Estoy lanzando al aire una proclama de desaire contra una infamia globalizada,
por lo descarada, representada en la excesiva explotación de los recursos humanos,
como igual sucede con los naturales, la cual está basada en la implantación
e imposición perversa de unos sistemas productivos sustentados
en sus consumos descontrolados, aspirando que sea escuchada
por cualquier ser que exista sobre el espacio,
capaces de comprender que no nos queda tiempo para resolver la anafilaxia ambiental
de modo que a través de ella enfrentar al desprecio que estamos mostrando los humanos
contra la situación de alerta que emite un planeta, el cual se encuentra en emergencia,
sin obtener respuestas contundentes frente a las acciones que lo enferman,
mientras qué unos cuantos seres sacan rentas de esos males,
generando y obteniendo aceleradamente de ellos sus riquezas,
en medio de sociedades pasivas e indolentes pues no los confrontamos con firmeza,
ya que somos la última generación que aún tiene tiempo de reaccionar
estando frente a la primera generación que se está viendo abocada a la extinción.