primer académico de esta rama en bajar por el Cañón del Duda, lugar que no ha sido estudiado por ningún biólogo. Se encontrarán desde palmas de cera hasta jaguares

A sus 60 años, David Rivera se puso unas botas de caucho y dio el primer paso del recorrido de 116 kilómetros entre el páramo de Sumapaz y La Uribe, Meta. Él tuvo el privilegio de ser el primer biólogo en bajar para estudiar el Cañón del Duda, un lugar que nadie ha estudiado porque era una zona cien por ciento guerrillera.

Por todo el camino le contaban que hay jaguares, tigrillos y lapas. Pudo ver micos churucos, palmas de cera y un sin fin de mariposas extrañas. Todo esto lo vio con los pies húmedos, pues el agua brota por todo el camino, desde pequeñas cañadas hasta ríos gigantes. Esta región podría tener especies endémicas sin registrar, lo que podría convertirla en una mina de oro para el turismo de naturaleza.

El avistamiento de pájaros, una expedición en búsqueda de orquídeas, las oportunidades son únicas. David Rivera es de los biólogos que se interesa por todo: plantas, animales y habitantes por igual, y por eso vio que el Duda tiene todo tipo de riquezas, pero que de no estudiarlo y protegerlo, podría desaparecer sin ser registrado. Este año, según él, se presentarán las cifras más alta de deforestación en el país.

La vida en el Cañón del Duda es tan particular porque junta la cordillera de los Andes, la Orinoquía y la Amazonía, además de estar protegido por unos gigantes riscos que hacen que llegar sea casi una cuestión de fe. Fue profesor de la Javeriana 10 años, pero siempre estuvo caminando el país, y por eso su cuerpo durante la expedición, que organizó la Región Administrativa de Planeación Especial Central, pudo aguantar las exigencias del terreno.

Este biólogo todavía se sorprende con tigrillos, con jaguares, con micos y mariposas. Cada vez son más difíciles de ver, y su apuesta es por estudiar los lugares donde la vida salvaje colombiana se mantiene. Desde hace más de 15 años organiza los libros de naturaleza del Banco de Occidente – esos que adornan varias mesas de comedor de casas colombianas – y cada día se sorprende más con lo que existe en este país. El Duda es su último descubrimiento, donde todo podrá ser encontrado.

 

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