¿Por qué será que cuando una persona tiene conciencia social se rotula como mamerto, la palabra que la extrema derecha emplea a diestra y siniestra para referirse al que considera erróneamente socialista, cuando en realidad solamente es una posición que puede tener la inteligencia ante el abuso y la corrupción rampante que aquí reina desde hace décadas? Esto tiene una explicación: la gente que nos gobierna teme que se derrumbe el autoritarismo que los ha llevado a mantenerse vigente. Por eso, ante cualquier chanchullo que se les descubre, lo único que puede proferir es el deseo de algunos por acabar con nuestra maltratada democracia. ¡Tremenda barbaridad!
Los colombianos, pero los que son críticos y no tragan entero, ven día a día las marranadas de un gobierno de bandidos, así que tienen mucho para cuestionar y exigir sin que se le pueda recriminar nada. Simplemente están cansados de los abusos de los bancos, de unos salarios inhumanos, de unas relaciones contractuales que solamente se ven aquí, en fin, no soportan más que los mismos de siempre le vean la cara. Sin embargo, por más que se sientan indignados, no pueden hacer mucho, porque la otra Colombia, la que vota por plata, se encarga de montar en el poder a los que nos joden sin piedad alguna. Es el eterno problema: sabemos del abuso, pero no nos unimos para acabarlo.
No creo que ningún colombiano quiera un régimen como el de Maduro o el de los Castro, sino que desea que haya más equidad y respeto por el que suda y saca el trabajo de este país adelante. El problema está en que el de arriba, el que hace los chanchullos, quiere seguir siendo el dueño de la tierra, explotando y abusado de los que quieren conseguir honradamente algo. Este ser despreciable, pensemos en Uribe, Duque, Paloma Valencia, José Félix Lafaurie y su señora esposa, solo quiere mamar de la teta pública, utilizarla a su antojo para acrecentar su poder político y económico. Por tal motivo se las ingenia, entiéndase aquí la compra de votos, para hacerse a la presidencia, y así negarle al que tiene conciencia social la posibilidad de trabajar por todos lo que hoy se sienten indignados.
El mamerto que se describe aquí no es un socialista del siglo XXI, es solamente un crítico del mal gobierno y un entusiasta de las causas justas. Lo han querido maltratar por no tragar entero, por despertar a los que quieren seguir durmiendo en un país lleno de vivos. El 2022 es el año de la verdad: o seguimos con los mismos de siempre o sacamos a relucir nuestra conciencia social. No se aterre usted que desde ahora se esté reuniendo la plata para comprar los votos, pero lo cierto es que la gente ya se atreve a cuestionar propiedad lo que la está afectando.