Como mujer y vallecaucana siento pena ajena por las declaraciones de la representante a la Cámara María Fernanda Cabal, que en lugar de hacerle caso a su apellido, que significa más o menos “estar bien”, se deschavetó. Cuando de alguien se dice que está en sus cabales quiere decir que es racional y sensata, pero a esta señora, militante del Centro Democrático, le pasa todo lo contrario. ¿Será que la junta con Uribe la está volviendo loquita?
Cuando escuché las declaraciones que dio en una reunión promoviendo el No al plebiscito quedé desconcertada. No podía creer que llegara a decir tal cantidad de idioteces para defender el más ramplón de los fascismos.
Empecemos porque, para la Señora que perdió sus cabales, el modelo de ejército colombiano debería parecerse a esos ejércitos paramilitares que en alguna época nefasta de Colombia estuvieron tan cercanos al poder político que ella representa y fueron tan afines al gremio que lidera su marido, el señor José Félix Lafourie.
Eran esos ejércitos ilegítimos los que entraban disparando sin preguntar, sin respetar los derechos humanos; los que masacraban poblaciones, violaban mujeres y niños y veían un comunista en cada campesino. Fueron esos ejércitos los que desplazaron millones de personas dizque para “combatir a la guerrilla” cuando de verdad lo que buscaban era enriquecerse y montar un “paraestado” con el que pretendían dizque refundar la patria.
Es cierto que algunos militares cayeron en esas redes de mafia y narcotráfico. Entre ellos están varios cercanos uribismo como Rito Alejo del Rio y Mauricio Santoyo jefe de seguridad del expresidente. Pero también es cierto que el Ejército Nacional, ese que ella dice amar, es una institución al servicio de la democracia, comprometido con el respeto de los derechos humanos. Para nuestras fuerzas militares garantizar la seguridad y la paz, no significa entrar matando gente, para después preguntar. Así solo proceden delincuentes que cometen ejecuciones extrajudiciales o falsos positivos y cuando lo hacen envilecen el uniforme y deben pagar por su crimen.
Probablemente la señora Cabal quisiera que nuestro Ejército siguiera esa herencia funesta de ejércitos privados al servicio de jefes mafiosos. Eso le satisfacerla su sed de sangre y violencia. Pero afortunadamente ese ejército no existe sino en la descocada cabeza de la señora Cabal.
Para ella hay comunistas por todas partes,
infiltrados en los cocteles, en las fiestas de los clubes,
en las juntas directivas de las empresas
Por otra parte, la paranoia de la representante es increíble. En la misma conferencia aseguró que había que tener cuidado con la gente que se tiene al lado, aunque sea de la dirigencia empresarial o económica. Para ella hay comunistas por todas partes, infiltrados en los cocteles, en las fiestas de los clubes, en las juntas directivas de las empresas. Mejor dicho, ella estaría lista a iniciar una cacería de brujas, encarnando al viejo anticomunista gringo MacArthur que condenó a muerte y persiguió a miles de inocentes americanos en la época de la Guerra Fría.
Pues si pensar distinto a ella, es ser comunista, miles, millones de personas lo somos, porque discrepamos de su delirante ideología, de su fanatismo, de su extremismo de derecha. No señora, no hay comunistas en todas partes, lo que hay es gente sensata que no está esperando que la defienda un ejército de bandidos y criminales.
Propongo que se junten María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y Viviane Morales para conformar un nuevo partido cuyas siglas podrían ser DPSC: Partido de las Despalomadas Sin Cabales que tendría como eslogan: Por una Colombia limpia, sin comunistas, sin indígenas, sin gais. Ah, y aprovechen a Lucio como asesor.
Publicada originalmente el 23 de septiembre de 2016
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