No ha sido una, dos o tres veces. Han sido muchísimas las ocasiones en que me he topado con una gran demora, ineficacia o abierta ineptitud en la atención virtual o telefónica de diversas empresas o entidades.
Llámense EPS, aerolíneas, escuelas, universidades, bancos, entidades de gobierno y un largo etcétera, la demorada o pésima atención vía canales virtuales abunda por todos lados.
A año y medio de haberse declarado la pandemia en el mundo, es increíble que tantas entidades, compañías o instituciones no hayan podido ni sabido adaptarse bien al cambio, y uno como cliente o usuario reciba tan mala atención por dichos canales.
El tema es grave porque esta mala atención obliga a muchos usuarios a tener que buscar atención presencial, lo que a su vez acarrea aglomeraciones y posibles contagios, que es justamente lo que en teoría buscan evitar los canales digitales o telefónicos.
¿Por qué cuesta tanto trabajo a todas estas entidades brindar una mejor atención en la virtualidad? Sin duda ha sido falta de compromiso, organización, cambio tecnológico, capacitación y hasta reubicación o reclutamiento de personal.
Pero por las razones que sean, no tienen pretexto. Es mediocridad pura.
En los casi 20 años que llevo trabajando de manera remota (teletrabajando, dirían otros), puedo decir por experiencia propia que no es nada del otro mundo. Simplemente requiere brindar un servicio de calidad, organizándose bien, con disciplina. Dar incluso un poquito más de lo que el cliente espera para que quede satisfecho, eso es todo.
Por eso no entiendo por qué a tantos les sigue costando trabajo brindar una buena atención virtual.
A ver si ya se ponen las pilas, por el bienestar y la salud de todos.