Todavía tenemos grandes y mayúsculos vacíos en la ciencia médica. Aunque no es novedoso, vale la pena reconocer la enorme cantidad de enfermedades que no podemos curar -eliminar- de nuestro cuerpo, de nuestro ser. Solo somos capaces de paliarlas y eso que siguen progresando a pesar de todos los esfuerzos. Diabetes, hipertensión, artritis reumatoide, son sólo algunos ejemplos, que se unen a la criminalidad, la violencia, el insulto, la crítica destructiva, que podríamos denominar como “enfermedades sociales”, si me permiten. ¿Qué nos falta? a pesar del avance continuo en las ciencias matemáticas, físicas, sociales, psicológicas y demás. Con respeto digo, nos falta profundizar en las redes que unen todo con todo.
Un cáncer no está separado de la crisis familiar. La hipertensión está inmersa en el estrés laboral. La fractura está conectada a la violencia de género. Sigan ustedes anotando sus experiencias personales y se darán cuenta, conscientemente, de esta enorme red de conexión.
En general, las enfermedades más curables, como las infecciones, son producidas por agentes exógenos, por una causa externa al organismo. En cambio, las enfermedades endógenas, aquellas producidas por una falla interna, por un desequilibrio propio de la persona, del organismo, son menos curables.
Mientras no cambiemos de paradigma,
de por dónde estudiar las causas de las enfermedades,
seguiremos poniéndoles términos como “crónica”, “incurable”, “degenerativa”
Mientras no cambiemos de paradigma, de por dónde estudiar las causas de las enfermedades, seguiremos poniéndoles términos como “crónica”, “incurable”, “degenerativa”, que no hacen sino mostrar la ignorancia que tenemos sobre su origen, sobre su real causa. Sólo cambiando el punto de vista de la investigación, nos acercaremos a curar, en la medicina alopática.
La autora de un libro de entrevistas a médicos alternativos –los más afamados en Colombia- relata cómo, luego de muchos años de ser paciente de algunos de ellos, no ha logrado curar su enfermedad. La medicina alternativa, complementaria o integrativa tampoco es la respuesta siempre, tampoco tiene todas las soluciones.
Considero que aunque es útil ir al fondo de la estructura molecular y genética del ser humano (medicina alopática) o a la conexión energética con el universo (medicina alternativa), solo la teoría de las redes, el estudio de las interacciones entre el ser humano y absolutamente todo lo que lo rodea, puede establecerse la conexión que permita dar el salto cuántico a mantener al ser humano sano mientras viva. Así la vida no será un permanente ir y venir entre el malestar y el bienestar, sino la expresión continua del amor, base este último de la paz, equilibrio y armonía interior.
Las redes han ido tomando cada vez más importancia en todos los campos humanos. En la empresa, si no hay red (física y emocional) entre proveedores, fabricantes y consumidores, o sea si no hay una retroalimentación continua, en todas las vías posibles entre ellos, no prosperará. En los bosques se ha estudiado cómo la producción de los hongos influye en los árboles centenarios, así como los túneles de los roedores airean el subsuelo conectando las diferentes especies o cómo los árboles se comunican unos con otros a través de sus raíces, para ser saludables. En lo social ni se diga, las redes entre etnias, talentos diversos, edades con diferentes experiencias, inteligencias de diversa clase, etcétera, logra un desarrollo armónico.
El ser humano es el único que separa, desune, destruye lazos, cuando debiera hacer todo lo contrario. Cuando dejemos de pensar que la medicina alopática y la alternativa se oponen y cuando logremos visualizar cómo una red gigantesca entre universo, emociones, pensamientos, nutrientes y otros, influyen nuestro cuerpo y encaminemos la investigación médica a estas redes, tal vez y sólo entonces, lograremos tener mejores y permanentes curas para nuestras enfermedades. Hablo no sólo de la enfermedad de cuerpo y mente, sino también de las enfermedades sociales y ambientales.
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Un cáncer no está separado de la crisis familiar. La hipertensión está inmersa en el estrés laboral. La fractura está conectada a la violencia de género…