Para comprender como el pensamiento humano ha influenciado en la evolución del racismo, la inhumanidad y la perpetuada discriminación, increíblemente evidente en nuestros días, es pertinente rememorar lo acontecido en África del Sudoeste [Hoy Namibia] bajo el período del Imperialismo alemán: El Campo de Exterminio de Shark Island, considerado el primer genocidio del siglo XX y el preludio del nazismo.
Entre los años 1904 a 1909, durante la repartición de África, se presentó el genocidio de las etnias Herera y Namaquas con ocasión de la rebelión de estos aborígenes en contra de la colonización alemana dónde murieron cerca de “60.000 hereros y 10.000 namas quienes fueron sometidos a un excesivo régimen de trabajos forzosos, envenenamiento e inanición” (Olusoga, D. y W Erichsen, C. 2010). El primer campo de exterminio de la historia de la humanidad, hoy olvidado por la Europa Occidental, estuvo acompañado de otros genocidios cometidos por el Imperialismo tras la concepción eurocentrista. La Guerra Negra, desarrollada por los colonos europeos contra los 5.000 nativos de Tasmania a partir de 1803, les redujo a sólo 300 obligándoles a exiliarse en Flinders Island para mantener una supervivencia que luego se vio afectada por enfermedades europeas, fracaso y soledad que lentamente los aniquiló. Innegablemente un campo de concentración.
Esta tendencia colonizadora y expansionista de los europeos permitió la extinción de muchos pueblos indígenas en todo el mundo, los Khoisan, los Bosquimanos y Sandals Kalahari en África Austral, los aborígenes de Australia, las tribus de Nueva Zelanda y los indios pampas en Argentina por citar algunos casos. Episodios que infieren la animalidad a la que se vio sometido el pueblo aborigen por parte del Imperialismo que los consideraban primitivos y salvajes, lo que implicó cazarlos como animales, desplazarlos forzadamente, expropiarles sus cultivos, masacrarlos, secuestrarlos, usurparles sus tierras y violentarlos; intensificando un sentimiento de odio capaz de prolongarse a nuestros tiempos.
A su vez, el resurgimiento del racismo se acentuaba, pues Europa consideraba un fracaso la civilización y la evangelización de la raza negra. En corolario, aparecieron teorías raciales científicas, entre ellas la del anatomista inglés Robert Knox al catalogar a los africanos y judíos como “razas inferiores” (Knox, 1850, p. 6), las cuales debían ser dominadas por razas superiores [Raza Sajona]. El estadounidense Samuel George Morton junto a la Escuela Americana de Científicos Raciales basó sus afirmaciones con base al estudio de los cráneos humanos concluyendo que las distintas razas de acuerdo al tamaño de sus cráneos eran especies distintas, detallando que los negros por tener un cráneo pequeño poseían un cerebro pequeño y poca capacidad intelectual, por tanto pertenecían a una raza inferior imposible de mejorar; tal vez no humana.
Por su parte, Charles Darwin y su teoría evolucionista condicionan que los grupos humanos pertenecen a la misma especie, varían unos de otros, están en continuo cambio y algunos tienden a expandirse, deben luchar por sobrevivir [competencia humana] y prosperan aquellos que se adaptan con más facilidad al medio ambiente [los más aptos, especializados y profesionales subsisten]; deduciendo diversos destinos para las razas humanas.
En efecto, la raza negra fue clasificada como “la menos inteligente” según Francis Galton en el siglo XIX, quien desarrolló la teoría de la Eugenesia [buen linaje, fuertes, inteligentes y sanos] aplicando la selección artificial al ser humano para el mejoramiento y superioridad de la raza blanca, y así controlar la reproducción de las razas inferiores [erradicación de la raza indigna]. Esta práctica fuertemente aceptada en Europa y Estados Unidos se reflejó en erradicar el concepto étnico, la esterilización involuntaria de personas con deficiencia intelectual, discapacitados, enfermos mentales, delincuentes, homosexuales y pobres, restricción del matrimonio interracial, control de inmigración, segregación racial y genocidio.
Las descritas teorías raciales [Racismo Científico, Darwinismo Social y Eugenesia] que en otrora se fundamentaron en nombre del progreso social y biológico de la humanidad indefectiblemente han estado vinculadas con las diversas formas de dominación de las personas como la esclavitud, la servidumbre, el colonialismo, el neocolonialismo y el imperialismo. Esas disciplinas, indiscutiblemente transcendieron en nuestros pueblos y coadyuvaron a que en la actualidad se mantenga la distinción entre la raza blanca y la de color, el credo que los negros son personas de menor valor, la aniquilación de la cultura indígena, el fenecimiento de las clases inferiores y la discriminación y/o el sometimiento a todo hombre que actué, piense y sienta diferente a las mayorías de la sociedad.
Argumentos contundentes para determinar que muchas de las violaciones a los derechos humanos y la extendida desigualdad humana que ha marcado la historia de la humanidad se justifican para respaldar el conocimiento, la evolución y el progreso de la misma.
Referencias
Galton, F. (1914). Hereditary Genius. Macmillan and Co., Limited, London.
Knox, R. (1850). The Races of Men. London: Henry Renshaw.
Olusoga, D. y W Erichsen, C. (2010), The Kaiser’s Holocaust: Germany’s Forgotten Genocide and the Colonial Roots of Nazism. Faber & Faber Non Fiction.