A través de la historia, las culturas han tenido posiciones frente a la relevancia de sus ancianos; en unas eran más valorados que en otras, como en la antigua Roma, donde todo el poder se concentraba en el Senado, que estaba conformado por ancianos. Pero el común denominador, independientemente de su papel en la sociedad, es que los ancianos eran respetados y solidariamente atendidos. Desde finales del siglo XX y lo que va de este, en la necesidad de recomponer su Tasa Interna de Retorno y acumular más ganancias para los monopolios y los "todopoderosos" del mundo, los neoliberales se dieron a la tarea de abaratar la mano de obra, acudiendo a ejércitos de desempleados, convirtiendo a los trabajadores de más edad en "ancianos estorbos". Los presionaron a renunciar a sus derechos, los "corrieron de las empresas", los desplazaron del liderazgo y los dejaron al vaivén de una fuerza de mercado –en desventaja porque su capacidad física tiene poca aceptación– bajo el sofisma de que "hay que rejuvenecer al mundo". No se puede negar que la evolución de la humanidad hace que esa renovación se dé por naturaleza, pero lo que se ha presentado es un total abuso, un despojo hacia las personas que aportan la experiencia en un momento trascendental de la historia. En esta pandemia de la COVID-19 las noticias indican que muchos gobiernos tomaron la decisión de asesinar a sus ancianos.
Ramón “Moncho” Borrajo es un dramaturgo español, quien llamó la atención sobre la decisión de no dotar de respiradores artificiales a los ancianos. "Hoy me he enterado que una autonomía de España había decidido que a las personas mayores de 80 años no se les pusieran respiradores –se dejaran morir–. Tengo 70 años, escribo, pinto y consigo que, depende de cómo me encuentre, la gente se ría y se olvide de sus problemas. ¿Tengo yo que morirme ya?... yo me pregunto: ¿todos esos carpinteros, fontaneros, ebanistas, abogados, médicos... que superan los 65 años, tienen que morirse ya? Y no solamente los que todavía hacemos cosas sino todos esos otros que han vivido toda la vida trabajando para que los demás viviesen mejor, ¿también tienen que morirse ya porque son mayores? ¿No se han merecido estar aquí todo el tiempo que la vida le mande o, para otros, el que Dios designe? Posiblemente, muchos de esos mayores, el tiempo que les quede de vida, vamos a hacer mucho más que otros en toda su vida... Realmente es triste, es muy triste pensar que todos aquellos que hemos luchado, peleado y aportado algo a esta sociedad, desde un labrador al mejor de los ingenieros, nos tengamos que morir porque molestamos; y es posible que sí molestemos a los que no piensan, a los borregos, a los manipuladores, a los que quieren manejar a los demás a su gusto. Hace no mucho escuchaba a una señora de la Unión Europea, importante italiana, decir que los viejos sobramos; ella no es muy joven. Espero que esto no ocurra, que salgamos todos de este bache y aprendamos mucho, porque posiblemente los mayores tengamos algo que esos que quieren que muramos no tienen: experiencia y vida. ¿De verdad crees que a los 30 años vas a saber lo mismo que yo, o que tu padre, o que tu abuelo? No, no lo creo. ¡Menos mal que hay otra juventud maravillosa que no piensa como esa minoría! Que superéis pronto este virus. Que os vaya bien en la vida y nos volvamos a ver. Yo voy a seguir intentando dar la lata". ¡Mientras asesinan ancianos por falta de respiradors, los neoliberales siguen asaltando al Estado y negociando con la salud!