Las mujeres hemos sido históricamente vulneradas en nuestros derechos, independientemente de nuestra orientación o identidad, es así que nuestros cuerpos han sido instrumentos de guerra (los han violentado, lastimado y destrozado físicamente). Sin embargo, nuestro espíritu ha quedado intacto para poder reconstruirnos y reinventarnos, para así dar la lucha por los derechos de todas y todes.
Con eso claro, invito a los actores internos y externos, sobre todo a las familias, a que reflexionen que tener una hija diversa no es un castigo ni una maldición. Lo digo como mujer lesbiana que sufrió el estigma, la discriminación y la humillación de quienes más la debieron amar y proteger.
No repitan esto porque es muy triste ver cómo te cogen a puñetazos mientras te gritan machorra; es muy duro saber que tu propia madre te escupe la cara, te niega y te dice que no te parió porque eres un gusano de la naturaleza; es difícil ser despojada de tus documentos y ropas, mientras te gritan que lo que necesitas es macho y que te harán violar del primer hombre que pase… es complicado, ¿no?
Te quitan el estudio, no te dejan ser, te amenazan de muerte y tu propio hermano se vuelve contra ti. Todo se vuelve un abismo oscuro, tu vida se desborona y no sabes qué hacer. Te llevan a un pueblo lejano habiendo vivido toda la vida en la ciudad y te ponen a cargar leña, porque para ellos eres machorra y un hombre. El ciclo se repite una y otra vez. Todos los días o casi todos te tratan mal con insultos, amenazas, improperios y peyorativos que jamás en la vida quisieras volver a escuchar.
Te dicen que si no te vas para ese pueblo apartado acaban con tu vida diciendo que les robaste, aun sin haberlo hecho, y que te darán un tiro por ser lesbiana. Los maltratos ya vividos se vuelven insufribles porque te quitan la dignidad.
Esa es la vida de algunas de las que dizque les ha tocado fácil en esta lucha, aunque por más de veinticinco años les quedó marcada en el alma. Lo único fácil fue la frase que hizo remendar los pedazos del alma de estas mujeres, que también me ha levantado y me ha permitido poner mil metas en la vida: “usted sin mí no va a ser nadie”.
Hoy veinticinco años después les digo que aceptar que somos lesbianas, bisexuales, gais o trans es el primer paso. Esa será nuestra armadura. Además, debemos amarnos más que nada, ya que esto nos permitará levantarnos y decir "he llegado lejos" y "soy lo que he querido ser". Esta es solo una de muchas historias de mujeres lesbianas a las que dizque nos ha tocado fácil... Sea como sea, hoy les digo: "he podido ser, he llevado una vida digna, con altos y bajos, pero siempre con la cabeza en alto, porque he sido un nadie muy importante".
En fin, muchas personas LGBTI y heterosexuales creen que ser lesbiana es estar bien porque no se te nota, porque disque te tocó fácil o porque no sufriste tanto como otros. No obstante, el tema no es quién sufrió más o quién sufrió menos, es que ser LGBTI es una carga para uno también cuando uno mismo no se acepta y cuando la sociedad, la familia y el entorno te arrebatan las ganas de vivir.
Por eso mi mensaje es que debemos sentirnos orgullosas y orgullosos de quienes somos. También, que cada historia y cada vida ha sido una herramienta de lucha. Nunca más pensemos que a las lesbianas, que a los hombres gais, que a los bisexuales, y que a los hombres y mujeres trans les ha tocado fácil. Cada uno de nosotros tenemos una historia grabada en el alma o en la piel….