Muchos nos hemos topado con una aguda situación de precarización laboral, tan normal, que es en su misma esencia de cotidianidad la que no nos permite siquiera pensar en ello. Y hago referencia a las decenas de trabajadores ambulantes que hacen presencia en cada semáforo de muchas ciudades Colombianas, cuyos trabajadores pasan horas ante el vituperio del sol y del agua tratando de ganarse el sustento de cada día, devengando un salario que ni siquiera llega al mínimo, en un país donde la tasa de inflación es del 4.7 % entre otros meollos decadentes de un país tercermundista. En pocas palabras, una dolosa situación.
Ahora bien, quisiera compartirles la siguiente experiencia que me dejo atónito e inconforme con lo vivido. Dentro de la rutina del ver y cuestionarse, decidí acercarme a un vendedor de bebidas energizantes de una reconocida empresa que hace presencia en uno de los semáforos más transitados de la ciudad de Ibagué. Lo que me impresionó a primera vista fue su avanzado estado de edad, cuya gravedad se acrecentó aún más cuando lo vi trabajar ante el incandescente y poderoso sol de mediodía. Esta situación me obligó a recordar aquella declaración de un expresidente (sujeto que no vale la pena nombrar aquí), quien afirmó que las personas a sus 65 años aun podían trabajar sin ser pensionados, egoísta aseveración que deja en claro el proyecto de precarización laboral que se vive en Colombia. Retomando mi encuentro con el anciano vendedor, me pareció prudente hacerle algunas preguntas sobre su cuestión laboral, sabiendo que su tiempo era corto.
Dentro del vaivén de un día pesado, el anciano me contó algo vergonzante para nuestros ministros de salud o de trabajo, o por lo menos para los contratistas de trabajadores como el caso del anciano. Según el vendedor, él no está apoyado con ningún tipo de póliza para seguros médicos, lo más infame es que el anciano tiene un contrato en meses; es decir, un trabajador sin seguro laboral y con un paupérrimo contrato contado en semanas me llevó a pensar ¿en qué clase de país estamos viviendo? Y así mismo, ¿cuáles son los derechos laborales que tenemos como colombianos? Entre el pasar de los minutos, el vendedor me contaba su preocupante situación, lo que más me impresionó fue su clara noción sobre el actual panorama político por el cual atraviesa nuestro país, pues me lo dejó claro cuando trataba de decirme entre la bullaranga de las bocinas que a este país lo arregla el trabajo bien pagado… sabia afirmación a pesar de que su sueldo proviene del número de bebidas energizantes que venda por día.
Y es que en este país como lo dijo el anciano, los grandes empresarios han adoptado formas particulares de contratar y emplear trabajadores. Muchas de estas son personas de edad avanzada, que se encuentran desahuciadas por un sistema laboral que en su momento, como en el presente, no ha mejorado siquiera para fijar y asegurar una pensión a esos millones de adultos mayores que se encuentran a la deriva sin ingresos dignos para una vida mejor. Las razones son muchas, una de ellas es que estos trabajadores no han tenido oportunidades educativas para forjarse un futuro no tan incierto, puesto que el Estado colombiano históricamente ha invertido en la guerra y no en un sistema educativo sólido que proyecte profesionales con buenos “sueldos” y una pensión que medio sostenga los recurrentes gastos que se presentan en la vejez. Ahora, son estos trabajadores quienes se ven forzosamente a vender su fuerza laboral a empresas nacionales que se comportan como compañías de explotación laboral extranjera, al punto de parecerse una compañía esclava europea del siglo XVII.
Jóvenes y ancianos, todos contratados como una conjunta fuerza de trabajo enajenada, tan enajenada como la Ministra de trabajo Griselda Janeth Restrepo quien se hace la de la vista gorda ante un proceso de esclavitud legal, o proletarización en masa, y como no; ya en Colombia para el presente año la tasa de desempleo alcanzó el 9,4 %. Esta lógica de contrato a días sin pagar pensión, salud y un salario digno obedece al proceso de tercerización laboral cuyo objetivo es acelerar el mercado de trabajo pero ¿a costa de qué?
Solo esperemos que actual turbulencia política por la que atraviesa el país no oculte el coyuntural panorama de los trabajadores y que personas como el anciano vendedor de bebidas energizantes y los más de 5 millones de trabajadores informarles encuentren un sistema social ameno, más equitativo en materia de oportunidades. Un sistema que no se integre a la estafa occidental del “gobierno de bienestar”, sino a un estado que se apoye en el cumplimento de los derechos humanos, comenzando por el labora. Partiendo de ello radica la verdadera democracia de este país.
Sabias pero crudas palabras de un anciano que no ha podido ver mejoras en la estructura laboral de su amada tierra colombiana.