Para los muchos que dicen que el uribismo está acabado tras los resultados de la primera vuelta, son muchas las evidencias de que no es así.
Toda la corrupción que no representamos está en la segunda vuelta electoral.
Se equivoca Fico al creer que nos volcaremos del lado de Rodolfo. Nunca un uribista democrático y decente se inclinaría por un tipejo que se destaca por ser el único candidato que está imputado por corrupción.
No es solamente una denuncia como las miles que le han hecho a Álvaro Uribe, se trata de corrupción pura y dura.
Nunca un uribista decente apoyaría a un candidato que insulta, con tal tranquilidad, los valores de nuestra fe en la virgen o el respeto a la familia, que apoya lo que mal llaman matrimonio igualitario o que permitir el aborto.
Esas son afrentas directas a nuestro pensamiento. Se equivoca mi querido Fico.
Mucho menos, por obvias y conocidas razones, apoyaremos a un candidato que empuñó las armas contra el pueblo y que, en cada oportunidad, mancilla el honor de nuestras fuerzas militares.
No hay opción para el uribismo más que mantenernos en la decencia y las buenas costumbres. Si es nuestro deber patriótico ser oposición lo seremos mientras el país retoma el rumbo.
Seguramente eso será cuando el pueblo digno se dé cuenta que había un tercer camino, el de la dignidad y la decencia.